martes, junio 10, 2008

El “puntofijismo” (Pacto de Punto Fijo, 31 de octubre de 1958) como proyecto de país

Autor: Carlos Balladares Castillo (mayo, 2008)

Introducción

Al leer el “Pacto de Punto Fijo” (cuatro páginas escritas) se puede cometer el error de reducirlo exclusivamente a un acuerdo - entre los principales partidos políticos del momento - que tuvo como finalidad el mantener una “tregua política” que permitiera la celebración pacífica de elecciones y la estabilidad de los gobiernos que surgieran del sufragio. El texto pareciera centrarse en los mínimos necesarios tanto en fines como en medios para lograr esta meta; es como una especie de “cartilla” que expresa lo que aprendieron los demócratas desde que llegaron al poder (trienio adeco: 1945-1948), lo perdieron (golpe militar contra dicho trienio el 24 de noviembre de 1948), y lo mucho que les costó recuperarlo (resistencia y dictadura militar: 1948-1958). La realidad es que el Pacto diseña un modelo, un sistema político; pero también es el fundamento que permitió construir un proyecto de país (bases ideológicas para llevar a cabo un cuerpo integral de política públicas), por lo que podemos hablar perfectamente de “puntofijismo”, de “ideal puntofijista”. Este es el objetivo de este ensayo: mostrar las dos caras del “pacto”: la del mecanismo de toma de decisiones entre actores sociales, y la de ser un proyecto de políticas nacionales que redistribuiyan la renta petrolera.

Origen: el Pacto como aprendizaje político

La primera experiencia de un régimen democrático moderno en Venezuela; y por moderno entendemos sufragio universal (hombres y mujeres alfabetos o no, mayores de 18 años), limpio y justo con actividad competitiva libre de partidos y organizaciones de masas; se da a partir del 18 de octubre de 1945 con la llegada al poder de buena parte de la Generación del 28. Es la democracia de los partidos nacidos del crecimiento intelectual y político de dicha generación, en especial de Acción Democrática que es la que asume el poder tras el golpe y lleva a cabo cambios revolucionarios para la época; logrando obtener un apoyo mayoritario de la población (más del 70% del electorado). Esta experiencia fracasa a los tres años de ponerse en práctica, fracaso que llevará a diez largos y dolorosos años de dictadura militar; tiempo en que los demócratas de esta generación y de las nuevas que asumirán los mismos ideales podrán meditar sobre las razones del fracaso. Son diez años de pedagogía política centrados en la redefinición de la concepción de lo que debe ser una democracia.

Los protagonistas, en especial los líderes y militantes de Acción Democrática (los “adecos”), aprendieron que la democracia no se reduce a una forma de tomar decisiones centrada en el voto mayoritario, y que mucho menos el partido que obtiene el apoyo popular (por más grande que sean los resultados electorales que lo favorezcan) es el único capaz de representar al pueblo en su totalidad. Las mayorías son variables con el tiempo; y además, las minorías no pueden dejarse de lado en las decisiones más importantes. Al entender la democracia de esta forma, la idea que se tiene de lucha política cambia radicalmente; el partido de gobierno no debe ver a la oposición como un “enemigo” y viceversa. La lucha, más que lucha era competencia, negociación y discusión; y no una guerra que busca la destrucción del otro, y que tendería a la inestabilidad de cada gobierno al recurrir a la intervención de la Fuerza Armada por medio de los golpes de Estado
[1]. El peligro de que la situación de conflictividad de la sociedad llevara a un nuevo golpe, fue una realidad durante todo el año 1958, lo cual se pudo vivir con dos intentonas golpistas; y que hizo ver la necesidad de un pacto entre los partidos políticos para contrarrestar este peligro. Al final se logra una nueva definición de democracia: el gobierno de las mayorías en consenso con las minorías, consenso que se ampliaría a un “programa mínimo”.

El otro factor de origen del pacto podría describirse como un aprendizaje menos racional que el anteriormente descrito; debido a que se centró en una emoción, en un sentimiento colectivo nacido del proceso de lucha contra la dictadura: era el llamado “espíritu del 23 de enero”. Dicho “espíritu” se puede definir como el hecho de que el país entero (el pueblo y sus organizaciones) estaba unido en el deseo de libertad y democracia. Las divisiones del pasado (trienio adeco e incluso durante la dictadura) habían desaparecido por el logro del derrocamiento de la dictadura, y por la alegría de iniciar la reconstrucción real (ahora si) de la democracia. Este sentimiento se expresa en todas las declaraciones que daban los líderes políticos al volver al país, e incluso ante las situaciones problemáticas del 58 (como las intentonas que hemos señalamos) tal como las reúne Jorge Maldonado Parilli[2] y que acá transcribimos algunos ejemplos de los discursos a pocos días del 23 de enero (el subrayado es nuestro):

Las perspectivas de un desarrollo progresista de nuestro país son hoy más luminosas que nunca. La historia ha demostrado que son inmensas las fuerzas e inagotables los recursos en la lucha por la libertad y la democracia. Las potentes fuerzas tendrán un papel más activo en la medida en que consolidemos la unidad fraternal y militante, sin ninguna exclusión (Gustavo Machado, 1958).

Hay que reencarnar en esta tierra y sus hombres y sus mujeres el espíritu de Simón Bolívar. Y todos hemos concluido en qué sólo a través de una fórmula podemos lograrlo: la unidad, la unidad, la unidad (Jóvito Villalba, 1958).

Unidos todos (…) encontrando que por encima de las propias ideas hay ideas superiores, que por encima de las propias aspiraciones comunes y esas aspiraciones comunes se representan en la grandeza verdadera, digna y libre de esta Patria amada de Venezuela (Rafael Caldera, 01 de febrero de 1958).

Hombres de todos los partidos políticos y sin militancia en ellos, demostraron en las cárceles, en los campos de concentración de Guasina y Sacupana y en el exilio, que en este país vive la pasión por la libertad, y que llegando el momento el pueblo venezolano se uniría, como se unió para realizar esa gloriosa epopeya de la reconquista de la libertad (Rómulo Betancourt, 09 de febrero de 1958)[3].

Ambos aprendizajes: el racional y el emotivo, facilitaron la elaboración y realización del pacto; e incluso el comprometerse en un programa de mayores intenciones.

Citas:

[1] Manuel Caballero, 2004, Rómulo Betancourt, político de nación, pp. 297-299.
[2] Jorge Maldonado Parilli, 1984, Génesis y consecuencias del 23 de enero de 1958, pp. 80-83.
[3] Rómulo Betancourt, 1958, Discurso a su regreso del exilio, en la Plaza Diego Ibarra, El Silencio.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Quisiera comenzar diciendo que lo felicito por ocuparse y preocuparse de la conservación de la memoria de Venezuela y del mundo en general y ponerlo al alcance de todos.
Como dice ud.en este artículo, se ha reducido el real significado del "Pacto de Punto de Fijo",esto sucede en los textos de educación Venezolana,y se ha minimizado a solo un simple "acuerdo", y como si no fuera suficiente hoy día los actores políticos de turno se refieren a él de manera "despectiva".
El Pacto de Punto Fijo como dice en su artículo diseña un modelo, un sistema político que tenía como objetivo primordial afianzar el naciente sistema democrático fijando las reglas de convivencia entre partidos políticos, fundamentando la construcción de un proyecto de país.
En cuanto a el Pacto de Punto Fijo como aprendizaje político: Del mecanismo de toma de decisiones entre actores sociales, cuando habla de la primera experiencia de un régimen democrático moderno en Venezuela, hablamos de elecciones limpias donde se abre la participación sin ningún tipo de distinción a mayores de 18 años, donde los partidos políticos se comprometieron a un programa mínimo de gobierno ante el electorado, y se establece el respeto fijado en ese pacto en el cual se defendería la constitución y el derecho a gobernar conforme al resultado electoral un gobierno de unidad nacional.
Aunque Acción Democrática sale triunfante en esos comicios electorales, se tiene como lección que en el naciente sistema democrático no bastaba con que un solo Partido Político obtuviera la mayoría de los votos del electorado, sino que con la unidad e integración de los actores políticos de ese momento se podía ser capaz de representar al pueblo.
Aunque esta experiencia democrática decae a los tres años y entramos a un período dictatorial, este período le va a servir a los partidos, líderes y demócratas de aprendizaje y de reflexión de como debe llevarse a cabo la vida en Democracia.
Me atrevo a realizar este comentario a su artículo como una reflexión en cuanto al valor que tiene este Pacto dentro de nuestra Historia Democrática, para que no simplemente sea llamado o recordado peyorativamente por las futuras generaciones como una manipulación de las agrupaciones políticas de oposición.

Emma Stefanía Acevedo Moreno
C.I 19.378.316
estudiante Ingeniería Mecánica
cursante materia optativa Historia Contemporánea de Venezuela
Unimet

Profeballa dijo...

Muchìsimas gracias por su comentario. Excelente!

Anónimo dijo...

Es importante hacer notar que si visualizamos al país como una gran empresa, el "puntofijismo" sienta bases para una adecuada competencia entre aquellos "licitadores" que desean llevar las riendas del país (la empresa); estos son los partidos políticos, quienes a través de sus propuestas, visiones, doctrinas, ect. presentan a los accionistas (ciudadanos) aquellos elementos que ofrecen para levar el país de la manera más eficaz y generando las mayores utilidades posibles. Por lo tanto, no se puede estar en contra del "puntofijismo" en esencia, ya que este fomenta la participación y entendimiento entre los partidos políticos, tomando en cuenta y a esto voy, que la competencia beneficia a todas las partes involucradas, ya que el "enemigo" siempre te va a presionar para que crecer, mejorar, innovar a través de la sana contienda, en fin te va a obligar ser mejor para poder mantenerte en la lucha; por lo tanto no se debe buscar eliminar a la competencia, sino más bien fomentarla. Aquel que busca eliminar, pisotear, degradar a los partidos políticos, lo que logra es atentar contra el país en sí, estancando las ideas políticas que los actores pueden generar en pro del beneficio común.

Anónimo dijo...

Revisando todos los articulos publicados en esta pagina, este me pareciò el màs interesante por el hecho de que considero escueto el concepto que la poblaciòn tiene del Pacto de Punto Fijo. Como menciona anteriormente mi compañera, incluso en los textos de colegio la explicacion de este pacto se reduce a un acuerdo entre lìderes polìticos que deciden establecer las bases democraticas para el futuro de nuestro pais. La importancia primordial de este "acuerdo" se hace evidente cuando hoy en dia existe una imposibilidad absoluta de lograr este mismo objetivo.

Esa unidad que reinó en nuestro paìs luego de la dictadura hoy en dia es impensable, pues a diferencia de aquellos que pertenecieron al pacto, nosotros no aprendemos de la historia y en vez de trabajar unanimamente para alcanzar un mejor pais PARA TODOS, preferimos enemizarnos unos con otros y caer en la guerra ideologica que este pais vienen cursando desde hace unos años. Al leer este articulo, sentia que nos estaban tratando de transmitir un consejo, un "hint" que aparentemente somos incapaces de notar a primera vista: la oposicion de un gobierno no es el enemigo y la eleccion (aunque democratica) de un partido no significa que este es el unico con las capacidades para gabernar. Cualquier semejanza con la realidad es pura casualidad.

De modo que, es importante destacar que la iniciativa de estos partidos para conciliarse bajo una acuerdo polìtico y democràtico representa el ànimo de los lìderes venezolanos para brindarle a sus ciudadanos una democracia digna. Que esto nos sirva de enseñanza, que aunque al poco tiempo cayeron en una dictadura, aprendieron de sus errores y lucharon por no cometerlos nuevamente. Que velar por el bienestar de una naciòn si debe ser el primordial objetivo de un lìder polìtico y Venezuela somos todos.

Larissa Yllada

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