Artículos de opinión de los historiadores venezolanos
Les dejo acá el artículo semanal del historiador Simón Alberto Consalvi que publica todos los domingo en El Nacional. El subrayado es nuestro.
¡Good bye, Tirofijo!
Los fantasmas también mueren. Manuel Marulanda Vélez o Tirofijo era un fantasma que desaparecía y reaparecía de tiempo en tiempo en el lugar más inesperado de la selva colombiana. Ahora se dice que Marulanda está muerto, que murió cualquier día de marzo. Ha debido morir el 27 de mayo de 1966, el día que, según la historia, nacieron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Sobrevivió 45 años, medio siglo, y a través del medio siglo ensangrentó a Colombia. No tuvo piedad ni consigo mismo.
Se llamaba Pedro Antonio Marín y había nacido en 1930. De ahí que se consagró como "el guerrillero más viejo del mundo", y como en esta especie abundan los sanguinarios, no se puede afirmar que fue "el más sanguinario" entre ellos. Manuel Marulanda Vélez armó un imperio económico y bélico más poderoso que muchos países de América Latina, de Asia, quizás de Europa. Impuso impuestos a los ricos, a los que "tuvieran más de dos millones de dólares", para financiar la lucha por el pueblo. Mentira. Instaló el secuestro, el narcotráfico, los negocios ocultos, y así construyó ese imperio devastador de más de 10.000 hombres y mujeres en armas.
No hay manera de calcular los daños humanos, morales y económicos que Manuel Marulanda Vélez le causó a Colombia y a la región, a Venezuela de manera especial. En 2002, este personaje llamado Marulanda fundó el "Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia". Proclamó a Bolívar como uno de sus guías. Vale la pena que ese Manifiesto sea divulgado porque no cabe duda de que Marulanda fue un profeta y su evangelio no cayó en el vacío. Tiene apóstoles, y estos quedan vivos, y como la imagen del Che, pronto veremos rostros del "guerrillero más viejo del mundo" como uno de los grandes héroes de América Latina. Marulanda ha muerto. ¡Good bye, Marulanda!
Lula contra Lula
En El País de Madrid, Moisés Naím escribió el domingo 18 de mayo un excelente artículo titulado "Lula versus Chávez". Las reflexiones de Moisés me invitan a ir más lejos, porque además de Lula contra Chávez, paralelamente podemos registrar la otra cara de esta singular historia: Lula contra Lula.
Cuando Luiz Inácio Lula da Silva llegó a la Presidencia de Brasil, en 2002, la incertidumbre y el temor se apoderaron de los sectores económicos que supusieron y, no sin razón, que el fundador del Foro de Sao Paulo llegaría al poder para decretar el Apocalipsis, derrumbar las columnas del templo y adelantar sus postulados radicales, según los dictados de Cuba. Sucedió lo contrario. Lula no llegó al poder a exterminar el capitalismo salvaje ni el neoliberalismo salvaje, según las prédicas del Foro Social. Tampoco a retar al imperialismo, cuyos estrategas de Washington consideraron su triunfo como uno de los signos más alarmantes de estos confusos y malhadados tiempos.
Sucedió lo contrario.
Central en manos ortodoxas, preservó su autonomía y, sin concesiones al discurso apocalíptico, comprendió que una de las mayores economías del mundo no podía dirigirla cualquier tirapiedras.
Así como ahora el mundo reconoce en Lula a un estadista exitoso, podemos imaginarnos la catástrofe de aquel gigante de la economía en manos, digamos, del heredero del Foro de Sao Paulo que resultó ser el Presidente de Venezuela.
Qué gustos y delirios no se hubiera dado Hugo Chávez Frías expropiando latifundios en un país de tantos millones de kilómetros, nacionalizando bancos, estatizando, digamos, Odebrecht. O convirtiendo Petrobras en el paño de lágrimas de todos los necesitados. O invitando a Brasilia a todos los conspiradores y guerrilleros del mundo. ¡Cuántos campamentos de las FARC cabrían en los 8 millones y medio de kilómetros de semejante mapa!
Con inteligencia inesperada, como lo habían hecho Felipe González en España y Rómulo Betancourt en Venezuela (décadas antes), Lula calmó a los ofuscados inversionistas, puso el Banco Moisés señaló las distancias que separan los países del estadista Lula y del revolucionario Chávez. Primero, la certificación de Interpol sobre la autenticidad de los archivos electrónicos del comandante Reyes, y los fantasmas inmortales de las FARC. Frente a esa certificación, se contrapone la de Standard & Poor’s que proclama a Brasil como tierra de promisión para los inversionistas. Naím glosa las reacciones de ambos: la explosión verbal como cortina de humo del venezolano. La de Lula sobre el diagnóstico de S&P. "Es casi como si fuera un momento mágico para el país. Tenemos que estar felices pero con mucha seriedad y sensatez.
No debemos dejar que la euforia nos haga perder la seriedad. Hicimos un ajuste fiscal delicadísimo, conseguimos reducir la inflación, aumentar las reservas, aumentar las exportaciones".
En "Lula versus Chávez" leemos las más diversas contradicciones. Lo que hace Pdvsa y su estado famélico (su deuda ya suma los 20 mil millones de dólares), contra los éxitos de Petrobras que encuentra petróleo en las profundidades del océano. Lula acampa en Camp David como huésped de George Bush. En cambio, Chávez no duerme pensando que el tejano se va a ir sin invitarlo.
"El Presidente más popular que ha tenido Brasil en décadas", se vale de quien sigue los mandamientos de Sao Paulo, y debe sonreír en secreto. Lula quiere que Brasil sea el granero de Venezuela, desbancando a Colombia.
Quiere que Odebrecht haga un tercer puente sobre el Orinoco y uno sobre cada río de Venezuela. Que todas las ciudades tengan un metro "made in Brasil". Que se constituya el Consejo de Defensa del Sur, para expandir la industria militar brasileña.
Lula contra Lula, Lula contra Chávez. Lula elogia a Chávez porque Chávez hace lo que él inteligentemente no hizo.
Porque hace lo que le interesa a Brasil. Lula ha dicho que "Chávez es, sin duda, el mejor presidente que Venezuela ha tenido en 100 años". ¡Lula no conoció a Juan Vicente Gómez! En todo caso, sus referencias a nuestro país tienen siempre un extraño sesgo. No sé si se ha leído la Historia de Venezuela del hermano Nectario María. Una vez dijo que "para Venezuela, Chávez estaba bien".
Enigmático Lula: no sé si piensa muy bien de Chávez o piensa muy mal de Venezuela. Si Chávez "es el mejor presidente que ha tenido Venezuela en 100 años", la pregunta es inevitable: ¿es, acaso, el mejor porque ha hecho lo que Lula dejó de hacer en Brasil? ¿O porque lo que ha hecho nos convierte en dependientes de sus exportaciones, de su patrocinio siempre sutil, siempre seductor? Digamos, en fin, que Lula es uno de los mejores presidentes que ha tenido Brasil, porque evitó ser Chávez.
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