VENEZUELA Y PETROLEO III
Bastaría con recuperar y
leer los encendidos discursos de CAP en su primer gobierno para darnos cuenta
de que los mismos pudieron haber sido redactados por el mismo Fidel Castro. La
onda pro nacionalista, no exenta de chauvinismo, impregnó el comportamiento de
muchos de nuestros dirigentes. Estos hacían ostentación de una riqueza
inconmensurable llevándola hasta extremos esquizoides como la de regalarle un
barco a una nación como Bolivia, la cual no tiene salida al mar. O la de gastar
en maquinas barre nieves para atender la modesta estación de Pico Espejo en el
Teleférico de Mérida.
Entre las décadas del 50,
60 y 70 del siglo XX pasado, Venezuela era un país rico, con una geografía
portentosa y una demografía escaza como favorable. La inversión en educación
fue significativa erradicando casi por completo el analfabetismo y creando un
sistema de universidades de alta cualificación; la red de carreteras se amplió
y mejoraron; todo un parque industrial bajo el impulso de la “Sustitución de
Importaciones” se impuso. El país era un oasis de paz y prosperidad en
contraste con los vecinos. Nuestro signo monetario, el bolívar, competía
dignamente con el dólar y otras monedas fuertes. La aparición de una clase
media urbana y profesional de acuerdo a los nuevos códigos de una modernidad
promisoria, apuntalaban los mejores presagios.
Y de repente, en la
década de los 80 todo esto se rompió. La “ilusión de armonía” vino a poner en
el tapete todos nuestros defectos. Para empezar el de un “Estado rico junto a
un Pueblo pobre”. Y que nos indigestamos con tantas facilidades y recursos que
terminamos derrochándolos irresponsablemente. La corrupción a todos los niveles,
junto a un sistema de Justicia venal, contribuyó de manera decisiva en todo esto.
De repente descubrimos que la renta petrolera era el signo de una economía
improductiva y estatista que lo ahogaba todo. Que al país no le bastaba lo que
ingresaba por la venta del Petróleo porque nos lo consumíamos y aún faltaba
más. Que había que endeudarse con países y fondos monetarios externos para
sostener precariamente el funcionamiento del Estado y la vigencia de un
proyecto democrático cada día más impopular por la erosión de su rendimiento
político, económico y social.
“Lo mejor que nos ha pasado,
y lo peor que nos ha pasado” (A. Lombardi, dixit) tiene que ver directamente
con el Petróleo.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTORICOS DE LUZ
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