miércoles, abril 01, 2009

El concepto de “Caudillo” en Simón Rodríguez (III)

El concepto de “Caudillo” en Simón Rodríguez a través de su obra: Defensa de Bolívar (1830).
(Tercera parte, ver la primera parte aquí y segunda parte acá)

Autor: Carlos Balladares
El “militar”

El caudillo en Rodríguez, tal como vimos anteriormente, corresponde tanto al Jefe militar como al Jefe de gobierno pero fusionado en lo que se entiende como un Jefe Supremo excepcional, es decir: Bolívar. Este Jefe Supremo conserva sus características militares porque en las Américas del tiempo del autor no ha cesado la guerra realmente; es por ello que señala:

La guerra de Independencia no ha tocado á su fin, en una tregua insidiosa se preparan los asaltos, y con los libros no se detienen bayonetas. La suerte social de los pueblos está en manos de sus Representantes… su defensa está en los brazos de cada ciudadano que se arma. – Si la disciplina cultiva el valor y forma buenos soldados… un buen Jefe lo da la fortuna
[1].

¿Será acaso que los caudillos son para Rodríguez los Jefes que deben combinar virtudes militares y civiles para salvar los difíciles tiempos de la fundación de repúblicas? ¿Son gobernantes y militares a la vez tal como es el caso especial de Bolívar tal como hemos señalado hasta ahora? ¿o por el contrario, los militares sólo poseen los méritos de haber logrado la Independencia y responden obedientemente a los civiles, cesando en sus funciones institucionalizadoras o “creadoras de repúblicas” cuando la guerra ha terminado?.

El caudillo como jefe militar está alerta en la defensa de la Independencia: de los ataques de los realistas, pero también del orden: ante los ataques anárquicos del propio pueblo o sectores del mismo, especialmente cuando dicho pueblo está armado. El militar teme a la anarquía porque la conoce bien, es así como Rodríguez señala:

Anarquía!! (…) No permita Dios que la conozcan jamas por experiencia. Agradezcan á sus Representantes, y á sus Jefes militares, los riesgos que han corrido en haberse puesto al frente del Pueblo, y á los esfuerzos que han hecho para contenerlo – mas fácil es gobernar desde su casa, que en Congreso – y ménos expuesto componer órdenes entre amigos, que darlas en presencia de centenares de hombres armados
[2].

Los jefes militares protegen y mantienen el orden, se puede decir que generan las condiciones para la instauración de la República; y una vez que esta se ha consolidado no buscan usar su fuerza para oprimir a la totalidad del cuerpo social. Es por ello que en varias ocasiones Rodríguez señala que los militares deben apegarse a los mandatos de la República y no al revés, en especial cuando los llama, parafraseando a Platón, “Perros de la Nación”:
Los militares sensatos no pretenden usar la fuerza para subyugar á sus compatriotas, sino para mantener el orden, entretanto se instituye el Gobierno – y para llevar su empresa hasta el cabo, quieren conservarse en estado de protejerla. (…) Los militares han transformado una Colonicen NACIÓN y llaman a consejo para constituir la nación en REPÚBLICA…
[3].

¡MILITARES!
Acordaos que un filósofo os llamó los PERROS DE LA NACIÓN, por vuestra fidelidad, vigilancia, docilidad, valor y sobre todo por vuestra devoción al que os cuida – de todas estas cualidades habeis dado pruebas.
NO MORDER AL AMO (a). AUNQUE RABIEIS
Es lo solo que os recomienda un compatriota, que siente no poder ser MILITAR
[4].

El ejemplo de Bolívar como caudillo en su función militar, muestra que este tipo de autoridad debe estar atenta a los peligros de las reanudaciones de las guerras coloniales y las posibles tendencias anárquicas del pueblo; y muy especialmente el obedecer al gobierno civil sin caer en la tentación de usar el poder de las armas para influir en política una vez que se establece la República. En este sentido Rodríguez se aleja de la definición moderna de caudillo, en lo que respecta al uso del poder militar en política, pero esta idea: ¿la sigue sosteniendo en el caso de los Jefes Supremos como Bolívar?. En el texto no parece señalar lo contrario.
Referencias bibliográficas:

[1] Ibídem, p. 204.
[2] Ibídem, p. 275.
[3] Ibídem, p. 354.
[4] Ibídem, p. 355.

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