Tuesday, August 28, 2018

Breve entrevista al joven historiador venezolano (23): Javier Blanco (segunda parte)


(Viene de la primera parte).

6. En torno a los debates historiográficos y/o históricos: ¿Cuáles han atrapado su atención y/o cuáles ha estudiado? ¿Cuál es su posición ante ellos?

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¡Caramba! Es una pregunta bastante amplia para responder en un párrafo. A ver. Como lo he reiterado, dentro del debate historiográfico mi posición se centra en torno al giro lingüístico y junto con el giro lingüístico he entrado en contacto con los llamados giros hermenéuticos, retóricos y semióticos. Ahora bien, el panorama en los debates historiográficos es bastante complejo. Me he llegado a topar con los debates más corrientes en Sudamérica y Europa. La semántica histórica (empleo acá una etiqueta que abarca las diferentes modalidades dentro del giro lingüístico) tiene un predominio en la Europa continental y sólo en las últimas décadas ha comenzado a pisar fuerte en el ámbito anglosajón, especialmente vía R. Koselleck y el problema de la temporalidad. En el mundo anglosajón –como yo lo he llegado a percibir– la Escuela de Cambridge ya no es tan popular. En cambio, el narrativismo y el problema de la relación de la historia con la literatura llevan la voz cantante de la mano de H. White y F. Ankersmit. También A. Danto con el nuevo respiro que le ha dado a la filosofía analítica, se ha abierto paso en las principales publicaciones académicas. No podemos pasar por alto la historia global y atlántica, la cual es liderada por académicos estadounidenses (B. Baylin, D. Armitage, A. Games, entre otros) y el tema de las identidades y la memoria histórica marcados por la impronta francesa (P. Nora, P. Ricoeur…). Y por supuesto, están las corrientes subalternas, poscoloniales y feministas –más que en otro ámbito aquí las etiquetas son de cuidado. He desarrollado interés por el narrativismo y la historia global, pero siento franca indiferencia por las temáticas subalternas. La femineidad, la esclavitud, la negritud, los excluidos en general, son temas de legítimo interés histórico y existen estudios muy interesantes a tener en cuenta, no obstante, cuando un tema por sí solo se convierte en corriente y exige espacio en los currículos, no es más que una moda que responde a circunstanciales intereses políticos en las universidades, así como a las nuevas sensibilidades de la opinión pública contemporánea. Tengo que conceder que los debates historiográficos suelen estar marcados por la búsqueda de nuevos enfoques sobre problemas tradicionales (la emancipación, por ejemplo), mientras que los estudios subalternos ponen sobre el tapete nuevos temas. Sin embargo, más allá de un marxismo rancio y de un izquierdismo resentido es difícil encontrar algún valor teórico en esta corriente. En lo que a los debates historiográficos nacionales se refiere, he participado en el trillado debate sobre la independencia, a saber, si el 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811 están unidos por la continuidad de un proyecto político o si bien marcan una ruptura en las concepciones de la elite caraqueña. Mi modesta contribución consiste en cuestionar aquella tesis que explica el ínterin entre las dos fechas empleando el concepto de autonomía, con el que se quiere dar a entender que se quería autogobierno pero sin disolver los vínculos con la monarquía. He demostrado que el concepto de autonomía se conoció a finales de siglo XIX y que, por ende, los próceres de la independencia no pudieron haber hecho uso del mismo. De modo que tal explicación es incorrecta, por lo que sugiero buscar nuevos caminos: a saber, explorar el (o los) lenguaje(s) político(s) en que aquellas personas presentaron sus ideas.   

7. ¿Cuál fue su primer escrito como historiador o cuál fue el que más le gustó? ¿Cuáles son sus ritos cuando se dedica a escribir sobre historia?

Mi primer escrito fue sobre la teoría y metodología de la historia intelectual, Isaiah Berlin y Quentin Skinner: dos visiones de la historia intelectual. Y mi primer escrito sobre un tema histórico propiamente dicho fue el ensayo que presenté en las VIII Jornadas de Historia y Religión sobre el lenguaje de la ciencia política en El Observador Caraqueño.  Este es un trabajo que tiene su sustento en un proyecto grupal, liderado por el profesor Fernando Falcón de la UCV, el cual ha tenido como objeto estudiar los lenguajes políticos de la independencia. En aquella ocasión seguimos principalmente los enfoques teórico-metodológicos prescritos por J.G.A. Pocock. En cuanto a los escritos que más me han gustado es difícil de decir. Siempre me gusta mi trabajo más reciente porque significa un peldaño más en un proceso interminable de constante perfeccionamiento. Por otra parte, creo que en todos mis escritos hay una idea importante que he intentado desarrollar, por lo que cada publicación tiene un valor especial (y es que no es fácil sacar a la luz un escrito). Así que bueno, sabiendo que mañana la respuesta será otra, mencionaré mi última publicación: La presión temporal como caracterización de la modernidad iberoamericana. El caso de Venezuela, 1808-1958 (verá la luz pública para el primer trimestre del año entrante en un libro colectivo editado por Fabio Wasserman, titulado Tiempos críticos. Historia, revolución y temporalidad en el mundo iberoamericano (siglos XVIII y XIX)) No tengo ningún rito ni maña. Eso sí, cuando suelo escribir sólo me dedico a escribir. Y cuando leo sólo me dedico a leer. De manera que si tengo que leer algo, interrumpo totalmente la escritura y viceversa.

8. ¿Qué tiempo diario o semanal le dedica a la historia? ¿Qué está leyendo en este momento?

Una parte considerable de  mi tiempo como investigador está dedicada a la historia. En este momento estoy leyendo un libro que debí haber leído mucho antes –y le recomiendo a cualquiera que como yo ha seguido la impronta intelectual del giro lingüístico, que lo lea cuanto antes: Richard Rorty, Philosophy and the Mirror of Nature. Se trata de una tenaz crítica a la epistemología. También estoy leyendo una historia de la cibernética y de cómo surgió intelectualmente la idea de una era de la información: Ronald Kline, The Cybernetics Moment.

9. Además de la Historia, ¿tiene otros gustos, placeres o vicios?

Mis gustos y placeres, el fútbol. Lo practico desde los 12 años. Mis vicios, el vino y la comida –sobre todo los dulces.

10. ¿Cómo es su relación con las redes sociales e internet en general? ¿En qué puede ayudar el internet a la historiografía? (si tiene twitter nos gustaría conocerlo y divulgarlo si le parece).

Mantengo perfiles en Academia.edu, ResearchGate.com, LinkedIn (aunque no la uso ya) y tengo mi registro en Orcid. Son herramientas sumamente útiles para difundir la producción propia y ajena. Tengo también un blog, aunque sólo publiqué una entrada desde que lo abrí. Esa entrada, por cierto, fue la que me llevó a mi tesis doctoral. Comparto cosas de interés general habitualmente por Facebook y de vez en cuando twiteo alguna que otra cosita. Aunque he llegado a comprobar que el Twitter no sirve para fines académicos, honestamente. Y mucho menos en la situación de nuestro país. Twitter es un campo de batalla político y escenario de una grotesca lucha de egos y nueva reputaciones digitales (la disputa por el número de likes, retweets y followers). No es un espacio para el razonamiento ni para la discusión informada. Pienso que el internet y las redes sociales se irán transformando en una base de datos imponente que podrá ser utilizada como fuente histórica (siempre en conflicto, quizá, con el tema de la privacidad digital). Y el desdoblamiento temporal que se produce por el simple hecho de tener a disposición cualquier material de cualquier época a la distancia de un click, ciertamente cambiará y está cambiando la manera como vemos la historia. Por eso la importancia contemporánea de conceptos como simultaneidad de lo no simultáneo, actualismo o presente amplio. 

Mi Twitter es @javierweiss

Imagen: con el amigo y colega Luis Perrone.

(Concluye mañana). 

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