Artículos de opinión de los historiadores venezolanos
Les dejo acá el artículo semanal del historiador Simón Alberto Consalvi que publica todos los domingos en El Nacional.
Los muertos que vos matáis...
Cuando el Presidente de la República se dirige a los militares en sus heroicas arengas (armonizadas con el fondo musical de los bombarderos Shukoi), no tiene otro mensaje que lo seduzca más como participarles a sus generales "el fin del capitalismo", lo cual, según el visionario jefe del Estado, traería una era de felicidad a la humanidad con la implantación del "socialismo del siglo XXI", o sea, la resurrección feliz de aquel régimen que comenzó a derrumbarse con la caída del Muro de Berlín en 1989. Imagino que, por la calidez y entusiasmo de los aplausos, los generales comparten la teoría presidencial y todos a una celebran y brindan por los nuevos tiempos y por la era de abundancias que traerá consigo el sistema prometido.
No obstante las prédicas y las promesas del Presidente de Venezuela de que el capitalismo está haciendo aguas en el mundo, las cosas al parecer no andan por ahí, y más si uno observa a otros presidentes de países más influyentes que Venezuela, (un rato largo), como Brasil, México, la India, Suráfrica y China, (nada más ni nada menos que China), que esta semana viajaron a Japón para participar como invitados en la cumbre del G-8, donde junto a las potencias económicas occidentales se sienta el Presidente de la Gran Rusia, no de la URSS, (cuestión que no ha sido reconocida por el gobierno revolucionario de Venezuela).
Brasil, la India, México, Suráfrica y China forman parte del Grupo de los 5. Todos concurrieron a Japón como invitados del G-8. Sin los primeros, las potencias que tradicionalmente han dictado el catecismo económico, ya no están en condiciones de actuar solos. De ahí la presencia de los 5 en la Isla de Sapporo.
Representan las economías emergentes que comparecen en la escena mundial con fuerza tal que su reconocimiento es inevitable. De modo que ya comienza a vislumbrarse el Grupo de los 13, con lo cual podría hablarse de una verdadera representación global. Esta es una de las conclusiones de los observadores de esta cumbre, más allá de sus acuerdos o desacuerdos sobre el cambio climático, los precios del petróleo y la escasez de alimentos.
¿Qué andan buscando los 8 y los 5, o que buscarán cuando se sumen y sean los 13? Obviamente, no será la resurrección del comunismo ni su versión folklórica del "socialismo del siglo XXI", sino condiciones de avance social, de progreso material y de libertad sin restricciones, lo cual puede definir el siglo XXI y diferenciarlo del siglo de las guerras mundiales, de los holocaustos y de los dictadores despóticos. Nadie (con buen juicio) aboga en Europa por la vuelta de Hitler o de Mussolini. Nadie (con buen juicio) aboga en Rusia por la vuelta de Stalin y nadie (con buen juicio) aboga en la gran República de China por la resurrección de Mao.
Ahora se lee que el siglo XXI será el "siglo amarillo". Que el "siglo americano" está entrando en el ocaso. Eso dicen quienes escriben, como Fared Zakaria, sobre el mundo postamericano, The post American World. En todo caso, fatíguese usted los ojos y dele vueltas al mundo y trate de ver en qué otro país distinto de Venezuela se pretende establecer el comunismo o la metáfora que quiera usarse, y verá que el país de Bolívar es "único" y que el discurso del Presidente de la República a los militares no tiene par en el mundo.
Los militares, evidentemente, celebran con emoción ser protagonistas de tales cambios históricos aunque no los comprendan.
Se trata de un discurso verdaderamente original en esta época. No original en sí mismo, (porque es muy viejo) pero sí en la forma como se promete, a sabiendas de que no irá a ninguna parte, y que nos puede dejar en la ruina. Ni siquiera a esa "tierra prometida" que es Mercosur, un tratado de libre comercio fundamentalmente capitalista, donde Brasil tiene la última palabra. Por la inmensa admiración que Lula da Silva proclama por el Presidente de Venezuela, como por el protectorado intelectual que ejerce, uno podría suponer que el Presidente de Brasil viajó a la isla japonesa que alojó a los grandes del mundo para trasmitirles el mensaje de su amigo el Presidente Chávez Frías de que el capitalismo se estaba muriendo, sin que ellos se dieran cuenta.
Pero, no. Lula prefirió no alarmar a sus pares y buscar cómo conquista para el gigante suramericano las mejores condiciones del mercado mundial, antes de que "el capitalismo se acabe". Quizás para que su otro amigo, George W. Bush, no se vaya tan triste, Lula prefirió guardar el secreto. ¡Qué amigo tan solidario es Lula! Vea usted cómo va a Washington y cómo lo alojan en la residencia veraniega de los Bush. Tal como viene a Venezuela y pasea por el Orinoco y calcula cuántos puentes más se pueden construir sobre el río.
Mientras tanto, porque no hay quien le ponga el cascabel al gato, oiremos la jaculatoria de que el capitalismo ha muerto. Como decía Zorrilla: "Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud".
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