jueves, agosto 07, 2008

Historia de Venezuela contada por el literato Eduardo Casanova: "El Paraíso Burlado" ("Capítulo I: El Paraíso Partido: El Tanteo por Oriente")

RECOMENDADO PARA ESTUDIANTES COMO GRATA NARRACIÓN DE NUESTRA HISTORIA
TEMAS: VENEZUELA INDÍGENA Y VENEZUELA HISPANA (O COLONIAL).
EL SUBRAYADO ES NUESTRO.
Eduardo Casanova

El Paraíso Burlado

(Venezuela desde 1498 hasta 2008)

I

El Paraíso Partido

(Venezuela antes de la Independencia)

El Tanteo por Oriente

Aquellos dioses barbudos, con piel y cabeza de metal, viajaron hacia el Occidente para convertirse en señores, porque no lo eran en España, y los señores tenían no sólo riquezas, sino trenes de servidumbre para satisfacer todas sus necesidades. Por lo tanto, esos nuevos señores necesitaban esclavos, pero no sólo para satisfacer sus caprichos, sino para hacer sus fortunas. Así nació en régimen de Encomienda de Indios, copiado de los señoríos medioevales y cuyo fin era “proteger” a los pobres indígenas, velar por su seguridad y buena vida y, de paso, servir militarmente a la corona. A cambio de esa paternal protección los indios tenían que trabajar, desde luego, sin salario, para sus “protectores”, dos o tres días a la semana. En la práctica los ponían a trabajar siete días a la semana, cincuenta y dos semanas al año y hasta que se reventaban, especialmente los que estaban “protegidos” en los ostrales de oriente o en las minas. Fue por eso por lo que los buenos sacerdotes Bartolomé de las Casas y Antonio de Montesinos clamaron al cielo e iniciaron una fuerte campaña en contra de aquellas prácticas. La presencia de España en América era para evangelizar, para llevar a Buena Nueva a aquellos inocentes seres que hasta entonces no habían tenido oportunidad de conocer la Verdad, no para explotarlos y reventarlos como si fuesen animales de tiro y aprovecharse de su inocencia para que los encomenderos se enriquecieran como lo estaban haciendo. La campaña de los curas dio resultados, y en 1542 se dictaron nuevas leyes que prohibieron aquel régimen esclavista y lo sustituyeron por la Encomienda de Tributo, que si bien asimilaba a los indígenas a la condición de menores, no permitía que se les esclavizara. Aplicada en Venezuela en 1545 obligaba a que los “protegidos” pagaran los servicios de los “protectores” no con trabajo forzado sino con frutos o dinero. Sólo se exceptuaron los indígenas que se reventaban en las minas de sal. Los “protegidos” no se resignaron dócilmente, y grandes encomenderos, como Garcí González de Silva, debieron enfrentar rebeliones que hasta pusieron en peligro sus vidas. O se las quitaron en más de un caso, como a Julián de Mendoza. El régimen, que además fue la causa de que se esclavizara a los africanos, fue oficialmente abolido en 1687, pero en la práctica continuó utilizándose hasta mediados del siglo XVIII. Fueron dos siglos y medio de brutalidad, que empezaron en el Oriente del país, en ese primer tanteo que tuvo como centros a Cubagua, Margarita y Cumaná.A Cumaná, tierra de muchos de mis antepasados, suelen llamarla “la primogénita del Continente”, lo que se presta a muchos equívocos. Cuando nació, ya El Cuzco o Tenochticlán existían, tal como muchas otras ciudades y aldeas del continente. Es más, hasta en el territorio venezolano había varios pueblos cuando llegaron los españoles. De modo que no es en realidad la primogénita propiamente dicha, aunque sí fue la primera ciudad fundada por los españoles en el continente americano, por lo que habría que llamarla la primogénita española de América continental, lo cual, desde luego, debe tener su atractivo turístico. Aun así, habría algún elemento para discutir esa primogenitura, lo cual no dejaría de ser un planteamiento absolutamente inútil, basado en el supuesto de que Alonso de Ojeda, nacido en Cuenca en 1470 y muerto en Santo Domingo unos cuarenta años después, fundó en 1502 ó 1503, en la Península de Paraguaná, el primer establecimiento español en el continente americano (Sucre, Luis Alberto, Gobernadores y Capitanes Generales de Venezuela, Segunda Edición (re¬impresión), Cuatricentenario de Caracas, Caracas, Venezuela, 1964. P. 8). Eso podría dejar a Cumaná sin aquel slogan de publicidad turística, lo cual no creo que le quite el sueño a ningún cumanés. Otros encantos tiene para ofrecer, aunque haya dudas sobre la primogenitura. En cambio, sobre lo que no puede haber duda de ninguna especie es en cuanto a que inauguró la costumbre, por lo menos en Venezuela, de haber sido fundada varias veces. Trujillo, no sólo fue fundada varias veces sino que hasta en repetidas oportunidades cambió de nombre: Inicialmente fue Trujillo, después Mirabel, des¬pués Nueva Trujillo, Trujillo del Collado, Trujillo de Medellín, Trujillo de Salamanca y Nuestra señora de la Paz de Trujillo. Barinas, en el piedemonte andino, se fundó en donde hoy está Altamira de Cáceres, luego pasó a lo que hoy es Barinitas y finalmente se estableció en el sitio que hoy ocupa. Mérida, ciudad andina, padeció un proceso muy complicado para su fundación: El primer intento provino de Coro en 1534, cuando un representante de los Welser llegó al páramo de Santo Domingo. El segundo fue por órdenes de Juan Pérez de Tolosa, primer gobernador de la provincia de Venezuela, que envió a su hermano Alonso a explorar las montañas nevadas. El tercero fue realizado por Juan Rodríguez Suárez, “el Invencible Caballero de la Capa Roja”, que el 9 de octubre de 1558 fundó, en donde hoy está San Juan de Lagunillas, una ciudad que llamó Mérida en honor a su ciudad natal, Mérida de Extremadura. Días después, a causa del calor y los insectos, resolvió mudar su ciudad aguas arriba del río Chama, a la meseta formada por ese y otros dos ríos, a cuatro leguas de las lagunillas, en lo que hoy es la Parroquia de Santiago de la Punta, a donde llegó el 1º de noviembre del mismo año. Por último, Juan de Maldonado mudó la ciudad a su actual emplazamiento frente a la Sierra Nevada, el 12 de julio de 1559, y le cambió el nombre por Santiago de los Caballeros. Hoy se le conoce simplemente como Mérida.El caso de Cumaná no fue menos enredado. La decisión de formar en ese sitio un poblado se tomó por la necesidad de surtir de agua y de esclavos a los que explotaban las perlas de Cubagua. Era indispensable para ellos que la desembocadura del río Cumaná, la fuente de agua dulce más cercana al islote, estuviera protegida y segura. En ese sitio se radicó una guarnición, encargada a la vez de cuidarlo, de llevar el agua a Cubagua y de capturar los indios que servirían de mano de obra esclava. Desde luego, los indígenas trataron de defenderse y lograron que las noticias de las atrocidades llevadas a cabo por los españoles llegaran a Santo Domingo. Entre 1513 y 1515 los religiosos franciscanos y dominicos trataron de establecerse en la costa cumanesa para adoctrinar a los indios y tratar de protegerlos de los soldados. Pero los traficantes de esclavos arremetieron también contra los curas que trataban de arruinar sus negocios. A fines de 1515 o comienzos de 1516 ya estaban los religiosos establecidos, y había en el lugar un convento franciscano y una iglesia, que fue el sitio en donde se hizo la primera misa en tierra firme sudamericana. Los dominicos se establecieron un poco más al Oeste, en Santa Fe, que entonces se llamaba Chichiribichí y hoy es apenas un pequeño balneario entre Puerto la Cruz y Cumaná. Por cinco años vivieron los curas en paz, hasta que los esclavistas los asaltaron y se llevaron a los nativos, que creyeron que los de sotana los habían vendido a los de armadura y volvieron a alzarse en procura de su libertad. Casi todos los padres murieron, y sólo unos pocos pudieron refugiarse en Cubagua. Gonzalo de Ocampo, enviado por las autoridades de Santo Domingo, cayó como tromba sobre los indios y los sometió, mató a la mayoría y a los sobrevivientes los llevó como esclavos a Cubagua, en donde morirían con los pulmones reventados. Y de paso fundó en la desembocadura un pueblo que llamó Nueva Toledo. De manera que habría que aceptar que Cumaná se fundó en 1521. Fue entonces cuando apareció fray Bartolomé de Las Casas. Luego de protestar por el genocidio de Ocampo, logró que se le autorizara a ir a Cumaná y a reiniciar el proceso evangelizador. Pero en cuanto se descuidó, otro de aquellos barbudos con cuerpo de hierro raptó a varios de los indios y los vendió como esclavos en Cubagua, por lo cual los parientes y amigos de los secuestrados se alzaron y le dieron pie a otro hombre de hierro, Jácome Castellón, para que se aplicara en las artes de la represión. Castellón, que construyó en la desembocadura del río una torre-fortaleza, impuso su ley durante siete años, hasta que un terremoto se ocupó de tumbarlos a él y a su torre. En febrero de 1562 fray Francisco de Montesinos fundó por tercera vez una villa, ahora con el nombre de Nueva Córdoba, cabildo y todo. Siete años después, Diego Fernández de Serpa la funda por cuarta vez, con el primitivo nombre de Cumaná, y el 2 de julio de 1591 el rey Felipe II le otorgó el título de ciudad y un escudo de armas. Luego sería capital de una provincia, la Provincia de Nueva Andalucía.Hasta 1777 Cumaná y la provincia de Nueva Andalucía formaban una entidad totalmente separada de la provincia de Venezuela, con sus propios gobernadores y capitanes generales, dependiente de Santo Domingo, y no de Bogotá o de Caracas. Entre sus gobernadores estuvieron Pedro Pérez de Almazán, Diego Núñez Lobo, Francisco de Vides, Diego de Arroyo, Carlos de Sucre y Pardo (bisabuelo del Mariscal), Gregorio Espinosa de los Monteros y don Mateo Gual y Pueyo, padre de Manuel Gual, el que con José María España dirigió la rebelión republicana de 1797.Ya integrada la provincia a Caracas, fueron gobernadores, entre otros, Vicente de Emparan y Orbe (el que después sería gobernador y capitán general de Venezuela, cuando la rebelión del 19 de abril de 1810) y Eusebio Escudero, que fue destituido el 27 de abril de 1810, cuando Cumaná se sumó con entusiasmo al movimiento que se había iniciado en Caracas. Fue sustituido por un triunvirato que encabezaba Vicente de Sucre y Urbaneja, padre del futuro Mariscal. Pero eso fue mucho después. Aquel tanteo por Oriente duró lo que los ostrales de Cubagua y de Margarita, lo cual, en términos de Historia, no es mucho más que un suspiro. En aquel territorio quedó una provincia distinta a la de Venezuela o de Caracas, que nunca alcanzó la importancia de aquella a la que se incorporaría en 1777. Hoy, salvo por el fantasma del petróleo que existe en parte de ella, sigue siendo una región bastante más pobre que el Centro y el Occidente de Venezuela, y tampoco se sabe bien por qué.

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