sábado, marzo 01, 2008

Ideología y enseñanza de la historia en Venezuela (II)

El programa se mantuvo con el mismo contenido, abarcando el período histórico que va de la Colonia al proceso de Independencia, hasta la reforma de la década de los setenta cuando se incorporará la llamada historia contemporánea (desde 1830 hasta nuestros días). No se puede negar que a principios del siglo XX la historiografía positivista influyó de alguna forma en los profesores llevando a una mayor valoración del período colonial, los aspectos étnico-raciales, y una lenta introducción de los factores económicos en la historia.

La creación del Pedagógico de Caracas en 1936 vendría a significar un fuerte cambio en los contenidos; lo cual se reforzaría con la fundación, en las siguientes décadas, de las escuelas de historia y las ciencias sociales en la Universidad Central y luego en el resto de las universidades nacionales. El gran cambio se dio gracias al nacimiento de la historiografía marxista, íntimamente relacionada con todo el movimiento de los partidos políticos de izquierda: socialdemócratas y comunistas. Muchos profesores eran activistas políticos de dicha corriente, y en sus prácticas docentes fueron introduciendo su ideología; no podemos olvidar la fuerza del partido Acción Democrática en el naciente movimiento magisterial.

El cambio del programa se intentó realizar en el “trienio adeco” (1945-48), el primer paso en este sentido fue el decreto 321 el cual no pudo aplicarse por la fuerte resistencia que tuvo de parte de la Iglesia y los colegios privados (mayoritarios para aquel entonces). La reforma tendrá que esperar a la consolidación de la llamada democracia “puntofijista” para llevarse a cabo, aunque de manera más “suavizada”. En todo caso el nuevo programa tendrá como eje fundamental, no sólo su ampliación en el período de estudio, sino el enfoque con que se verá la historia: se pasó de una periodización política a una económica, se comenzó a usar la perspectiva marxista, y se resaltó el papel de los partidos políticos (y también, pero en un segundo lugar, el papel de los sindicatos, los empresarios, la Iglesia y los militares) en la lucha por la democracia. El enfoque marxista nunca desplazó, en lo que respecta al período independentista, a la visión militarista centrada en las acciones y el pensamiento de Bolívar. Se puede decir que ambos convivieron o se complementaron, dejando el mayor peso de lo económico para la historia contemporánea.

Un buen ejemplo de la aplicación de dicho programa, en lo que respecta a los textos escolares, fue el libro para cuarto año de bachillerato de Alberto Arias Amaro (1979) Lecciones de Historia Moderna y Contemporánea de Venezuela de la editorial Edulibros. El mismo fue dividido siguiendo al nuevo programa del Ministerio de Educación, en dos unidades: la primera llamada “República agropecuaria y rural (1830 y 1936)” y la segunda “República petrolera y urbana desde 1936 hasta nuestros días”. La historia la divide un hecho económico: la explotación petrolera. Los temas introductorios en cada unidad son los que tradicionalmente resalta el marxismo (estructura económica y social desde la teoría de la dependencia, las clases sociales, el problema de la esclavitud, el latifundismo, y las guerras civiles y el caudillismo comprendido como la lucha por la tierra, la intervención del capital internacional, el imperialismo, etc; y el autor lo hace con el lenguaje típico de este enfoque tales como “estructura”, “superestructura”, “clases”, “conflictividad social”, “lucha de clases”, “explotación”, “formas de propiedad”, “medios de producción”, “modos de producción”, “producto social”, “distribución desigual de la riqueza”, “capitalismo monopolista”, etc.

En lo político en la primera unidad se especifica cada período de gobierno con algunas de sus acciones, lo cual se hará también en la segunda unidad. La relación entre lo económico y lo sociopolítico se expresa en la élite gobernante la cual corresponde a los hacendados que son por lo general caudillos. La inestabilidad política se explica por las crisis económicas y el descontento del campesinado por el latifundismo. En la segunda unidad disminuye la importancia dada a las clases altas y su influencia en la política, y los partidos políticos con los sindicatos pasan a ser los protagonistas, los cuales luchan por el establecimiento de la democracia y la distribución de la riqueza petrolera.

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