martes, octubre 26, 2010

El arquitecto Alejandro Chataing opina sobre el cuidado a nuestro patrimonio urbano

COMENTARIO BLOGUERIL:

Les transcribimos esta entrevista que le realiza el buen amigo y vecino Javier Brassesco, porque estamos plenamente identificados con las palabras del arquitecto en lo relativo a la preservación de las obras arquitectónicas emblemáticas de nuestra ciudad: es un problema de identidad, pero yo agregaría el deseo de preservar una ciudad amable y bella. En esta meta estamos empeñados desde este blog pero muy especialmente los que le dedicamos a San Bernardino y Colinas de Bello Monte. Tenemos que detener la destrucción de nuestro patrimonio y esta desenfrenada manía de hacer inmensos edificios.

ENTREVISTA // Alejandro Chataing, arquitecto
"Esta gente cree que restaurar es pintar con colores chillones"
"¿Cómo se puede querer a una ciudad que cambia según el capricho de cada gobernante?"


JAVIER BRASSESCO EL UNIVERSAL
lunes 25 de octubre de 2010 12:00 AM
Su abuelo Alejandro fue uno de los más grandes arquitectos que recuerda el país; su padre, Luis Eduardo, fundó la escuela de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela y fue ministro de Obras Públicas de Pérez Jiménez. Hasta el nombre lo condenaba: Alejandro Chataing no podía ser otra cosa que arquitecto.

Lamenta que la ciudad haya apreciado tan poco las muchas edificaciones y monumentos que su abuelo dejó a la posteridad, pues las que no desaparecieron están, casi todas, en un estado deplorable.

-¿Por qué en Caracas la preservación del patrimonio ha estado siempre en un segundo plano?

-No siempre. Me acuerdo que para el 400 aniversario de Caracas, poco antes del terremoto, hubo un movimiento restaurador importante, y se rehabilitaron a fondo, de verdad, los teatros Nacional y Municipal, por ejemplo. Pero en general sí es verdad que a la restauración no se le da el valor que merece, tal vez porque el petróleo nos trajo una falsa enseñanza: Es mejor destruir y volver a edificar que conservar.

-¿Cuáles son las consecuencias de despreciar y dejar morir o cambiar por completo viejas edificaciones?

-Que nos quedamos sin referencias, nos borran la memoria, y cómo pretendes que alguien quiera, que alguien tenga algún vínculo sentimental con una ciudad que cambia todos los días. ¿Cómo puedo tener una referencia de Plaza Venezuela si la han cambiado siete veces en medio siglo? La plaza de La Castellana ha tenido cuatro nombres, de pronto viene un gobierno y desaparece las estatuas de Colón...

-¿Cuál es el estado del legado de su abuelo?

-El hotel Miramar, en Macuto, da pena, y eso es algo que me duele particularmente, es una pérdida muy triste. Imagínese que algo así ocurriera con los hoteles de la Costa Azul (en la riviera francesa), que no son hoteles de ayer. Pero mejor sigo: al Nuevo Circo lo pintaron con unos colores horrorosos, de espanto, igual que hicieron con el Arco de la Federación en El Calvario o con el Museo Histórico Militar en La Planicie. Como esas matronas de los pueblos, que quieren competir con las jovencitas poniéndose vestidos con colores llamativos.

A la Academia de Bellas Artes la dejaron morir, la antigua casa presidencial en La Quebradita, Vista Alegre, la tienen como depósito de desechos, la iglesia Corazón de Jesús la mutilaron. Ese es el trato que recibió el legado de mi abuelo.

-¿Y cuantas cosas desaparecieron?

-Otra lista larga: la sede del Banco de Venezuela, la fachada del mercado de San Jacinto, sus reformas al Panteón, el Archivo General de la Nación, los cines Capitol o Princesa, el Ministerio de Hacienda en la esquina de Carmelitas, la casa de Baños de El Valle que desapareció con la Intercomunal.

-Pero todavía está Villa Zoila...

-Sí, es cierto, que hoy lo tiene la Guardia Nacional, en El Paraíso. Es tal vez lo que está mejor conservado. Y también se ha respetado la fachada del Teatro Ayacucho, y eso hay que agradecérselo a los dueños, que tomaron la previsión de utilizar los colores originales.

-¿Qué opina de los últimos intentos de rehabilitación del centro histórico?

-Es buena la intención, pero ¿a cuenta de qué mandaron a pintar todas las fachadas de gris? El problema es que no parece haber ningún tipo de investigación detrás de las decisiones que se toman, y creen que están restaurando cuando lo que están haciendo es pintando sin ningún criterio. Porque esta gente parece creer que restaurar es llenar todo de colores chillones, tal y como hicieron, ya le dije, con el Arco de la Federación, el Nuevo Circo y la Academia Militar de La Planicie, que hoy convirtieron en cuartel de la reserva. Eso es profanar, no restaurar. Imagínate si el museo del Louvre, por hablar de un ícono, lo pintaran de un color diferente cada siete años, cada vez que llega algún primer ministro. Aquí todo parece nacer de un capricho: ¿No nos gusta Colón o al jefe no le gusta Colón? ¡Pues arrasemos con todas sus estatuas!

-Pero la alcaldía Libertador tiene un ente que se encarga solo de la recuperación y mantenimiento del patrimonio, Fundapatrimonio.

-Eso es un saludo a la bandera, una entelequia, un organismo que sobrevive con un presupuesto de miseria. Una vez me llamaron para trabajar con ellos y me di cuenta de que había gente valiosa, pero la falta de fondos los tiene con las manos atadas. Muy propio de nosotros: creemos que hacemos algo porque existe un organismo encargado.

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