Autor: Carlos Balladares Castillo (mayo, 2008)
Introducción
¿Era posible la transición a la democracia sin un golpe de Estado en la Venezuela postgomecista? ¿se podía mantener la “pureza” del movimiento civil de la generación del 28 (no involucrar a los militares en la política ni utilizar sus formas de acción: golpes o insurrección)? Dos preguntas totalmente relacionadas con los hechos del 18 de octubre de 1945, y que no pueden dejarse sin responder si deseamos comprender el significado histórico de esta fecha. Efeméride que representa el momento fundacional de la democracia (junto al 23 de enero de 1958), y por tanto las acciones y principios que se generaron en torno a su desarrollo histórico terminaron dejando “huella” en nuestra forma de pensar la institucionalidad democrática.
La interpretación del 18 de octubre en la historiografía venezolana se ha visto fuertemente influenciada por la discusión política: ¿golpe o revolución?, este es el dilema que resalta Manuel Caballero en el artículo que desarrolla el tema en el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar[1]; aunque luego, en sus libros: La crisis de la Venezuela contemporánea (1903-1992)[2], y Rómulo Betancourt, político de nación[3], señalará que ambas interpretaciones pueden aceptarse; porque una cosa es el suceso de ese día (pronunciamiento militar y derrocamiento del gobierno por un sector rebelde de las Fuerzas Armadas) y otro el proceso que comienza en esa fecha: “trienio” revolucionario por iniciar radicales cambios en la sociedad venezolana donde es determinante “la irrupción de las masas a través del voto” y el voto como mecanismo para hacer política, el castigo a los corruptos (que incluía confiscación de sus bienes), la masificación de la educación como nunca se había hecho en nuestra historia, y la relación con el poder: al ser “la primera vez que los gobernantes revolucionarios provisionales no intentan” perpetuarse en él[4]; y otros factores revolucionarios fueron: la participación de los jóvenes y las mujeres en la política, y la aparición como “referencias ineludibles” de dos nuevos actores en el espacio político: los partidos y la Fuerza Armada[5].
¿Era posible la transición a la democracia sin un golpe de Estado en la Venezuela postgomecista? ¿se podía mantener la “pureza” del movimiento civil de la generación del 28 (no involucrar a los militares en la política ni utilizar sus formas de acción: golpes o insurrección)? Dos preguntas totalmente relacionadas con los hechos del 18 de octubre de 1945, y que no pueden dejarse sin responder si deseamos comprender el significado histórico de esta fecha. Efeméride que representa el momento fundacional de la democracia (junto al 23 de enero de 1958), y por tanto las acciones y principios que se generaron en torno a su desarrollo histórico terminaron dejando “huella” en nuestra forma de pensar la institucionalidad democrática.
La interpretación del 18 de octubre en la historiografía venezolana se ha visto fuertemente influenciada por la discusión política: ¿golpe o revolución?, este es el dilema que resalta Manuel Caballero en el artículo que desarrolla el tema en el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar[1]; aunque luego, en sus libros: La crisis de la Venezuela contemporánea (1903-1992)[2], y Rómulo Betancourt, político de nación[3], señalará que ambas interpretaciones pueden aceptarse; porque una cosa es el suceso de ese día (pronunciamiento militar y derrocamiento del gobierno por un sector rebelde de las Fuerzas Armadas) y otro el proceso que comienza en esa fecha: “trienio” revolucionario por iniciar radicales cambios en la sociedad venezolana donde es determinante “la irrupción de las masas a través del voto” y el voto como mecanismo para hacer política, el castigo a los corruptos (que incluía confiscación de sus bienes), la masificación de la educación como nunca se había hecho en nuestra historia, y la relación con el poder: al ser “la primera vez que los gobernantes revolucionarios provisionales no intentan” perpetuarse en él[4]; y otros factores revolucionarios fueron: la participación de los jóvenes y las mujeres en la política, y la aparición como “referencias ineludibles” de dos nuevos actores en el espacio político: los partidos y la Fuerza Armada[5].
A pesar de ese hecho surge el problema de la transición; el problema de la democracia vista como momento fundacional, y su impacto en las formas de entender y hacer la política. La pregunta que nos hacemos es si la acción militar (el golpe) daña o no a la democracia. Para responder a ello, revisaremos la tradición violenta o caudillista militar de nuestra historia junto a las propuestas del movimiento democrático civil; las contradicciones de ambos. Finalmente trataremos de explicar la síntesis, que la nueva élite en el poder, intenta dar; es decir, ¿cómo resolvió la paradoja entre civilismo y militarismo?; y cómo esto llevó a la creación de un mito fundacional que se refuerza con otros mitos de nuestra historia, mito que todavía marca nuestro caminar hacia la democracia.
Citas
[1] Manuel Caballero, 1987, “18 de octubre de 1945” en FUNDACIÓN POLAR, Diccionario de Historia de Venezuela (CD Rom).
[2] Manuel Caballero, 1998, La crisis de la Venezuela contemporánea (1903-1992), p. 87.
[3] Manuel Caballero, 2004, Rómulo Betancourt, político de nación, p. 225 y 263.
[4] Ob.cit., p. 263.
[5] Ob.cit, 1998, pp. 95-100.
Imagen: "Junta Revolucionaria de Gobierno" presidida por Rómulo Betancourt que tomó el poder despúes del golpe de Estado del 18 de octubre de 1945.
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