Transcribimos el excelente editorial de hoy del Tal Cual
Fuerza Armada Chavista
Teodoro Petkoff
A un año y pico de la aprobación de la reforma de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional, Chacumebele le ordenó a la jaula de las focas que la volviera a reformar. El martes la orden fue obedecida sin chistar y sin siquiera alterarle una coma, la reforma fue aprobada tal como la entregó el señor Carrizales.
Un aspecto de la nueva reforma atañe a los nombres de los componentes de la institución armada. En la reforma anterior se le había agregado a la denominación tradicional (Fuerza Armada Nacional), el cognomento “Bolivariana”, con lo cual pasó a ser Fuerza Armada Nacional Bolivariana, y cada uno de sus componentes también fue apellidado de igual manera. En la re-reforma se suprime en el nombre de los componentes Ejército, Marina, Aviación, Milicia el apelativo “Nacional”. Cada uno de los componentes es “degradado” de “Nacional” a simplemente “Bolivariano”, excepción hecha de la Guardia Nacional, la cual sigue siendo “Nacional” y “Bolivariana”.
Contra lo que pudiera pensarse, no se trata de un simple juego semántico, de un “capricho” típico del delirio bolivariano de Yo-ElSupremo, sino de una jugada con serias implicaciones ideológicas y políticas. Forma parte del proceso de transformación de la FAN en un fuerza armada de partido, con base en el modelo del Ejército Rojo soviético y chino y en las FAR cubana. Se trata de un modelo explícitamente concebido para dotar de un brazo armado “institucional” a una parte del país (la gobernante), contra la otra (la gobernada). Este modelo parte de la división del país en “revolucionarios” y “contrarrevolucionarios”, siendo estos últimos el “enemigo interior”, que debe ser sometido, por la fuerza si fuere necesario. Para eso está la FAN, que de institución “al servicio de la Nación”, tal como reza la Constitución, pasa a estarlo al de una persona y de una parcialidad política -posibilidad taxativamente negada por la misma Constitución. Chacumbele ha hecho prácticamente sinónimas las palabras “bolivariano” y “chavista”, de allí que la modificación de la denominación de los componentes de la FAN, está dirigida a establecer esa equivalencia en el imaginario colectivo, pero en particular en el de los hombres de uniforme. El cambio no es inocente.
La reforma aprobada hace de la Milicia Bolivariana o Chavista, un quinto componente orgánico de la institución. La Reserva vuelve a ser lo que era, por componentes, y la Milicia, ya no disfrazada de “Reserva”, adquiere el rango de un componente específico. Es una organización paramilitar, cuyo propósito es el de servir de contrapeso al Ejército y en este caso el esquema copiado parece ser el de los Guardianes de la Revolución, de Irán. De hecho, se remite al reglamento (que será dictado, como es obvio, por el presidente), el proceso de admisión de sus aspirantes. Esto garantizará el minucioso filtraje político de los integrantes, de modo tal de asegurar un cuerpo políticamente comprometido, a diferencia de las fuerzas regulares, basadas en conscriptos o reclutas, cuya filiación política o no se conoce o es difícil de comprobar. Para estos se aprobó también una nueva Ley de Conscripción Militar, que literalmente restablece la odiosa y discriminatoria institución de la recluta. Avanza la militarización de la sociedad y se hace cada vez más evidente la condición militar del gobierno. Este es un gobierno de la Fuerza Armada. Como el de Pérez Jiménez.
Un aspecto de la nueva reforma atañe a los nombres de los componentes de la institución armada. En la reforma anterior se le había agregado a la denominación tradicional (Fuerza Armada Nacional), el cognomento “Bolivariana”, con lo cual pasó a ser Fuerza Armada Nacional Bolivariana, y cada uno de sus componentes también fue apellidado de igual manera. En la re-reforma se suprime en el nombre de los componentes Ejército, Marina, Aviación, Milicia el apelativo “Nacional”. Cada uno de los componentes es “degradado” de “Nacional” a simplemente “Bolivariano”, excepción hecha de la Guardia Nacional, la cual sigue siendo “Nacional” y “Bolivariana”.
Contra lo que pudiera pensarse, no se trata de un simple juego semántico, de un “capricho” típico del delirio bolivariano de Yo-ElSupremo, sino de una jugada con serias implicaciones ideológicas y políticas. Forma parte del proceso de transformación de la FAN en un fuerza armada de partido, con base en el modelo del Ejército Rojo soviético y chino y en las FAR cubana. Se trata de un modelo explícitamente concebido para dotar de un brazo armado “institucional” a una parte del país (la gobernante), contra la otra (la gobernada). Este modelo parte de la división del país en “revolucionarios” y “contrarrevolucionarios”, siendo estos últimos el “enemigo interior”, que debe ser sometido, por la fuerza si fuere necesario. Para eso está la FAN, que de institución “al servicio de la Nación”, tal como reza la Constitución, pasa a estarlo al de una persona y de una parcialidad política -posibilidad taxativamente negada por la misma Constitución. Chacumbele ha hecho prácticamente sinónimas las palabras “bolivariano” y “chavista”, de allí que la modificación de la denominación de los componentes de la FAN, está dirigida a establecer esa equivalencia en el imaginario colectivo, pero en particular en el de los hombres de uniforme. El cambio no es inocente.
La reforma aprobada hace de la Milicia Bolivariana o Chavista, un quinto componente orgánico de la institución. La Reserva vuelve a ser lo que era, por componentes, y la Milicia, ya no disfrazada de “Reserva”, adquiere el rango de un componente específico. Es una organización paramilitar, cuyo propósito es el de servir de contrapeso al Ejército y en este caso el esquema copiado parece ser el de los Guardianes de la Revolución, de Irán. De hecho, se remite al reglamento (que será dictado, como es obvio, por el presidente), el proceso de admisión de sus aspirantes. Esto garantizará el minucioso filtraje político de los integrantes, de modo tal de asegurar un cuerpo políticamente comprometido, a diferencia de las fuerzas regulares, basadas en conscriptos o reclutas, cuya filiación política o no se conoce o es difícil de comprobar. Para estos se aprobó también una nueva Ley de Conscripción Militar, que literalmente restablece la odiosa y discriminatoria institución de la recluta. Avanza la militarización de la sociedad y se hace cada vez más evidente la condición militar del gobierno. Este es un gobierno de la Fuerza Armada. Como el de Pérez Jiménez.
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