1. Foto
2. Resumen de su vida.
Yo nací en Petare, en el mes de agosto de 1993. Un
año importante para la historia, pero no por lo que venía sucediendo en el país
en el terreno político, sino porque acababa de asumir Ramón J. Velásquez, el único
historiador que ha llegado a la presidencia de Venezuela, y aunque lo hizo de
manera sobrevenida, nunca me gusta dejar ese detalle por fuera. Sigo residiendo
en la capital y por ahora no tengo planes de viaje. Cursé mi pregrado en la
Universidad Central de Venezuela, una institución que definitivamente marca la
biografía de sus egresados y, a pesar de la situación, sigue llenando de júbilo
a sus estudiantes y profesores.
Allí mismo empecé como profesor de una asignatura
electiva, “Ficción y periodismo en los Estados Unidos” en la Escuela de
Historia, lo que supuso un verdadero reto, porque era la primera vez que daba
clase y en una electiva, donde no se inscriben mucho, llegué a tener a 34
estudiantes. Era una locura pero fue tremenda experiencia, creo haberles
enseñado todo lo que estuvo a mi alcance, empleando fuentes no convencionales
como la literatura, el cine, la televisión y hasta la música. Aprendí mucho y
al parecer ellos también. Hasta ahora mis investigaciones son pocas pero sí
tengo varias ponencias y algunas publicaciones. He trabajado la obra y el
quehacer de José Rafael Pocaterra, el periodismo en la historia de los Estados
Unidos y otros temas que se salen del oficio de historiador, porque también soy
periodista sin título, estoy haciendo el trabajo de grado allí mismo en la UCV
para obtener la Licenciatura de Comunicación Social.
3. ¿Cuándo
y cómo nació su vocación como historiador?
Tal como le pasó a la mayoría de los historiadores,
yo llegué a la historia por accidente. Tenía 17 años y quería estudiar
periodismo pero mi segunda opción fue historia, porque le estaba huyendo a los
números. Sin embargo, ya en la carrera, me di cuenta de que era eso lo que yo
realmente deseaba hacer: investigar, leer, curiosear, buscar el porqué de las
cosas… Entonces, me enamoré. No me arrepiento de haber caído en este embrollo.
A esto le debo todo el bagaje y si hubiese estudiado periodismo antes, ahorita
fuera otra cosa. Creo que lo correcto fue haber empezado por aquí, esto es la
base de todo.
3. ¿Qué
lectura, persona, película-serie o viaje fortaleció dicha vocación? ¿Fue
“discípulo” de algún historiador? ¿Cuál es su historiador preferido y por qué?
¿Qué libro de Historia recomienda y por qué?
Mira decir una lectura sería difícil, pero creo que
uno de los libros que más me atrapó fue El
hijo de la panadera de Inés Quintero, o sea, yo estoy recién graduado. Me
gusta ese tipo de historia porque nos acerca al ciudadano y creo que esa es la
responsabilidad del historiador. No hacemos absolutamente nada si seguimos escribiendo
para el gremio, o como dicen algunos historiadores “escribir para nosotros
mismos”. Nada hacemos si escribimos 4 tomos de la historia del zapato o de los
pasteles en la fiesta de María Antonieta, sino acercamos eso al ciudadano de a
pie, porque desde allí es donde podemos lograr transformaciones reales, no
desde el gremio nada más. Claro, el debate es importante en todos los sentidos,
pero no debemos excluir a la ciudadanía de eso. Tenemos que escribir para
ellos, para la gente de la calle, la que vive el día a día.
Una película: Lo
que el viento se llevó, me encantó. Una serie, bueno, mejor dos: Isabel, las tres temporadas completas y
su spin off; y John Adams, una que
sacó HBO. Un viaje que haya fortalecido mi vocación… Creo que cuando conocí el
estado Apure, viajé por lo que le llaman “el camino de Gallegos”, que fue por
donde Rómulo Gallegos se inspiró para escribir Doña Bárbara y me cautivó, también porque estaba releyendo la
novela en ese momento. Pasar por allí, leyendo y haciendo referencias fue algo
mágico y bastante memorable.
Mi historiador favorito ya murió, Manuel Caballero.
Lamentablemente no pude conocerlo en persona, murió en 2010 y yo ni pensaba
estudiar historia todavía. Pero sus textos definitivamente me amarraron a la
carrera, su forma de entrelazar el periodismo y la historia me gusta mucho,
además que su escritura está llena de ironía y eso es sencillamente gustoso. O
sea, leerlo es reír a carcajadas y sentirse a gusto, no sé. Me encantaría
llegar a ser como él algún día. Un libro de historia que recomiendo es sin duda
La rebelión de los náufragos de
Mirtha Rivero, que a pesar de ser escrito en forma de crónica y reportaje
periodístico, tiene un background
histórico impelable y bastante pertinente en la actualidad. Lo recomiendo
plenamente.
4. ¿Cuáles
son sus líneas de investigación y por qué? ¿Cuál escuela historiográfica sigue
y por qué? ¿En qué proyectos sobre historia está ahora?
Aunque no está definida todavía, mi línea de
investigación pareciera apuntar a la historia de los Estados Unidos y sus
desavenencias con Venezuela. Sin embargo, no descarto la historia del
periodismo y el devenir político de ambos países. Vamos a ver cómo voy
entrelazando todo esto, pero eso, se centra en: política, literatura, periodismo,
Estados Unidos y Venezuela. Mis dos trabajos de grado han girado sobre eso y el
mediador en ese tema hasta ahora ha sido la figura de José Rafael Pocaterra, a
quien he estudiado en ambas investigaciones. Es un personaje polémico del que
hay mucho que contar, porque se relaciona con esos temas que comento:
periodismo, Estados Unidos, política, Venezuela, literatura…
Bueno, fíjate que no estoy casado con una escuela
historiográfica, sin embargo, lo que he trabajado encuentra sustento dentro del
aporte de la Escuela de los Annales y la historia cultural de Peter Burke. Por
ahí hay algo de historia conceptual, pero nada profundo todavía.
Ahora estoy trabajando en mi segunda tesis, que es
sobre Pocaterra como ya comenté, un aspecto de su vida escasamente estudiado.
También estoy trabajando algo de periodismo por allí, escándalos y
significación sociopolítica en la segunda década del siglo XX. Luego sabrán más
al respecto, por ahora sólo puedo comentar eso.
(mañana concluye).
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