Acá lo explica ese inteligente economista que es Carlos Blanco en su columna de los domingos en en El Universal: Tiempo de palabra. Domingo 28 de febrero de 2010.
Locuras de febrero (extracto)
Capturados por el Otro
Hace pocos días salió publicado un remitido de autoridades regionales y locales de la oposición, “Carta abierta al Presidente de la República”, que por inadvertencia o deliberación contiene una visión peligrosísima que, además, calza con el discurso oficial. Dice lo siguiente: “La Descentralización fue la más importante conquista de la democracia en la segunda mitad del siglo XX. La idea venía germinándose progresivamente pero se materializó el 27 de febrero de 1989, cuando un pueblo harto de no ser escuchado salió a la calle a reclamar su derecho a ser más dueño de su propio destino. Fue tras ese estallido que sacudió la conciencia política del país, que el pueblo pudo al fin elegir a sus gobernadores y alcaldes en cada Municipio y cada Estado del país”.
Ese discurso de los dirigentes opositores contiene una falsedad histórica. La elección de los gobernadores fue un objetivo madurado a finales de la década de los ochenta por el intenso movimiento de opinión pública que la Copre había estimulado y que encontró eco en calificados dirigentes de los partidos políticos. La campaña electoral de 1988 estuvo signada por el debate en torno a las reformas, protagonizado por los candidatos Carlos Andrés Pérez y Eduardo Fernández. Entre estos y otros precandidatos, en el marco de la Copre, se había acordado impulsar las reformas, especialmente la elección de gobernadores y alcaldes. Como producto de esos entendimientos, el Congreso aprobó, en agosto de 1988, seis meses antes de la revuelta del 27F, la Ley de Elección y Remoción de Gobernadores. Es falso que la descentralización naciera de El Caracazo.
Lo peor no es, sin embargo, la imprecisión histórica en que el documento incurre. Lo más alarmante es que quienes lo redactaron atribuyen a El Caracazo la misma falsa capacidad genésica que Chávez le adjudica. Según el Presidente su hecho “revolucionario” nace de las entrañas del alzamiento febrero de 1989, cuando en realidad su movimiento conspirativo tenía una década. Los dirigentes opositores se deslizan en la misma pendiente al atribuir a la rebelión de 27-F la raíz de la descentralización, que es como negar lo que pese a inmensas dificultades la sociedad democrática alcanzó lograr. Muchas reformas no fueron llevadas a cabo por el desinterés, la desidia y la incomprensión del momento histórico; sin embargo la elección de gobernadores y alcaldes había superado los obstáculos y caminaba ya para su puesta en marcha.
Este episodio revela hasta qué punto la falta de claridad conceptual de los redactores de ese documento puede asumir, sin beneficio de inventario, la tesis de Chávez, según la cual el 27-F funda las bases del cambio. Si así hubiese sido, no quedaría sino admitir que la violencia habría vuelto a actuar como la partera de la historia. El valor de la lucha civil que llevó a la descentralización (ahora cadáver por la acción del régimen de Chávez), tendría que ser sustituido -si se compra esa tesis- por el del saqueo, la violencia y muerte como fuerzas originarias de las reformas necesarias.
No debe escaparse el detalle de mezquindad adicional que hay en esa tesis que es quitarle al gobierno de Carlos Andrés Pérez el mérito histórico de haber iniciado las reformas, precisamente por las cuales lo tumbaron.
No debe escaparse el detalle de mezquindad adicional que hay en esa tesis que es quitarle al gobierno de Carlos Andrés Pérez el mérito histórico de haber iniciado las reformas, precisamente por las cuales lo tumbaron.
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