Wednesday, September 18, 2019

Este domingo 22 el escritor Alvaro D’Marco presenta en "Kalathos" (Galpones de Los Chorros) a las 10 am su libro "Sin despedida". Acá les dejamos una semblanza del amigo y escritor


Alvaro D’Marco, semblanza de un escritor

Carlos Balladares Castillo

Publicado en El Nacional

El domingo 22 de septiembre se presentará en la librería Kalathos (Los Galpones de Los Chorros, Caracas): Sin despedida, el primer libro impreso de Alvaro D’Marco. Del buen amigo y escritor ya hicimos una reseña de su otra obra: Gracias Ulises por tus batallas, en esta misma columna el 24 de octubre de 2018 en un artículo titulado como el libro. Ahora queremos ofrecer una semblanza de la vida del autor al cual creemos conocer bien, porque desde hace más de 10 años nos une la amistad de compartir un mismo espacio: la Universidad Monteávila, pero muy especialmente la pasión por la literatura. En todo ese tiempo he descubierto en Álvaro; no solo una persona culta, un lector voraz y un escritor disciplinado; sino especialmente un gran ser humano. Una persona que hace de Venezuela, sobretodo en estos tiempos oscuros que padecemos, un lugar donde podemos esperar con certeza un renacimiento.

¿Por qué? Porque Álvaro posee una inmensa fortaleza y bondad en medio de las dificultades. Nació en El Tigrito (estado Anzoategui) el 20 de abril de 1956, y nos recuerda que es el mismo día que nacieron Mahoma y Adolf Hitler. A los 4 años le traen a Caracas y lo dejan al cuidado de dos tías abuelas que no tenían hijos y se dedicaron a criarlo con amor. El esposo de una de ellas era gran lector y poseía una modesta biblioteca, y éste le fue animando a leer buenos libros porque había aprendió a hacerlo muy pequeño: ¡a los 4 años! Poco a poco se convirtió en un niño admirado por las visitas al recitar de memoria pasajes de la Historia Patria. Al graduarse tenía clara su vocación literaria y el plan era entrar en la Universidad Central de Venezuela (UCV) a estudiar Letras, pero terminaría formando una familia y esta responsabilidad le exigía todo su tiempo. La universidad y la escritura tuvo que esperar, pero poco a poco fue adquiriendo un montón de experiencias que forjarían los hechos, personajes y tramas que pueblan sus obras.

Una de estas experiencias fue “despertar” a la condición ciudadana, la cual se hará realidad poco a poco desde el “Caracazo” y con gran fuerza ante la acción del chavismo. Porque antes se había encerrado en su familia, trabajo y libros, entre tantos otros grandes placeres de la vida. Tal como hicimos la mayoría de los venezolanos gracias a la bonanza petrolera, manteniéndonos ciegos ante un conjunto de injusticias y realidades que nos llevaron a esta tragedia que hoy padecemos. Es este uno de los temas fundamentales de sus novelas y que adquirirá en su vuelta a la universidad desde 1988, tiempo en el cual también comienza a laborar en la Biblioteca Nacional (División de cine y vídeo el Archivo Audiovisual de Venezuela) donde desarrolla una exitosa carrera como Archivero Audiovisual, hasta que las nuevas autoridades colocadas por el chavismo le piden la renuncia.  

Pero en esos tiempos universitarios no desarrolló disciplinadamente su vocación escritural, sino que perfeccionará su formación en las letras. Es a partir del año 2012 que el hábito de la escritura impregna todas sus horas. La amistad con un joven estudiante de Comunicación Social y también escritor: Carlos De Santis, lo anima a dedicarse con mayor esfuerzo, debido a que éste lee su primera novela y queda maravillado por la calidad de la misma. Desde ese momento se levante de madrugada y va concluyendo sus novelas, que serán revisadas por De Santis y por otros correctores. Ahora, poco a poco, las va editando.
Al preguntarle por su legado nos dice que lo primero son sus hijos a los cuales les ha dejado su herencia biológica y cultural, lo segundo sería su obra escrita (hoy tiene 4 novelas y varios cuentos ¡esperando escribir muchas más!), y lo último lo que ha dejado en la memoria de un conjunto de personas entre ellas todas aquellas con las que he trabajado y vivido. En esto último considera que en la Biblioteca Nacional dejó organizado el “Archivo Audiovisual de Venezuela” el cual no estaba ordenado racionalmente y cumpliendo las condiciones técnicas de conservación, aunque ese trabajo – según le han dicho – se ha ido perdiendo en los tiempos del chavismo. En Radio Caracas Televisión (RCTV) organizó - del 2004 al 2007 – en buena parte el archivo fotográfico del Diario de Caracas el cual tiene más de 3 millones de imágenes.  

Nota: esta semblanza es parte de un pequeño proyecto, el cual consiste en contar las vidas de algunas personas que he tenido la suerte de conocer. Por lo general son desconocidos para muchos pero han dejado un sencillo aunque importante legado, y representan una Venezuela con la cual no dejo de soñar.

Wednesday, September 11, 2019

Humboldt y la esperanza venezolana (a 250 años de su nacimiento) (mi columna de los miércoles en "El Nacional")

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Humboldt y la esperanza venezolana (a 250 años de su nacimiento)

Carlos Balladares Castillo

Publicado en El Nacional
El viernes 14 de septiembre se cumplirán 250 años del nacimiento de Alexander von Humboldt (1769-1859). Un hombre de ciencias que nos visitó de 1799 a 1800, y se quedó en la memoria colectiva de los venezolanos. Son muchas las instituciones y lugares que llevan su nombre en nuestro país, pero me pregunto: ¿cuántos nacionales lo han leído? Todas las bibliotecas que he visitado a lo largo de mi vida en Venezuela contienen su obra Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente, en especial la maravillosa edición popular que hizo Monte Ávila Editores en 1985, basada en la de 1956 del Ministerio de Educación que reproduce la traducción de nuestro Lisandro Alvarado. En mi biblioteca personal tengo sus cinco tomos, gracias a que esta edición era sumamente barata; pero también la biografía que pertenece a la colección Grandes Biografías de la editorial Salvat y la recopilación epistolar de la Biblioteca Ayacucho: Cartas Americanas (1980). Sirva esta artículo para animar, especialmente a mis compatriotas, a leer a nuestro querido Humboldt el cual seguramente nos transmitirá esperanzas en estos tiempos oscuros que padecemos. Porque su obra muestra el enorme potencial (no riqueza) que tiene esta tierra y su gente.

Los grandes aportes de Humbolt al conocimiento de Venezuela sería imposible resumirlos en nuestro pequeño espacio. Por ello solo ofreceremos un breve contacto con sus hermosas palabras, las cuales a su vez nos permiten llenarnos de esperanza. Es por ello que me gusta - ¡y más cuando la tristeza colectiva nos embarga! – leérselo a mis alumnos, en especial las frases que le dirige a su hermano Guillermo desde Cumaná el 17 de octubre de 1800:

No sabría repetirte suficientemente lo feliz que me encuentro en esta parte del mundo, a cuyo clima me he habituado de tal manera que parecería que nunca hubiera habitado Europa. Quizás no exista en todo el universo un país donde se puede vivir de modo más agradable y más tranquilo (…). El clima es muy saludable, el calor comienza a ser intenso solo por la mañana a las 9 horas y no dura más que hasta las 7 horas de la tarde. Por la noche y por la mañana, hace mucho más fresco que en Europa. La naturaleza es rica, variada, inmensa y majestuosa por encima de toda expresión. Los habitantes son dulces, buenos y conversadores, en verdad despreocupados e ignorantes, pero sencillos y sin pretensión.

(…) Entre los colonos (originarios de Europa) se ha conservado toda la simplicidad de las costumbres españolas del siglo quince; se encuentran a menudo entre ellos rasgos de humanidad y principios de una verdadera filosofía, que a veces se buscan inútilmente entre las naciones que conceptuamos cultivadas.

No negamos que en las siguientes líneas el propio Humboldt habla de cómo algunos de esos mismos que se dicen ilustrados maltratan a sus esclavos. Por otro lado, algunos dirán que han pasado 220 años, que ya no somos el mismo pueblo y que la guerra que vendría lo destruiría todo. Pero pensemos en los tiempos de los pueblos y no tanto de nuestras vidas. En ese caso somos parte tanto de la semilla como de la tradición que pudo identificar Humboldt en nosotros y en nuestra geografía. La realidad, la REALIDAD, no se reduce al horror que hoy vivimos y que incluso padecimos para lograr construir el proyecto republicano.
Humboldt en Caracas, en lo que respecta a los datos que podríamos llamar “sociológicos”, percibió que nosotros (junto a la Habana) tendíamos a tener “más luces sobre las relaciones políticas de las naciones, miras más extensas sobre los estados de las colonias y de las metrópolis” y “además, en ninguna parte de la América española ha tomado la civilización una fisionomía más europea” (Viajes a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente). Sirva estas dos afirmaciones para despejar alguna duda sobre percepciones relativas a nuestro pueblo como apático o con nulas disposiciones hacia el republicanismo. Por no hablar de algún rechazo a nuestra condición de occidentales.

Si el “conocimiento es poder”, sobran las palabras al señalar los grandes aportes de Humboldt a nuestra tierra en geografía, cartografía, espeleología, clasificación de nuevas especies en fauna y flora, etc. No sé por qué Venezuela no le ofreció la ciudadanía tal como hizo México una vez que logró su independencia, pero no importa, así como todos los venezolanos saben que el doctor José Gregorio Hernández es santo aunque todavía no haya sido canonizado ¿a quién le cabe duda? ¡Humboldt era venezolano! Y desde acá siempre le diremos a su espíritu, siempre vivo en toda mente científica y humanista: ¡gracias catire! Danke!

Wednesday, September 04, 2019

Una nueva perspectiva sobre nuestra condición petrolera (nuestra columna de los miércoles en "El Nacional")


Una nueva perspectiva sobre nuestra condición petrolera

Carlos Balladares Castillo

Publicado en El Nacional 

La reconstrucción de Venezuela después de la mayor destrucción padecida en su historia contemporánea, pasa por asumir lo que sabemos hacer pero que nunca hemos querido terminar de aceptar: ser un país petrolero. Esta idea me la ha reafirmado la lectura de un excelente libro (ganador del Premio Rafael María Baralt en su bienio 2018-2019): Londres en Caracas y La Haya en Maracaibo: Retos empresariales de Royal Dutch Shell en la industria petrolera venezolana entre 1943-1958, del buen amigo y colega: el ingeniero Alejandro E. Cáceres. Dicha obra representa un valiosísimo aporte a la historiografía del petróleo en nuestro país, porque no solo se centra en la industria petrolera escasamente estudiada, sino que a su vez se aparta de las perspectivas (en lo político, económico, historiográfico y literario) que siempre hemos mantenido en nuestra relación con el hidrocarburo y que no es otra que verlo como “excremento del diablo” (Juan Pablo Pérez Alfonzo, 1976).

Según esta tradición no es cualquier objeto demoniaco, es lo peor… y ciertamente si revisamos las obras de ficción que lo tratan directa o indirectamente (que son más de las que se piensan) siempre es visto como algo negativo para Venezuela y los venezolanos: es una riqueza no trabajada, destructiva del medio ambiente, codiciada por los imperios que terminan ocupando nuestro país para robarla y terminar modificando para mal nuestra cultura, y los campamentos petroleros están aislados del país y denigran de los nacionales. El marxismo se impondrá en su perspectiva de “dominación imperial”, pero incluso cuando se termina aceptando su influencia como generadora de progreso y modernización se temen sus consecuencias en el sentido de la cultura rentista o ser una economía nada noble como sí lo era la agricultura. De allí la necesidad de un antídoto llamado “sembrar el petróleo” (Alberto Adriani, Arturo Uslar Pietri; 1936). La investigación de Cáceres busca las razones empresariales a la hora de invertir en el negocio, y realizar un desarrollo organizacional acorde con los retos que éste les imponía en la realidad venezolana y mundial. En ella no se identifican causas imperialistas a la hora de comprender el fenómeno. De esta forma comienza a disiparse una percepción que nos ha alejado del más importante capital tanto financiero como en lo que respecta a la cultura industrial.

En mi niñez me fascinaban los micros de Maraven: “Petróleo en gotas”, la filial de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), que intentaban acercar la industria a nuestra sociedad. Era de las pocas iniciativas que buscaban superar la visión perniciosa que se había sembrado en nuestra cultura por la tradición anteriormente descrita, y que se seguía sembrando en especial desde el marxismo que en los ochenta todavía influía con fuerza, especialmente en los contenidos de la enseñanza de nuestra historia. Pero también en los políticos que en los noventa lograrían el apoyo electoral finalmente y que hoy dominan el poder. Cáceres nos muestra como la industria petrolera, en especial la Royal Dutch Shell que es el centro de su investigación, llevó a cabo grandes innovaciones para ser más productivos (como es normal en toda empresa) pero también para lograr el progreso de Venezuela (tal como era su lema). Facilitó la educación y el mejoramiento de la higiene de las poblaciones (erradicación del paludismo) y zonas donde operaban, permitiendo la participación de los venezolanos no solo en el persona obrero sino a niveles gerenciales.  

Esta investigación contribuye al establecimiento de un nuevo relato que nos permita comprendernos mejor como sociedad. El petróleo (su industria) como parte de una épica civil, la cual por cierto se ha venido reclamando y proponiendo desde una nueva historiografía crítica con el culto a Bolívar y a los próceres de la Independencia (y a todo lo militar). Pensamos en una épica del emprendimiento, del control y explotación de la naturaleza, de la modernización y muy especialmente del consenso para lograr todo esto entre las potencias extranjeras y la nación venezolana. Es el abandono de toda prédica “marxista-antimperialista” que ve al extranjero como una amenaza y no como un aliado. Este estudio debería estimular la investigación histórica en las diferentes áreas que han afectado y afectan el petróleo, de manera que se puedan desmontar (si por lo que observamos es el caso) todas las afirmaciones que se realizaron durante cien años y que desde hace 20 años han marcado de manera determinante las políticas petroleras que han llevado a Venezuela a la situación donde se encuentra.

Sunday, September 01, 2019

80 aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial (mi articulo de los miercoles en El Nacional)


La Segunda Guerra Mundial se inició hace 80 años

Carlos Balladares Castillo

Publicado en El Nacional

El título de este artículo debería ser: La Segunda Guerra Mundial (SGM) se inició hace 80 años para convertirse en el hecho histórico con mayor número de representaciones cinematográficas (más de 1400 según wikipedia), pero era demasiado largo. Pensé en cambiar el título y colocar el evento y la palabra “cine”, pero no resaltaría la gran efemérides de este próximo viernes Primero de septiembre. En todo caso, con esta explicación ya el lector se ha enterado de qué vamos, y no es más que dar algunos datos e ideas sobre el enorme impacto que tuve la mayor guerra de la historia de la humanidad por su costo en vidas, recursos y riquezas, extensión geográfica y el número de países involucrados y especialmente por su impacto en el mundo actual.

Las potencias vencedores (Estados Unidos, Unión Soviética, Reino Unido, China y Francia), pero también las perdedoras (Alemania, Japón e Italia), son las que poseen mayor influencia en lo económico. Es evidente que las primeras son las que marcan la política actual y poseen los ejércitos más poderosos, empezando con los Estados Unidos el cual tiene una larga distancia en relación a las demás. Por otro lado, los valores que justifican la acción de contraofensiva frente a la agresión de Alemania y el Japón (el peso de Italia es muy pequeño para nombrarla en el “Eje”), que se repiten en los guiones de todas las películas de los estudios de Hollywood y del cine británico, son los dominantes – a pesar de sus problemas y debilidades - en el presente: la paz generada por la armonía entre las naciones, la democracia, la libertad individual, la tolerancia y los derechos humanos.

Ese discurso no se ha dejado de repetir en menor o mayor grado desde que se empezaron a filmar películas sobre la SGM. Incluso previo a los hechos, hay filmes que defienden estos principios ante la clara amenaza del fascismo alemán y el militarismo japonés (con mucha menor frecuencia). Los estudios de Hollywood temieron dedicarse al tema antes de la entrada de Estados Unidos al conflicto, salvo algunas pocas excepciones entre las cuales se encuentra John Ford. El director  movió todas sus influencias para que la Marina creara una oficina dedicada a la Propaganda y al mismo tiempos los Estudios se centraran en dicha temática. Ford lo lograría a partir del ataque a Pearl Harbour (7 de diciembre de 1941) cuando la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) - que fue la predecesora de la CIA - se lo permitió y éste lideriza el reclutamiento de un conjunto de cineastas que acompañarían a los ejércitos en el frente y animarían con sus creaciones el apoyo de la población y de los propios soldados al esfuerzo militar.

Es entendible el fenómeno de predominio de la SGM en plena conflagración e incluso en la década inmediatamente posterior (los cincuenta), pero ¿por qué sigue siendo el tema rey en el cine histórico y bélico 80 años después? Un ejemplo de este fenómeno son las 20 películas y poco más, por solo nombrar las producidas por los Estudios más famosos, que se han estrenado y se estrenarán en el año que trascurre (2019). Entre ellas se le hace bastante publicidad a Midway (Roland Emmerich) que llegará a las salas de cine en el mes de noviembre. Los antecedentes a nivel cinematográfico de la más importante batalla en la Guerra del Pacífica fueron el documental de John Ford, a pocos meses de haber sucedido (ganadora del Óscar a mejor documental); y en 1976 fue producida una película dirigida por Jack Smight (1925-2003) la cual tuvo como protagonistas a Charton Heston (1923-2008) y Henry Fonda (1905-1982). ¿Será que ciertas batallas, líderes y realidades que se desarrollaron en la guerra han calado en la memoria colectiva de la humanidad y poseen un inmenso atractivo para las audiencias? ¿O es que el mismo cine se dedicó a crear dichos mitos y cada cierto tiempo los refuerza con nuevas versiones?

El boom de este subgénero histórico y bélico que es la SGM, también está teniendo una especie de edad de oro en los países que no son potencias - tanto en lo político como en la producción de cine - pero que la padecieron y que en las últimas dos décadas han generado maravillas. Un buen ejemplo es el cine escandinavo y por allí van surgiendo con fuerza los cines rusos, chino y de Corea del Sur; aunque dominados por un gran peso propagandístico y de épica. El cine alemán se va quitando sus complejos y produce obras maestras, como aquella que relata los últimos días de Adolf Hitler en el bunker de la Cancillería: Der Untergang (El hundimiento) de Oliver Hirschbiegel en el 2004 y la cual fue nominada el Óscar a mejor película de lengua no inglesa. E incluso también están montones de creaciones que podríamos llamar de serie B o que usan a la SGM como pretexto para establecer historias de terror, space opera, entre otros.

El buen cine de la SGM como todo filme de género histórico, son - siguiendo a John Ford – los que cumplen con su afirmación: “Lo que yo quería era hacer exactamente lo que había ocurrido”. El más apegado a los hechos es el mejor, y en este sentido la serie Band of brothers (2001) producida por Tom Hanks para mí es la primera entre todas. Su ejemplo sigue inspirando a muchos directores, como esa obra de arte que es Dunkerque (2017) de Christopher Nolan. Y podemos finalizar señalando que el discurso que ha predominado en este cine (la defensa del hijo predilecto de Occidente: la democracia liberal), nunca ha cesado porque la última Guerra Mundial puso en peligro hasta la propia existencia de la civilización (todo lo que muestra El Holocausto o Shoá es otra prueba de ello). Es como si la humanidad entera poseyera la consciencia de no olvidar el momento cuando todo lo bueno estuvo a punto de perderse. Es una forma de decirnos a nosotros mismos: “¡Nunca más!”

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