jueves, septiembre 11, 2008

Historiador venezolano (Diego Bautista Urbaneja) opina sobre la inviabilidad del proyecto chavista, pero de la necesaria unidad opositora

Artículos de opinión de los historiadores venezolanos

Les dejo acá el artículo quincenal de los jueves del historiador Diego Bautista Urbaneja que publica en El Universal.
La cucharada

En el forcejeo de la cucharada que se le quiere forzar a tragar al país es mucho lo que se pierde

En los análisis que se acumulan en relación al proyecto político del actual gobierno, hay una palabra que cobra preeminencia: inviabilidad. Se trata de una receta que razones técnicas, filosóficas, culturales, convierten en indeseable y dañina para el país, cuya mayoría percibe por diversas vías que eso es así, y se resiste a tomarla.
La imagen que viene a la mente es de alguien queriendo hacer que alguna persona se trague por la fuerza un desagradable jarabe, con el añadido esencial de que esta vez el que tiene razón es el paciente que se resiste a engullir la cucharada.
Me temo que en la cabeza del señor Chávez, su ambición de permanecer en el poder por siempre, de tenerlo en cantidades ilimitadas, y de realizar una proyecto económico social determinado, se han mezclado de tal manera que ya es imposible separarlos. Y como la mayoría del país, sea por conocimientos, sea por instinto, sea porque la vida cotidiana lo conduce a ello, sea por los valores que tiene internalizados, no acepta ninguno de los elementos de ese amargo batido, ni mucho menos el batido mismo, entonces vemos al caballero haciendo maromas a ver por dónde mete lo que el país rechaza. Lo que le falta es decir "...y por aquí viene un avioncito...".
Mientras tanto, ya sabemos lo que pasa. La inviabilidad del proyecto chavista va acumulando bombas de tiempo económicas, sociales, institucionales, que preparan situaciones crecientemente insoportables, pospuestas, según casi todos los diagnósticos, para el año 2009 y los que siguen.
Por otra parte, Chávez acumula poderes y más poderes, posiblemente más que todo de papel, que serán usados selectivamente contra este o aquel, para castigar a algún enemigo y para amedrentar a los demás. Pero como todo el mundo sabe que su uso no podrá ser más que selectivo, pues el Gobierno no tiene capacidad de usarlos de otra forma ni el funcionamiento del país se lo permitiría, ese efecto de amedrentamiento es muy bajo.
A veces, ciertamente, parece que va más allá de lo selectivo, como con el cemento y la electricidad. En esos casos, la política en cuestión pasa a ser suicida, como lo estamos viendo. Pero ni el que sean inviables, de papel, selectivas o suicidas, impide que la mayoría del país se alarme, se ponga en guardia y cierre con más fuerza todavía la boca, para que no le den el potaje ese.
Por otra parte todavía, está en proceso de maduración la preparación de una alternativa verdaderamente válida. Eso aun no está listo.
En tal sentido, el calendario político del país es afortunado. Tenemos ahora las elecciones de noviembre, en el 2010 las parlamentarias, y en el 2012 las presidenciales. Sé que la mera enumeración de esas fechas le da dentera a muchos, por los cuatro largos años que supone; pero hasta nuevo aviso, así es la cosa. Decía pues que es afortunada esa secuencia, porque plantea una especie de progresión de etapas, cada una de las cuales requiere un nivel más alto de cohesión de las fuerzas democráticas que la anterior, un nivel más alto de madurez en la oferta democrática y un liderazgo cada vez más a la altura de los retos que vienen, que por su parte no harán sino crecer.
Esto será así, siempre que las fuerzas democráticas lo vean así, y se coloquen en esa perspectiva progresiva. Porque podrían, estúpidamente, tomar la vía contraria: que a medida que la inviabilidad de esto se haga sentir, cada cual coja por su lado pensando en cómo sacar la mejor tajada del desaguisado nacional en proceso. El que esa estupidez no ocurra ya es responsabilidad compartida del liderazgo político, y del país democrático que le haga ver que no toleraría que ello pasara.
Coincide por cierto con esa progresión, el hecho de que, a causa de un ingreso petrolero que siempre será voluminoso, seguramente también será gradual, no catastrófica, esa acumulación de crisis y de inviabilidades a las que antes me referí.
El costo de todo esto será muy alto. En ese largo forcejeo de la cucharada que se le quiere forzar a tragar y el país que cierra la boca y voltea la cara, es mucho lo que se va y lo que se pierde. Es duro decirlo, pero creo, al día de hoy, que ese costo va a haber que pagarlo, porque por ahora el Gobierno tiene suficiente fuerza, porque no hay nada listo que pueda manejar el país que va a entregar Chávez y porque a veces es importante para las sociedades hacer completa la experiencia de los disparates en que se embarcaron.
Por lo demás, y así es que la vida transcurre, valiosamente, la mayoría del país no deja de luchar contra ellos un solo día.

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