sábado, agosto 02, 2008

Historiador venezolano (Elías Pino Iturrieta) opina sobre la polìtica universitaria del chavismo

Artículos de opinión de los historiadores venezolanos

Les dejo acá el artículo semanal del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábados en El Universal.
Rectores y rectores

Existe un proyecto deliberado para reducir al mínimo la actividad universitaria

Seguramente los lectores hayan visto los comunicados de la Asociación Venezolana de Rectores Universitarios (Averu), pero también otros suscritos por la Asociación de Rectores Bolivarianos.
La primera es de antigua data y constituye un refuerzo de las obligaciones de las cabezas de las casas de estudios, que reúnen sus preocupaciones en reflexión de colegas para la búsqueda de soluciones de los problemas que comparten. Si les sopla buen viento, según piensan con excesiva ingenuidad, serán atendidas en el despacho correspondiente. La otra es una reciente emanación del régimen, en la cual se juntan los seguidores de la política oficial. La diferencia quizá no llame la atención en un primer vistazo, pero su existencia remite a una de las catástrofes que se ciernen sobre la educación superior. ¿Acaso no descubre la existencia de una fatal clasificación, capaz de conducir hacia el abismo a las instituciones más útiles a la sociedad?

El Gobierno, en lugar de sugerir una reforma de las universidades, ha preferido fundar instituciones a su imagen y semejanza, mientras pretende que el resto se pierda lentamente en sus urgencias. Sin faltar al principio de la autonomía, pero como guardián del bien común, ha podido el Ministerio de Educación Superior llamar la atención sobre las deficiencias de las instituciones y buscar, a través de las autoridades electas en cada lugar y de los organismos de cogobierno, los remedios del caso. Sin embargo, prefirió el camino de la penetración conducida por movimientos de agitación que han llegado al extremo de promover airadas ocupaciones de los despachos de las autoridades, o ejercicios de mayor violencia en las avenidas de los campus y en la vecindad de la aulas, con armas de fuego, bombas lacrimógenas y pérdida de vidas incluidas en el repertorio. También buscó la manera de manipular a los centros de estudiantes y de llegar hasta el boicot de las elecciones decanales y rectorales, con menguada fortuna. Ni los estudiantes ni los profesores mordieron el anzuelo, no en balde se jugaba en el ardid la esencia de las búsquedas del saber y de las deliberaciones sin las que pierden los claustros su razón de ser. De allí que, convertidas en fortalezas contra una hegemonía carente de ideas e incapaz de convencer, las universidades autónomas, públicas y privadas, junto con los catedráticos y la abrumadora mayoría del conglomerado juvenil, se hayan afirmado en su función de territorios cuyos habitantes están dispuestos a vender caras su libertad y su dignidad.

Como suele ser ya un hábito del oficialismo ante las actitudes de altivez, como ha reaccionado usualmente frente a las personas y a las organizaciones que se aferran a sus derechos y dan la cara por ellos sin temer las consecuencias, se ha optado por la fórmula de fomentar parcelas dóciles en las cuales quepan los estereotipos y las carencias de pensamiento propias de quien las promueve. Si no se puede domesticar a unos muchachos y a sus profesores indomesticables, ¿no resulta más sencillo abandonarlos a su suerte mientras se fabrican otras casas con la asistencia de unos catedráticos "comprensivos", de unos decanos incapaces de moverse con criterios propios, de unos rectores atentos a la voz de mando a través de quienes se puedan tejer las redes de un adoctrinamiento más expedido de los educandos? Así ha nacido lo que en el Ministerio de Educación Superior y aún en el mismo despacho de su titular se conoce como "las universidades del Presidente", a las que se conceden con generosidad lo recursos materiales, la vista gorda ante sus groseras falencias y facilidades burocráticas con el propósito de llenar la compañía que no pudo encontrarse el seno de las universidades más prestigiosas y serias. Así nació la Asociación de Rectores Bolivarianos, por consiguiente, como referencia frente a la Averu.

De lo cual no sólo se colige la existencia de un proyecto deliberado para reducir a su mínima expresión la actividad de las universidades de mayor trascendencia, sino también la puesta en marcha de un designio alternativo de enseñanza-aprendizaje en la más alta escala. Un designio que no se ha propuesto claramente a la sociedad debido a la magnitud de la oscuridad oculta en su regazo. Pero existe para amenazar a sus hijos con estudios caracterizados por la ineficiencia, con profesores que no han demostrado pericia en los concursos académicos, con bibliotecas inexistentes o provistas de textos unilaterales, con la complicidad de unos supuestos custodios del saber que en el fondo sólo tienen la misión de responder por las insólitas "universidades del Presidente". Del producto de esos engendros darán cuenta algún día los rectores "bolivarianos", mientras los miembros de la Averu son ignorados por el régimen.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Continuando con la línea del texto anterior, debo añadir que como joven universitario y sobretodo como venezolana me preocupa la situación que vivimos actualmente. La actitud de muchos venzolanos hoy contradice en gran medida valores que nos ufanos de tener y que de hecho no poseemos. Hablamos de una sociedad amigable, simpática, trabajadora y acogedora, sin embargo, la realidad es diferente. Nuestros ambientes de trabajo y estudio se encuentran impregnados de sombra política y conflicto de intereses. Debemos procurar fomentar en nuestras universidades y centros de estudio el rescate de los valores y la formación de criterios sólidos que son indispensables para la prosperidad, crecimiento y evolución de nuestro país.

Pura Fermín
Universidad Monteávila
I D

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