Sunday, July 06, 2008

Historiador venezolano (Luis Britto García) nos habla de la "liberación de los retenidos en manos de las FARC"

Artículos de opinión de los historiadores venezolanos
Les dejo acá el artículo dominical del historiador Luis Britto García que publica el Ultimas Noticias.
Liberaciones
Las guerras, incluso las de liberación, no se pelean ya en los campos de batalla sino en las pantallas. Desde hace un año, la problemática colombiana ha sido reducida mediáticamente al destino de media docena de rehenes, o de retenidos, como gustan llamarlos las Farc. Hasta los palos del monte tienen su separación. Recae el sensacionalismo mediático sobre mujeres con figuración política, que preferiblemente hayan estado casadas con franceses. Sobre el medio millar de secuestrados en las prisiones políticas del gobierno, ni palabra. Por tanto, el rescate de Ingrid Betancourt, de tres invasores estadounidenses y de una decena de soldados ha sido mediáticamente tratado como aniquilación de las Farc, las cuales según el ministro del Interior Fabio Valencia quedarían "sin ninguna acción militar ni ninguna posibilidad política". En realidad, las Farc dominan más de un tercio del territorio de la Hermana República y operan en el resto de ella, gobiernan y administran las zonas liberadas; combaten para expandir su influencia, mantienen vastas operaciones de intendencia y de captación militante e ideológica, y la captura de rehenes es sólo un aspecto incidental de sus actividades cuyo fin es el canje por secuestrados, como gustan de llamar a los encerrados en las prisiones políticas del gobierno. Las Farc podrían perder todos sus rehenes, o liberarlos unilateralmente, sin sufrir la más mínima disminución de sus capacidades operativas reales ni de su influencia en la población colombiana. El sensacionalismo tampoco borra los 3.720.428 desplazados de manera forzosa entre 1985 y 2005 por operaciones del ejército que registra la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, ni subsana la extrema desigualdad de la propiedad de la tierra y la riqueza que son las bases del conflicto colombiano. Mucho menos anula el precedente de que todos los intentos de reingreso a la vida legal por organizaciones insurgentes colombianas han sido contestadas con el exterminio masivo, y las tentativas de liberar rehenes humanitariamente, con golpes de mano. Ni el conflicto colombiano ni el latinoamericano ni el mundial se resolverán por decreto mediático, sino por el triunfo de los explotados. El rescate de Ingrid Betancourt fortalece el prestigio de Uribe como impulsor de una política dura de golpes exitosos, en momentos cuando la Suprema Corte de Justicia de Colombia investiga los sobornos pagados por el uribismo a varios parlamentarios para que aprobaran su reelección presidencial. Sin embargo, el ministro de la Defensa Juan Manuel Santos aparece en las pantallas al lado de una Ingrid Betancourt con uniforme militar, pugna mediáticamente por atribuirse el mérito de la operación, y de nuevo se antepone al presidente Uribe, como lo hizo al difundir la primicia de la muerte de Manuel Marulanda. Ello delata una pugna en marcha por la presidencia entre Uribe y su ministro de la Defensa, que podría complicarse con un relanzamiento de la candidatura de Ingrid Betancourt, repotenciada por la cobertura mediática de su cautiverio. Al pugilato por quedarse con el mérito del rescate se suma el portavoz del Consejo de Seguridad de Estados Unidos, Gordon Johndroe, quien afirma que "apoyamos la operación y proporcionamos apoyo específico" en el cual participaron "el embajador estadounidense en Bogotá, William Brownfield, y el jefe del Comando Sur del Ejército, el almirante James Stavridis". No me ayudes, compadre, podría decirles Uribe. Junto con las declaraciones en inglés imperial del embajador Brownfield -quien habla castellano- y las fotografías de los tres mercenarios estadounidenses capturados mientras invadían el territorio colombiano, ello revela contra quién luchan en verdad las Farc. Coincide casualmente el golpe de mano con la cumbre del Mercosur con el Encuentro de Ministros de Información de los Países no Alineados y con la inminente visita a Colombia del candidato guerrerista McCain. La feliz coincidencia podría ser utilizada por los lobbys de Washington para instar al Senado a sancionar el Tratado de Libre Comercio con Colombia, demorado por la masiva violación de derechos humanos por parte del Gobierno de dicho país. Tan estridente como la saturación mediática sobre Ingrid Betancourt uniformada y manchada de sangre, es el mediático apagón sobre lo que en realidad sucedió en una operación en la cual según Uribe "no se disparó" y según la rescatada "esperaba que no hubiera ajusticiamientos". La información que no informa es la madre de las especulaciones. La más disparatada supone una infiltración en el Directorio de las Farc que, de ser cierta, estaría hoy detenido en su totalidad. Pero las Farc seguramente reconsiderarán su política de rehenes, que han liberado algunos sin obtener nada a cambio; intentado la negociación diplomática mientras el Gobierno persistía en la violencia, y que expuso fatalmente a Raúl Reyes. El sentimiento humanitario impone acoger con beneplácito la liberación de Ingrid Betancourt, deplorar el rescate de tres mercenarios estadounidenses reos del crimen de lesa humanidad de invadir un país sin declaratoria de guerra, y hacer votos por la paz en Colombia y la liberación del medio millar de secuestrados políticos que padecen en las cárceles del gobierno de la Hermana República. En cuanto a Venezuela, debe reevaluar con cautela sus actuaciones en una problemática que Colombia ha manejado a su conveniencia y con intenciones nada claras. Chávez interviene humanitariamente a favor de los rehenes a petición expresa del presidente Uribe, libera dos, y Uribe contesta retirándole injustificadamente la mediación, amenazándolo con llevarlo a un tribunal internacional, internando un contingente del ejército colombiano en Venezuela y acusándonos de intervenir en Colombia, en sospechosa coincidencia con las imputaciones de Henry Ramos Allup ante la Internacional Socialista. Tenemos al lado al Imperio, quien nunca ha sido buen vecino.

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