domingo, mayo 18, 2008

Historiador venezolano (Elías Pino Iturrieta) opina sobre lo último del chavismo (Secesión y continuismo)

Artículos de opinión de los historiadores venezolanos

Les dejo acá el artículo semanal del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábados en El Universal.
Secesión y continuismo

Ha descuidado hasta los extremos de la incuria la reclamación del Esequibo

Chávez es un mandón predecible, debido a que los estereotipos de su discurso tratan de establecerse en la realidad inmediatamente en beneficio de sus planes. No hay nada sorpresivo en las conductas del oficialismo, debido a que el comandante se ocupa de anunciarlas en la televisión para que las pongan en práctica sus acólitos de manera automática.
Existe una dependencia redonda entre lo que expresa en los medios partiendo de lo que huele en el ambiente que lo circunda, y lo que comienzan a hacer sus burócratas para que las cosas no queden en enunciado.

Una experiencia de nueve años puede sostener esta observación que ahora se utiliza para hablar del subterfugio de la secesión, el más reciente de su repertorio, y de cómo lo puede utilizar para el único propósito que guía su tránsito por la vida: mantenerse en el poder hasta el fin de sus días, según también se puede probar recordando lo que ha hecho desde el momento de su elección para quedarse reinando en las alturas, reforma constitucional incluida.
Traslado mecánico

Ahora la ha cogido con la secesión, inspirado en el referendo que la provincia de Santa Cruz ha votado a favor de su autonomía ante las pretensiones del gobierno central de Bolivia. Vivencia específica de los bolivianos, y más concretamente de algunos de sus departamentos, la ha trasladado de manera mecánica a la realidad venezolana. Necesidad del país meridional, la muda a la casa de quienes no la reclaman disfrazándola de alternativa perniciosa, de evento fatal contra la historia patria y contra un proceso amenazado por oscuros planes tras los cuales están las fuerzas del imperialismo. No existen ni han existido evidencias serias en torno a búsquedas secesionistas entre nosotros. Ni hoy, ni ayer. Ni durante la Independencia, ni cuando suceden las guerras del siglo XIX. Ni en Maracaibo, ni en Guayana o Coro, por ejemplo, que son los casos a los cuales se acude para hablar de proyectos fragmentarios con más charlatanería que fundamento. Al contrario, pese a su condición archipelágica, la comarca del pasado traduce a su manera las palpitaciones de la vida anhelando una congregación en el seno de un estado nacional que controle el mapa político en términos razonables, sin desgarramientos como los que produce el gomecismo en su afán de planchar el "cuero seco", o los que quiere generar ahora un hombre con vocación de manager de un equipo silente y obediente. Tal es y ha sido la realidad venezolana, entendida desde sus sensibilidades regionales, sin que exista la alternativa de demostrar lo contrario.
Sin asidero

Llama la atención el hecho de que privilegie un tema sin asidero, pero sólo si no se relaciona con su interés de prolongar el mandato hasta el fin de sus días.

El asunto de la secesión le ofrece el pretexto estelar de convertirse en guardián de la integridad de la nación, en escudo contra la división del territorio. Si ha machacado el mensaje del nacionalismo, puede reforzarlo ahora y encontrar una razón de peso para desconocer la legalidad hasta el extremo de extender su personalismo. No importa que se trate de una invención sin sostén, de una patraña descomunal, en la medida en que permite que se exhiba como protector de la integridad del mapa. Por fin ha topado con un motivo capaz de suscitar preocupación en la mayoría de los venezolanos, acostumbrados a verse en el espejo de su topografía y a sentir cómo esa topografía ha disminuido debido a las mañas del vecino y a las argucias de los poderosos.
El hombre que ha descuidado hasta los extremos de la incuria la reclamación del Esequibo, levanta ahora la voz contra una mutilación territorial que sólo existe en su cabeza, pero que puede abonar la parcela de su continuismo. No importa el contraste entre el descuido ante el vecindario del oeste y la fragua de la patraña de la secesión, si conduce a un trono vitalicio. No importa la estatura de la fábula, mientras le permita envejecer en Miraflores para cumplir la meta dorada de su existencia.

Lo veremos en adelante disfrazado de soldador inocuo, debido a que no tiene piezas sueltas para someter al tratamiento de la candela, pero es la indumentaria que ha escogido para próximas presentaciones. Tuvo un lamentable debut en Maracaibo, haciéndose acompañar de un bufón que la emprendió contra el gentilicio zuliano, lo cual obliga a estar pendientes de su soplete. Para quien lo usa, el fin justifica los medios.

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