En el capítulo IX de la Primera Parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha señala al hablar de la veracidad de los documentos que encontró donde estaba escrita toda la historia por Cide Hamete Benengeli:
Habiendo y debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y nada apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rencor ni la afición, no les hagan torcer del camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.
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