Wednesday, February 10, 2010

TREINTA AÑOS DE LAS MAESTRÍAS DE HISTORIA EN LA UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO (1979-2009) (III)

En estas escuelas de historia, en alguna medida en los pedagógicos y en las escuelas universitarias de educación donde se forman los profesores de historia de secundaria, y que suelen estar pendientes de lo producido por los historiadores profesionales; y a partir de la década de 1970 en los postgrados de historia que, con los desniveles del caso, se ofrecen a lo largo del país (actualmente hay maestrías de historia, o de áreas correlacionadas, como su didáctica, en San Cristóbal, Mérida, Maracaibo, Coro, Barquisimeto, Carora, Valencia, Maracay, Caracas, Maturín y Nueva Esparta, ofrecidas por distintas universidades) se desarrolló, si nos atrevemos a triar la famosa categoría que Peter Burke acuñó para los Annales, una verdadera “revolución historiográfica”; “revolución” que no sólo revaluó críticamente todo lo escrito hasta el momento, sino que además emprendió el reto de una nueva escritura sobre el devenir venezolano. De una “nueva historia”, de aliento científico, muy vinculada al resto de las ciencias sociales, y cuyos principales promotores pueden ubicarse en la Escuela de Historia de la UCV de la década de 1960 –Germán Carrera Damas, por sobre todos; pero también Federico Brito Figueroa, Eduardo Arcila Farías, Miguel Acosta Saignes y algunos más-, . Si bien esta “nueva ciencia” no ha desplazado en la memoria histórica del venezolano común a lo que, un poco de manera despectiva, suele llamarse “historia tradicional”, sí ha promovido un cambio fundamental en la manera en la que la mayor parte de los historiadores –e incluso últimamente hasta la Academia Nacional de la Historia- entiende al país. Y eso, en uno tan transido por los historicismos y las leyendas como el nuestro, no es poca cosa.

Pues bien, ¿cómo se insertó la UCAB en este proceso? Alrededor de 1955 dos jóvenes jesuitas interesados por la historia, los Reverendos Padres Hermann González Oropeza, sj (1922-1998) y Pablo Ojer Celigueta, sj (1923-1996) –el segundo dejaría los hábitos unos años después- empiezan a trabajar, más bien informalmente, la investigación histórica en la vieja sede de la UCAB de la Esquina de Jesuitas, en el centro de Caracas. En 1957 institucionalizan estos esfuerzos con la fundación de un centro de investigaciones, como se dijo, el actual IIH. Su inicial preocupación fue la historia territorial de Venezuela, dentro de la que harían a lo largo del siguiente medio siglo significativos aportes (2). De hecho, el Instituto fue por mucho tiempo asesor de la Cancillería en asuntos de delimitación y fronteras, sobre todo en los momentos más intensos del conflicto del Esequibo, donde jugaron un papel fundamental documentando la reclamación.

Teniendo como base la experiencia del Instituto, comenzó a expandirse la actividad investigativa de la UCAB. En la década de 1960 empiezan a fundarse otros centros de investigación. Por solo nombrar a los que directa o indirectamente se asociaron al IIH, tenemos al Centro de Investigaciones Literarias (1965), cuyo primer director fue Efraín Subero (1931-2007); el Centro de Lenguas Indígenas (1968), cuyo primer director fue Fray Cesáreo de Armellada (1908-1996); el Centro de Religiones Comparadas (1972), bajo la dirección de la destacada antropóloga austriaca Angelina Pollak-Eltz; y el Centro Venezolano de Historia Eclesiástica (1977), bajo la dirección del R.P. Hermann González Oropeza, sj3. Aunque en general sus aportes fueron notables, el itinerario de sus existencias llama la atención y, seguramente, habrá de ser objeto de estudios más adelante. Ninguno de ellos sigue funcionando, ya que fueron, en momentos y bajo criterios diversos, refundidos en otros institutos más amplios; o simplemente se desdibujaron en la medida que sus promotores se fueron a otros destinos. Por supuesto, esto no quiere decir que, vista en conjunto, la actividad investigativa de la UCAB sea en este momento menos vigorosa que hace treinta años: más bien al contrario, con una planta de investigadores bastante más grande (muchos de aquellos centros eran de a lo sumo uno o dos profesionales, en ocasiones, casi proyectos personales) y con proyectos de gran incidencia social.

(2) Sólo para citar algunos títulos emblemáticos de su obra: Pablo Ojer: Don Antonio de Berrío, gobernador del Dorado (Caracas, UCAB, 1960); La formación del Oriente venezolano (Caracas, UCAB, 1966); La década fundamental en la controversia de límites entre Venezuela y Colombia, 1881-1891 (Caracas, UCV, 1982); El Golfo de Venezuela : una síntesis histórica (Caracas, UCV, 1983); Problemas fronterízos con Colombia: : conferencias, debates (Caracas, UPEL, 1996). Hermann González Oropeza: Atlas de historia cartográfica de Venezuela (Caracas, 1983), Historia de las fronteras de Venezuela (con Manuel Donís; Caracas, Cuadernos Lagoven, 1989); y de los padres González Oropeza y Ojer en coautoría: La fundación de Maturín (1722) y la cartografía del Guarapiche (Caracas, UCAB, 1957). 3 Durante muchos años fue el profesor de Historia de la Iglesia en el Seminario Interdiocesano de Caracas. La UCAB, además, copatrocinó los tres grandes congresos de historia eclesiástica -1969. 1972 y 1977- realizados por estos años, que aún representan –con sus memorias- un esfuerzo académico inigualado en el área.

Imagen: padre Hermann González Oropeza, sj cortesía de El Ucabista

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