sábado, julio 04, 2009

Historiador venezolano (Elías Pino Iturrieta) opina sobre los hechos en Honduras

Artículos de opinión de los historiadores
Les dejo acá el artículo semanal del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábados en El Universal.
El laberinto de Honduras
El laberinto se hace más intrincado por la intromisión de Chávez como árbitro
El movimiento que ha depuesto al presidente Zelaya ofrece un problema de confusión, pero también una muestra de conductas absurdas en el campo de la política intestina, que no permiten la redacción de un texto que contemple la situación con la mesura deseable, especialmente si se fisgonea desde lejos. Tal vez las cosas cambien mañana de manera aparatosa y conviertan en una especulación sin fundamento lo que se escriba ahora, pero quien ha adquirido la obligación de ofrecer opiniones sobre temas de actualidad debe correr el riesgo de soltarlas sobre un teatro tan contradictorio como el que brinda Honduras ahora.
Se da el caso, de acuerdo con las noticias confiables que uno puede manejar, de un movimiento de las instituciones contra el jefe del Estado. He aquí la inicial curiosidad. No parece que la aventura comenzara en la penumbra de los cuarteles, sino en el seno del Tribunal Supremo de Justicia, en la alarma del Poder Electoral, en los debates del Congreso y en la casa de los partidos fundamentales, frente a una decisión del primer mandatario sobre la apertura de una consulta popular cuyo desarrollo no estaba pautado por una Constitución excesivamente celosa de sus disposiciones. Los poderes formados en la más indiscutible legalidad rechazan una medida extraconstitucional del señor Zelaya y actúan en consecuencia, para originar dificultades de entendimiento a quienes nos interesamos por saber qué pasó de veras.
Porque, si tales poderes se muestran como escudos de la legalidad frente a una extralimitación del primer magistrado, toman después la decisión escandalosa de llamar a los militares para que aprisionen al burlador de esa legalidad y para que lo expulsen del país en términos violentos y perentorios, acto capaz de sembrar dudas plausibles en torno a la verticalidad de sus intenciones del principio. Las escenas siguientes son dominadas por los uniformados, como si se tratara de un golpe común y corriente, como si presenciáramos otra militarada respaldada por los fusiles, la persecución y la arbitrariedad. Por consiguiente, en apenas un santiamén los que debutan como guardianes de la Carta Magna se transforman en ásperos gendarmes, o permiten que así se les aprecie en el extranjero con una claridad capaz de provocar el rechazo del concierto internacional. Una maroma tan riesgosa sólo nace de actitudes irreflexivas de quienes no parecen llamados a desempeñarse con brillantez al frente de una sociedad en el siglo XXI.
La opinión incluye al señor Zelaya, desde luego, quien no ha destacado por la coherencia, ni por ser proclive al juego democrático de acuerdo con las reglas que se ha impuesto su república.
El laberinto se hace más intrincado por la intromisión de Chávez, quien se ha convertido en adalid del régimen depuesto y ha asumido el papel de árbitro con un énfasis digno de atención. Ha llegado al extremo de amenazar con la guerra a los miembros del régimen sorpresivo de Tegucigalpa; ha convocado a los mandatarios cercanos a su esfera para que lo respalden en la cruzada y ha movido los hilos de la condena de la situación en el seno de la OEA.
Como si los acontecimientos se desarrollaran en Venezuela, no ha dejado de transmitir órdenes, de atiborrarnos de informaciones tendenciosas y de gastar los dineros públicos en la defensa de Zelaya. Ya otros opinadores se han detenido en el insólito predicamento del mandón que condena el golpe de Estado de Honduras sin recordar cómo proclamó la excelsitud de su golpe contra CAP. Ahora sólo se pudiera agregar que, para enredar todavía más el ovillo, su misión de custodio de una Constitución ajena ha provocado escenas tan inusitadas como la de Raúl Castro rasgándose las vestiduras por los principios democráticos.
El protagonismo del hijo de Sabaneta transfigurado en líder continental también permite responder la pregunta sobre el imperio comunicacional que ha creado: ¿ no se ha metido hasta la coronilla en el pantano de la desinformación, que ha criticado cuando le toca de cerca?, ¿no está revolviendo el río de Honduras, para sacar las ganancias de un taimado pescador?
Por allí van los tiros de lo que ya es, sin duda, un "latifundio mediático" que traspasa latitudes según interese al detentador de la gran propiedad. Por lo menos eso nos queda claro de la situación laberíntica del país centroamericano, cuyo destino inmediato seguramente continuará entre vaivenes y sorpresas.
eliaspinoitu@hotmail.com

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