(Segunda parte).
7.
¿Cuál fue su primer escrito como historiador o cuál fue el que más le gustó?
¿Cuáles son sus ritos cuando se dedica a escribir sobre historia?
El primer texto que escribí, en calidad de historiador,
fue un artículo que envié a la revista Nuestro Sur sobre la importancia de la
sismicidad histórica en el estudio de la historia en Venezuela. La
convocatoria, publicada por el Centro Nacional de Historia (CNH), pretendía la difusión
de nuevas aproximaciones a la enseñanza del oficio. Mis planteamientos teóricos
fueron acogidos con gran aceptación por parte de los árbitros seleccionados, al
punto de ofrecerme una posición como investigador en dicha institución. A
partir de ese momento, participé en diversas ponencias universitarias y
nacionales con el propósito de promocionar los resultados que iba obteniendo en
mis investigaciones. Específicamente, fui parte de dos proyectos monitoreados
por FUNVISIS, a saber: El proyecto Sismo Caracas (2013), donde se me contraté
como paleógrafo para la transcripción de documentación histórica con fines sismológicos,
y luego en el proyecto Geociencia Integral de los Andes de Mérida (2014, 2015),
el cual financió los gastos de la elaboración de mi tesis de pregrado, entiéndase
por esto materiales de impresión, trabajos de campo, asesorías personalizadas,
etc. ¿Mis ritos para la escritura? Vaya, diría que un buen par de audífonos,
una computadora con Word actualizado, teclas pronunciadas y acceso a internet.
Y café, muchos litros de café. Si no se me cumplen estas condiciones, termino
repitiendo lo que ya se ha dicho por otros. Nada especial. Nada inspirador.
8.
¿Qué tiempo diario o semanal le dedica a la historia? ¿Qué está leyendo en este
momento?
Ahora que estoy residenciado en Edimburgo, y con miras a
un master que pretende tocar aspectos de la historia urbana de esta ciudad, he
tenido que documentarme lo mas ampliamente posible sobre los principales
autores escoceses en materia historiográfica; asimismo, estar al pendiente de
fechas, sucesos, personajes históricos y cualquier otro dato sirva para el
reinicio de mis actividades universitarias. La historia tiene su espacio en
cada jornada, en cada tiempo libre de mi agenda. No obstante, mi atención
lectora esta actualmente concentrada en la literatura y sus detalles narrativos
y no en los textos de la carrera. Estoy consultando a Ana Teresa Torres,
Milagros Socorro, Héctor Torres, Eduardo Liendo. Mientras contesto esta
entrevista, tengo sobre el escritorio una copia de “El oficio va por dentro”.
Me seduce el género de la crónica periodística, sus matices teóricos y la ventaja
que esta tiene de describir la realidad y presentarla desde el hecho llamativo.
Para desagrado de muchos y sorpresa de otros, me temo que estoy dando un salto
de disciplina considerable, si bien mis intenciones de continuar con la línea
de investigación trazada siguen intactas.
9.
Además de la Historia, ¿tiene otros gustos, placeres o vicios?
Viajar. Sí, eso. Una de las oportunidades que me ha
brindado la estadía en el extranjero es la facilidad de coger un avión y salir
a conocer el mundo, gracias a que, por fortuna, estoy en un país de bases
económicas sólidas. En el transcurso de un año y medio he visitado, calculo,
diez países y setenta ciudades distintas. Me he dado la oportunidad de
disfrutar, digamos, mi juventud, cuestión que no pude hacer en Venezuela por
las circunstancias ya conocidas. Siguiendo esta temática, me he propuesto
“pesquisar” algunos de los lugares que me cautivaron durante mi periodo en la
UCV como estudiante. Por ejemplo, en marzo pasado fui de mochilero hasta
Polonia, donde recorrí los campos de concentración de la Alemania nazi. Sí,
viajar es, en definitiva, mi segundo placer. El primero continúa siendo las
bibliotecas y sus olores “a guardado”.
10.
¿Cómo es su relación con las redes sociales e internet en general? ¿En qué
puede ayudar el internet a la historiografía? (si tiene twitter nos gustaría
conocerlo y divulgarlo si le parece).
Las redes sociales nos determinan como sujetos
sociales. Expresan nuestras opiniones colectivas; lo que queremos ser, lo que
queremos demostrar externamente ante los ojos del público. También, y aquí me
detengo en el caso de nuestro país, juegan un papel determinante en la difusión
de las ideas, en la propagación del hecho periodístico. Como historiador, le
apuesto todas mis energías al fenómeno del “social media”; incluso, desde enero
de este año inicié una especie de trayectoria como blogger venezolano, teniendo
bastante aceptación por parte de la comunidad virtual. La idea comenzó cuando,
al haber sido rechazado en un centro de donación de esperma de Inglaterra por
ser venezolano, conté mi experiencia en mi cuenta personal de Facebook. La crónica
que redacté se hizo inmediatamente viral, introduciéndome en un ámbito
internacional en el cual nunca antes había estado. Después de este suceso, se
me propuso la creación de un portal digital para la propagación de mis escritos
de forma más organizada, con lógica de contenido. Por tal motivo, creé la página
“La Esnogota Online” donde concentro miles de seguidores a lo largo del mundo;
todos ellos, en su mayoría, venezolanos de la diáspora. Mi propósito con este sitio
no solo es describir mis experiencias como emigrante a través del uso del
lenguaje de la crónica literaria, sino también conectar a mis compatriotas con
la realidad que vivimos todos en sus respectivos contextos. La “Esnogota
Online” está conectada, a su vez, con una columna en el diario Caraota Digital,
llamada “El aguacate pensante”, de la cual soy autor.
11.
¿Cómo sobrevive (en lo económico, en lo profesional y en lo espiritual) siendo
historiador? ¿Se puede ser historiador en Venezuela?
Apartando las limitaciones económicas que sufre
cualquier profesional en Venezuela, los historiadores somos conscientes de las
dificultades que implica vivir de nuestro oficio. Se necesita estar preparado y
saber competir con otros especialistas del área, ya que los puestos de trabajo
son reducidos. Por lo general, o así me lo ha demostrado mi propia experiencia,
la carrera tiene que estar acompañada de otras “capacidades” de carácter mas
“practico” que la ayuden a expandirse en el campo laboral; entiéndase con esto,
la edición, el periodismo, el diseño gráfico, la docencia, etc. También es
fundamental tener contacto con lo que denomino yo el “terreno historiográfico”
vigente en Venezuela: Con quienes están escribiendo, con quienes dirigen las
academias y con quienes representan al gremio en el ámbito público. La
Historia, como la mayoría de las carreras en humanidades, se mueve a través de
las recomendaciones. Es una característica culposa, según mi opinión, dado a
que no permite la contratación objetiva de nuevas mentes. Hay una relación de
pupilo/mentor muy arraigada en nuestra forma de interactuar que hace del
escenario profesional una arena de combate no muy justa. Pero sí se puede. Y cuando
se le ve el resultado, es gratificante. Sentir que se le contribuye al país por
medio de la construcción de su conocimiento histórico es un placer de enormes
alcances espirituales, so pena de las consecuencias anímicas que esto trae
consigo. Meter las narices en el pasado de Venezuela, a la luz de lo que nos
pasa actualmente, entristece.
12.
¿Para qué sirve la historia? ¿Tiene futuro el estudio de la historia en general
y en Venezuela?
La historiografía ha debatido esta premisa hasta el
cansancio, por lo que una opinión al respecto seria redundar en las alegaciones
ya dichas. La historia continuará siendo funcional en la medida que responda a
las necesidades de su tiempo, esto es, la comprensión del pasado y sus
componentes en virtud de las exigencias presentes y futuras. Por supuesto que
la Historia no es un oráculo de los acontecimientos venideros; sin embargo, su
estudio nos da la posibilidad de entendernos mejor como una sociedad que
enfrenta retos históricos determinados. El fracaso del sistema venezolano, de
la nación rentista a la cual se le ha apostado desde los últimos setenta años,
exige de nosotros los historiadores un compromiso moral y académico, a mi
parecer, sin precedentes. El país requiere de nuestras capacidades teóricas
para dar explicación de lo que sucede actualmente.
13.
Si cree que existe la venezolanidad o la identidad venezolana ¿cómo la
definiría? ¿La historia de Venezuela ha sido un fracaso? ¿Qué piensa de nuestro
presente?
La diáspora venezolana es el ejemplo más claro de que
nuestra identidad nacional está redefiniéndose, desmontándose. El velo de
aquella Venezuela petrolera, pujante, no es más que la nostalgia de un pasado
cercano que se nos empaña los ojos, las proyecciones de largo alcance. Es la
primera vez que a los venezolanos nos ha tocado ser definidos desde el criterio
del otro, del país que nos recibe. “Escuchar quienes somos en voz alta” es la definición
que puedo ofrecer en calidad de emigrante. No obstante, confieso que sí hay una
serie rasgos que nos caracterizan como pertenecientes a un mismo grupo; una
especie de huella que se hace reconocible fuera de las fronteras. No me refiero
con esto a los estereotipos de la alimentación y el vestuario, o a las
expresiones idiomáticas, sino más bien al modo como afrontamos el proceso
migratorio y sus etapas de duelo. En otras palabras, el sistema de valores y
juicios que aplicamos en la pesarosa necesidad de rehacer nuestras vidas. El
colapso de las estructuras publicas y privadas en Venezuela no declara el
fracaso de la historia nacional; por lo contrario, representa un periodo de
quiebre que conllevará a la constitución de nuevos patrones colectivos.
15.
Ahora invente una pregunta, la hace y se responde a sí mismo.
¿Volvería a estudiar historia en otra vida?
Absolutamente. El oficio del historiador, en el sentido más
amplio y abstracto de la frase, ha moldeado todos los aspectos de mi vida
personal y académica.
16. Puede hacerle una pregunta al entrevistador si lo desea.
¿Qué lo condujo a elegirme como entrevistado?
Responde Profeballa: el colega y amigo común Jesús Piñero lo recomendó en la pregunta relativa a ello y venía escuchando su nombre. Ha sido una grata sorpresa. le agradezco porque en verdad he disfrutado sus respuesta.
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