Al leer esta nueva biografía (la número 83, la cual salió hace dos semanas a la venta en todos los kioscos del país), que nos regala esa maravillosa iniciativa del diario El Nacional que es la colección "Biblioteca Biográfica Venezolana"; sentimos gran admiración, no sólo por el personaje, sino también por su biógrafo: mi profesor y amigo José Alberto Olivar. Olivar representa esta nueva generación de jóvenes historiadores venezolanos que nacieron alrededor de la década de los setenta; los cuales están desarrollando una historiografía independiente de la historia oficial y de lso temas tradicionales, y que anhelan el descubrimiento y valorización de todo un conjunto de CIVILES que ayudaron a construir el país, y que contrastan con los mandones, caudillos y militarotes de siempre; y a su vez: el desarollo de una serie de temas nunca antes tratado, como es en su caso el de las vías de comunciación, entre otros.
José Alberto Olivar es un caraqueño de raices que provienen de los andes y el oriente venezolano, nacido en 1976; historiador Egresado de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador y Magister Scientiarum en Historia de Venezuela Republicana (UCV, 2004). Es profesor del Pedagógico también, y miembro del Centro de Investigaciones Históricas Mario Briceño Iragorry. Profesor invitado a dictar curso de postgrado en la Maestría en Historia de Venezuela en la UCAB. Actualmente es candidato a Doctor en Historia en la UCAB y la UCV. Autor del libro Caminos y carreteras en Venezuela (2004). Ha publicado varios artículos en revistas especializadas y arbitradas como Tierra firme, Ensayos Históricos, Mañongo, Lógoi y Procesos Históricos. Está casado y le dedica esta biografía a su pequeña hija. (Desde ya le decimos: ¡Todo nuestro apoyo y admiración para el profe Olivar!).
Si una casta de hombres civiles fuese suficiente para redimir a la nación de la violencia y la anarquía, no hay duda de que la estirpe de los Muñoz Tébar pudo haber asumido esa tarea para la cual El Libertador propuso -en su célebre Discurso de Agostura, en 1819- la creación de un aerópago republicano.
Así comienza la biografía, señalando el papel de los civiles en la construcción del país; y recordando al padre y a los tíos de Jesús Muñoz Tebar, quiénes fueron próceres de la Independencia, en especial el civil Antono Muñoz Tebar (tío de Jesús). A continuación el autor nos describe el contexto en el que nace (1847), y sus estudios hasta llegar a ser ingeniero. Es la realidad de una Venezuela caudillista y pobre; de manera que el esfuerzo hecho por este ingeniero en construir un conjunto de obras que iniciarán el proceso de modernización física del país, adquiere un mayor valor. Estamos acostumbrados a escuchar la historia de los sacrificios y proezas militares de nuestros caudillos, pero muy poco de los civiles que se enfrentaron a los caprichos de estos caudillos pero especialmente a las dificultades económicas, sociales y del medio natural. El mejor ejemplo fue la construcción del ferrocarril Caracas-La Guaira desde sus primeros estudios en 1873 hasta su finalización diez años después (este requería cerca de 400 puentes o viaductos, y muchos muros de contención; y sigificó más del 40% del presupuesto nacional); el cual tuvo en Muñoz Tébar su principal director como encargado del nuevo Ministerio de Obras Públicas (cargo que tuvo durante casi todo el guzmanato: 1870-1888; y por tanto la responsabilidad en las múltiples obras de estos tiempos).
El autor resalta las facetas de Muñoz Tébar como pedagogo, rector de la Universidad Central, astrónomo (fue el ingeniero encargado de la construcción del Observatorio Cajigal), y como analista de nuestra realidad sociopolítica con su obra Personalismo y legalismo. En dicha obra rechaza las visiones racistas y de determinismo geográfica (que luego desarrollarán los positivistas en Venezuela), y asume la explicación culturalista de nuestro poco desarrollo civilizatorio y excesivo personalismo político (en especial la "Leyenda Negra" española). Propone para Venezuela: el credo liberal siguiendo el ejemplo de los Estados Unidos, aunque combinándolo con el parlamentarismo europeo (en algunos aspectos me pareció la obra un adelanto de lo que luego será el famoso escrito de Carlos Rangel (1976) Del buen salvaje al buen revolucionario). Para finalizar, y admirarnos de este prócer civil; Olivar nos cuenta de la profunda honestidad y pulcritud en el uso de los dineros públicos que Jesús Muñoz Tébar practicó, por lo que su familia quedará con dificultades económicas a su muerte en 1909.
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