sábado, mayo 31, 2008

Historiador venezolano (Elías Pino Iturrieta) opina sobre el aniversario del "cierre de RCTV" como hito histórico

Artículos de opinión de los historiadores venezolanos
Les dejo acá el artículo semanal del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábados en El Universal. El subrayado es nuestro.
Sobre fechas y conmemoraciones
El cierre de RCTV se convirtió en asunto de una destacada mayoría de venezolanos Todos los hechos de los hombres son importantes, debido a que abren o clausuran horizontes que influyen en el destino individual y en procesos de mayor proyección. Hoy, cuando se concede trascendencia a la vida cotidiana y a lo que hace la gente sencilla, nadie puede negar la necesidad de fijar la mirada en los eventos de cada día. Pueden determinar los rasgos de una época. Sin embargo, la memoria no puede registrar cada uno de tales sucesos. Carecería de espacio para recogerlos en su seno, se agotaría ante el cúmulo de informaciones, por muy acuciosa que fuera. De lo contrario no habría posibilidad de escribir libros de historia, esencialmente selectivos todos. Deberían reemplazarse por un catálogo infinito en el cual no cabría la alternativa de una discriminación. De allí la necesidad de mirar sólo unos pocos de esos hechos y de llamar la atención apenas sobre ellos en la posteridad. Pero, ¿cuáles, entre tantos que dejan huella?
La obligación de separar el grano de la paja en la tarea de convertir en hitos a las ejecutorias susceptibles de impactar a una sociedad entera, obliga a ocuparse de los fenómenos en los cuales se refleja una característica dominante de la colectividad, o a través de los que un conglomerado realiza un esfuerzo capaz de traducir sus anhelos o sus frustraciones en sentido dominante. Deben ser fenómenos que, pese a que no recojan la integridad de los anhelos de un conjunto social, refieran a un esfuerzo supremo que merezca un lugar en la sensibilidad de la posteridad.
La escogencia depende de lo que en el futuro se entienda como susceptible de recordación porque aglutina el sentimiento de quienes hacen el ejercicio de recordar, bien para que sientan orgullo por un acontecimiento determinado o para recibir lecciones de lo que terminó por convertirse en un fracaso. De allí que la memoria colectiva, si quiere ser útil de veras, no sólo se ocupe de las victorias sino igualmente de las derrotas. Las más importantes devienen elocuente espejo.
Conviene ahora parar mientes en una aclaratoria medular: el señalamiento de los sucesos no depende del poder político relacionado con un evento particular, o con varios, sino de un entendimiento posterior hecho por la sociedad cuando se ha distanciado del punto que vuelve a su sensibilidad para buscar espacio como producto de un sentimiento compartido. El fracaso de los bolcheviques en la determinación de los hechos de la historia rusa es un ejemplo proverbial sobre el punto. Pese a su poder aparentemente omnipotente, pese a su larga permanencia en la cúpula, apenas fue capaz de pergeñar un calendario de efemérides que la memoria popular se encargó de echar después a la basura.
En el predicamento venezolano destaca el empeño baldío de José Tadeo Monagas en el mismo sentido. Hizo su lista de festividades patrióticas, se filtró maliciosamente en ellas y las convirtió en verbena obligada que debía celebrarse cada año con banderas y dianas, pero bastó un grito de repulsa para que la imposición se convirtiera en aleccionadora desmemoria. Otros intentos de la misma orientación, perpetrados por el gomecismo y el perezjimenismo, corrieron idéntica suerte, como sucederá con el chavismo en su afán de redactar el almanaque de sus sospechosas glorias.
Lo anterior no proviene de un afán de teorizar, sino del hecho de que escribo la columna cuando se cumple un año del cierre de RCTV. Fue un acontecimiento cuyo significado se convirtió en asunto de una destacada mayoría de venezolanos, en atención a las consecuencias que acarreó en su momento y continúa acarreando ahora. ¿No concitó una muchedumbre de voluntades, que terminaron por convertirse en una marejada por la defensa del derecho a la libre comunicación del pensamiento? ¿No fue un suceso capaz de continuar su invitación a la protesta cívica y a la lucha por la dignidad frente a la arbitrariedad, por la legalidad frente a la prepotencia? ¿No es tan importante como el pasado 2 de diciembre, cuando fuimos capaces de detener el proyecto de un mandón que buscaba la presidencia vitalicia? ¿No fue precursor del triunfo frente al referendo continuista?
Los protagonistas fuimos todos, seres corrientes que salimos por nuestros fueros con un ímpetu susceptible de cambiar el presente y marcar el porvenir. De allí que sea una fecha para el catálogo de los grandes hechos de la historia. Como las guerras del siglo XIX por la Independencia y por la Federación, como los movimientos políticos de 1945 y 1958, pues no todo tiene que dirimirse con tanques y ametralladoras para derrotar a la tiranía del tiempo. ¿Acaso no fue y es todavía, desde su talante, una heroica batalla campal? Su impacto ocupará lugar estelar en las evocaciones de nuestros descendientes, después de que hayan redactado el opaco inventario del chavismo.

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