domingo, mayo 11, 2008

Bicentenario de la Independencia: artículo de Gustavo Linares Benzo


Orgullo y unidad. Los que aquí estamos de allá venimos. Celebrémoslo todos

Recientemente fue nombrada la Comisión Presidencial para el Bicentenario de la Independencia. Extrañamente el Presidente designó personas con nombre y apellido y no a funcionarios, aunque en este caso varios de ellos lo sean. Destacan dos universitarios: Héctor Navarro y Francisco Rivero. También, el diputado Darío Vivas, los ministros Nicolás Maduro y Francisco Sesto, Diosdado Cabello, Cilia Flores y el general Pérez Arcay..

A pesar de que es obvia la tendencia de la comisión, también es obvio que la Independencia es de todos. Y en los tres años que faltan para el 5 de julio de 2011 (dos para el 19 de abril de 2010) es mucho lo que puede hacerse hacia el pasado y hacia el futuro. Sería lamentable que el Presidente use el Bicentenario para el odio, como ha hecho con el 12 de octubre y Cristóbal Colón (nótese nada más la diferencia entre "Encuentro de Dos Mundos" y "Resistencia Indígena", sin negar que el período hispano tuvo de ambas cosas), con la enseñanza de la historia oficial (el 23 de enero fue bueno durante 24 horas, desde el día siguiente la ignominia).

El Bicentenario tiene que ser motivo de orgullo y de unidad. De orgullo porque Venezuela nació entonces y ha vivido por dos siglos. Que sigamos existiendo es un milagro político: basta ver el mapamundi y recordar nombres como el Imperio Austrohúngaro, Tíbet, como hasta Polonia han dejado de ser en su milenaria historia, los países que se han ido para siempre en Asia y África. Tan posible es que Venezuela hubiese muerto en estos doscientos años, que de hecho desapareció momentáneamente dos veces: las caídas de la Primera y Segunda Repúblicas.

Y muchos orgullos más, cuya lista no se agota con la epopeya de la Independencia y fracasos, como en todo lo humano. Una democracia, como lo que somos desde 1958 y salvamos el 2 de diciembre de 2007 -esa fecha se agiganta con el paso del tiempo- es compleja y difícil como la vida, no acepta simplismos, catecismos políticos o iluminados. Así que la flamante comisión tiene que dar espacio a todas las voces en esta celebración, no convertir el Bicentenario en otra batalla. Aprender del Bicentenario de Bolívar en 1983, donde todas las corrientes venezolanas participaron.
Orgullo y unidad. Los que aquí estamos de allá venimos. Celebrémoslo todos.

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