Autor: Carlos Balladares
Publicado en: Código Venezuela
Es una cuestión de estilo
Una autoridad puede
ser muy eficiente en resolver los problemas básicos de las personas, pero si no
los trata como ciudadanos no es un buen gobernante.
En nuestro artículo
anterior planteamos la necesidad de dedicar este espacio a la discusión (a lo
largo de estos meses antes del 7 de octubre) de lo que más nos debe importar a
los venezolanos en el 2012: decidir por la sociedad democrática en las
elecciones presidenciales. Para ello primero evaluaremos los 14 años de
gobierno chavista, y luego la propuesta de la Mesa de la Unidad Democrático y
su candidato Henrique Capriles. Es un ejercicio muy personal pero con una
inmensa importancia ciudadana, porque deseo ordenar mis ideas en torno a más de
una década de nuestra historia. Encontrarle sentido a un conjunto de hechos
sumamente complejos, donde la memoria no siempre ayuda a la labor ordenadora.
Al final, buscamos colaborar en el proceso de argumentación a favor de una
decisión.
En mi experiencia docente
he observado que los jóvenes, e incluso los venezolanos en general, tienden a
evaluar a los gobiernos por las obras de infraestructura que realizan.
“¿Cuántas autopistas, represas, hoteles y viviendas construyó Rómulo Betancourt
y cuántas Pérez Jiménez?” Es una pregunta retórica que se repite en la cultura
política nacional, y esto lo sabe perfectamente el gobierno actual. Es por ello
que ha dedicado los últimos 4 meses a una locura de cemento y cabilla sin
pensar en las consecuencias para la vida diaria del habitante de la ciudad:
incremento del tráfico, acceso a los servicios e incluso lo que ellos llamarían
“la aburguesada” preocupación por el urbanismo. Lo importante es mostrar la
imagen de que se está “trabajando”, que se está haciendo algo por el pueblo
(¿Acaso no se ha preguntado por qué los edificios que se construyen se hacen
siempre en zonas de gran circulación de personas?). Las preguntas que debería
hacerse el elector son: ¿Por qué no lo hicieron en los 13 años anteriores? ¿A
quién le están dando estás viviendo y bajo qué criterios? ¿Se sostienen estas
viviendas o se caerán (¡Dios nos libre!) sus paredes con la primera brisa
fuerte o temblor?. Pero la pregunta fundamental es: ¿Qué es más importante a la
hora de evaluar un gobierno: su estilo de gobernar o los obras físicas que
hace?.
Considero que los
Presidentes se deben valorar más por su estilo de gobernar que por las obras
que realizan (que también son importantes pero en segundo término), porque de
nada te sirve que te regalen una casa si luego eres un esclavo del que te la
dio. Pérez Jiménez quizás hizo grandes obras pero Betancourt construyó la
democracia, y por cierto, he dicho “quizás” porque los historiadores estamos
por comprobar si los primeros años de la democracia no hicieron más autopistas
y edificios que la dictadura militar. Al hablar de “estilo” me refiero a una
manera de tomar decisiones; y por tanto es algo que está íntimamente ligada a
la forma de gobierno que se quiere destruir o defender. El estilo democrático
de un Presidente se muestra con su gran capacidad de buscar el diálogo y los
consensos, y muy especialmente al respetar de la dignidad y autonomía de sus
gobernados. Es una manera de tratar a los demás, es un lenguaje y unas
costumbres que se caracterizan por el apego a las leyes, la institucionalidad y
el civismo; jamás por la grosería, lo soez, el maltrato o el personalismo
autoritario.
¿Cuál ha sido el
estilo de gobernar de Hugo Chávez? Podemos hacer memoria de algunos casos conocidos
por todos. Inició su carrera política a punto de cañonazos el 4 de febrero de 1992 con un intento de golpe de
Estado a un gobierno electo por el pueblo. Luego no le quedó otro remedio que
aceptar la vía electoral en 1998, después de haber sostenido más de 5 años la
tesis de la insurrección armada; es decir, que para él la democracia es un mal
menor para la toma del poder. En dicha campaña prometió “freír las cabezas” de
sus contrincantes, y al ganar la Presidencia no negoció con los poderes
constituidos sino que estableció una Asamblea Constituyente que abusó de sus
competencias y designó todos los poderes del Estado, salvo el legislativo y el
Ejecutivo. Su idea de democracia para el momento fue el de las mayorías (el 60%
del electorado que aproximadamente tuvo sus primeros años de gobierno) que
oprimen a las minorías. Así ha sido siempre hasta que fue derrotado en las
elecciones en torno a la reforma constitucional y las autoridades regionales,
desde entonces las victorias de sus contrincantes son “victorias de m…” y procede a vaciar de poder y recursos las instituciones que
fueron ganadas por la oposición.
En todos los años que
lleva gobernando, Chávez jamás ha llamado al resto de los partidos políticos a
reunirse con él, y los ha insultado todo el tiempo. Las protestas en su contra
han sido reprimidas con las fuerzas policiales del Estado pero también con
grupos paramilitares armados por el gobierno. Violando la Constitución, usa
todos los recursos públicos para forjar un culto a su personalidad y mantener
el ventajismo electoral. Ha destruido la autonomía de los poderes, y ha usado
el máximo tribunal de justicia para perseguir a los que no se dobleguen a su
voluntad. Y lo peor de todo es que ha abandonado el combate contra la
delincuencia permitiendo que ocurrieran más de 100 mil homicidios, vulnerando
de esa manera el principal derecho que es el de la vida.
Hay muchos más
ejemplos, pero con esta pequeña pero triste lista nos vasta para conocer su
estilo; y saber si queremos seguir con un gobernante de costumbres autoritarias
o uno que ha demostrado ser un demócrata a carta cabal. Hay un camino.
Imagen de Meollo criollo.
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