Transcribimos el artículo de un nieto de Don Mario Briceño Iragorry, escrito el 09-09-2009 ante el decreto 277 contra la memoria de su abuelo.
Reflexiones sobre Mario Briceño Iragorry
Por: Mario Alonzo Briceño Linares.
La participación en este medio informativo, masivo, debe tener el ánimo de mantener a los lectores informados de los aconteceres nacionales e internacionales de una manera didáctica, respetuosa al lector, y siempre agregando valor a la revolución. Con estas premisas parto las líneas que deseo compartir con los revolucionarios del siglo xxi.
He leído con muchísima atención un artículo que apareció en este medio el 08 del presente mes (ayer), titulado “No es una infamia sino una verdad probada” sin una persona firmante sino un grupo cronistas parroquiales y comunales de Trujillo.
Para poder hablar sobre MBI, uno necesita mucho coraje, estudio, investigación y ante todo cultura. Cualquiera que se tome la tarea de hacer una narrativa de algún personaje, lo primero que debe hacer es documentarse; leyendo, entrevistando personas que conocieran al personaje, vivir parte de la historia y sus circunstancias. Este no es el caso que nos trae a comentar lo que contiene ese escrito, ya que no refleja ningún tipo de hecho de la realidad, sino todo lo contrario: especulaciones y subjetividades.
Lo más atractivo de lo leído es el tema de la mesa en donde se firmó el decreto de guerra a muerte. Pareciera que está hecho a propósito, con alevosía. El señor Bennet, francés, que hace referencia a la tan nombra pieza histórica, que fue copartícipe en la guerra de independencia y que sin ella nuestro Libertador no hubiera podido firmar el decreto de guerra a muerte, ideado por mi pariente el Coronel Antonio Nicolás Briceño. Bueno, esa mesa, supuestamente regalada por MBI al Gral. Juan Vicente Gómez, en 1927, ha sido la causante de una diatriba tan subjetiva e infantil que solo puedo pensar que ésto fue gestado, por no se quien, para que se iniciara una discusión sobre MBI, su vigencia e importancia en la vida del estado Trujillo y en la nación. De otra manera no hay razón, ya que estos personajes que escriben (anónimos) le dan importancia histórica y determinante a la mesa, en vez de a los personajes y al decreto per se y dejan a los autores principales en un segundo plano.
Sobre las posiciones que MBI asumió dándole prestancia a sus cargos, hay cantidad de documentación que se puede estudiar y de allí sacar una conclusión objetiva sobre sus andanzas como empleado público. También están vivos conocidos que cumplieron con la tarea de escribir sobre MBI y sus narrativas son de gran altura. Se conoce los honores que MBI se le dieron en vida por sus servicios al país.
MBI llegó a Caracas en el año 1021 luego quew se graduara de abogado en lULA e inmediatamente ingresa al Ministerio de Relaciones Exteriores como director de política internacional, con sus amigos Lisandro Alvarado, Jacinto Fombona y José Antonio Ramos Sucre. Esto dista mucho de los alegatos sobre la posición que MBI tenía en esa época en el ministerio del interior. Nunca tuvo que ver con política interna, no con la sagrada ni nada que se le pareciera. Una de las imprecisiones del artículo cuyo propósito es llenar de errores, malas intenciones a los lectores con poco conocimiento de quienes fueron los hombres que le dieron brillo a la patria.
En 1928 asume la gobernación de Carabobo y para esos días ocurre la insurgencia estudiantil contra Gómez. Se le acusó de haber encabezado la represión, siendo exonerado por los tribunales de justicia y por la misma opinión pública, días más tarde.
Esto nunca lo negó y por eso fueron momentos muy difíciles que los asumió con responsabilidad ante la nación y ante su familia, siendo liberado de toda responsabilidad e esos hechos. La acusación que se le hace en estos momentos no tiene ninguna relevancia. Todo es para seguir buscando algunas cosas que haga que MBI se desprestigie ante los ciudadanos de Trujillo. Una más sacada con una incapacidad notoria en el camino que se proponen.
Nosotros, la familia de MBI nos sentimos orgullosos de haber tenido un pariente del prestigio moral, ciudadano, histórico, ético, como el autor del Caballo de Ledesma, Casa de León y su Tiempo, Mensaje sin Destino, Tapices de Historia Patria, Ideario Político y muchos otros títulos de muchísima importancia para la república, en cualquier tiempo.
Al morir MBI, la herencia que dejo a sus descendientes perdurará por los siglos: Honor, Civismo, Amor a la Patria, Honradez, Moral Pública, Respeto por los ciudadanos de la nación, Amor al estudio y a la lectura. Una cosa que no nos dejó fue bienes de fortuna: nada, ni una locha partida por la mitad. Gracias a Dios MBI se casó con una gran mujer que supo llevar la pobreza económica de MBI con dignidad hasta el día que se despidió de todos nosotros.
MBI tuvo ocho hijos: seis varones y dos hembras. Solo viven cuatro: dos varones y las dos hembras. El nombre de Raymond no fue por una salida pitiyanquista como esta gente alega. Raymond significa Ramón en francés y por unos momentos de dificultad en los últimos días del embarazo de la madre, doña Pepita, mi muy querida abuela, le ofreció el niño a san Ramón Nonato y ese era el nombre del hijo: Raymond Nonato, mi papá. Cualquier otra cosa es la creación de la ficción de mentes no muy capaces de decir la verdad.
Durante la dictadura de Gómez, muchos fueron los venezolanos de gran prestigio que cumplieron misiones públicas y con honor. Ese fue el caso de MBI. Nadie puede decir que el Ilustre Trujillano incumplió con sus deberes públicos y de ciudadano, con gran amor a su trabajo, siempre en plena evolución intelectual.
Una de las muchas imprecisiones y especulaciones que aluden estos escritores aficionados, sobre la conducta de MBI.
Estaría sumamente contento que los revolucionarios del siglo XXI, seguidores de las ideas avanzadas de los ideólogos de la revolución pudieran estudiar la prosa de Mario Briceño Iragorry y aprendieran de su pensamiento, que una vez fue vigente y continua como antaño y que cada día podría ser de reflexión en estos momentos de pleno desarrollo de la revolución.
No contemos con retroceder y caer en un barranco por creer que por allí va la dirección. Más bien, pongamos nuestro pensamiento a las alturas más elevadas para entregar valor a lo que hacemos día a día, mirando construir y no destruir sin sentido.
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