Artículos de opinión de los historiadores de Venezuela
Les dejo el artículo quincenal de Diego Bautista Urbaneja en El Universal, ver acà.
Diego Bautista Urbaneja // Las regionales y la alternativa
Ya se pueden dar pasos en la construcción de una alternativa democrática al actual Gobierno
Seguramente es cierto que Chávez y su gente han fracasado en que el país asuma como suyos y de una manera casi natural, los lenguajes, las actitudes, las ideas, las valoraciones, características de ese sector político. Han quedado ellas, pues, confinadas a los seguidores del "comandante", mientras que sectores mayoritarios y decisivos del país las rechazan. Probablemente es también cierto que la efectividad, la penetración, del liderazgo de Chávez ha venido disminuyendo consistentemente, de modo que aquel encanto que alguna vez tuvo se disipa cada día que pasa. También es muy posible que el Gobierno no esté en capacidad de manejar los problemas económicos y sociales que actualmente tiene el país, ni los que se están acumulando como una bomba de tiempo. Es además casi obvio que el Gobierno sufre de una aguda crisis de personal para gerenciar aceptablemente lo que sea. Son grandes las incertidumbres que rodean a ese artefacto explosivo, ese saltapericos, que parece ser el PSUV, y las consecuencias de sus eventuales estallidos. Existe un buen chance de que el expediente internacional del Gobierno venezolano esté engordando en quién sabe cuál archivo, a la espera de la oportunidad de darle el uso que le convenga a esos tenaces adversarios.
Ya se pueden dar pasos en la construcción de una alternativa democrática al actual Gobierno
Seguramente es cierto que Chávez y su gente han fracasado en que el país asuma como suyos y de una manera casi natural, los lenguajes, las actitudes, las ideas, las valoraciones, características de ese sector político. Han quedado ellas, pues, confinadas a los seguidores del "comandante", mientras que sectores mayoritarios y decisivos del país las rechazan. Probablemente es también cierto que la efectividad, la penetración, del liderazgo de Chávez ha venido disminuyendo consistentemente, de modo que aquel encanto que alguna vez tuvo se disipa cada día que pasa. También es muy posible que el Gobierno no esté en capacidad de manejar los problemas económicos y sociales que actualmente tiene el país, ni los que se están acumulando como una bomba de tiempo. Es además casi obvio que el Gobierno sufre de una aguda crisis de personal para gerenciar aceptablemente lo que sea. Son grandes las incertidumbres que rodean a ese artefacto explosivo, ese saltapericos, que parece ser el PSUV, y las consecuencias de sus eventuales estallidos. Existe un buen chance de que el expediente internacional del Gobierno venezolano esté engordando en quién sabe cuál archivo, a la espera de la oportunidad de darle el uso que le convenga a esos tenaces adversarios.
Eso marcha a su ritmo. Parece que camina a paso de vencedores hacia situaciones críticas, pero el Gobierno siempre puede hacer algo para disminuir esa velocidad. No es tampoco de excluir que el Gobierno dé unos cuantos pasos atrás para capear los temporales, llegue a unos cuantos compromisos con los empresarios privados para paliar los problemas más agudos y deje para más adelante "la profundización del proceso", mientras en realidad se enreda en la madeja de la gestión cotidiana de los problemas, en la estopa de los acuerdos con el capitalismo criollo. Ya lo estamos viendo en eso, liberando precios, revisando controles, agilizando trámites, bajando a presión "el paralelo", como lo haría un Gobierno con problemas cualquiera.
Sea lo que sea de lo que el Gobierno haga para aliviar sus pesares, lo ideal sería que, al mismo tiempo que se encamina hacia sus callejones, se apreciara una marcha paralela de un gran agrupamiento democrático alistándose para la llegada de situaciones críticas.
Un agrupamiento no estrictamente opositor, sino que reflejara el mucho más amplio espectro democrático que confluyó en el rechazo a la propuesta de reforma constitucional en el referéndum del 2-D.
El acuerdo del 23 de enero entre los grupos opositores fue un paso en esa dirección. En otro sentido o de otra forma, lo fue el reciente acto del partido Podemos, al cual fueron invitados personalidades que cubrían un abanico de llamativa amplitud: Baduel, María Isabel, Leopoldo López...
La prueba de las elecciones regionales será decisiva. Sortearla con éxito, logrando lanzar candidaturas unitarias, respaldadas por toda esa ancha gama democrática, para las gobernaciones y alcaldías, dejará a todos esos sectores en muy buena posición para profundizar sus acuerdos en materias que vayan más allá de lo electoral. Es decir, profundizar los aspectos programáticos y de acuerdos de largo plazo contenidos en lo firmado el 23 de enero, y ampliándolo a nuevas esas otras fuerzas y corrientes que le darán ese carácter contundentemente mayoritario y democrático, más que opositor, que desde hace tiempo me parece fundamental alcanzar.
En cambio, si la búsqueda de candidaturas unitarias resulta en un proceso traumático, logrado a medias, cargado de reclamos y reproches mutuos, ello dejaría a las fuerzas democráticas llenas de mutuos recelos, en una posición muy difícil para mantener el paso de la crisis en desarrollo. Se quedarían atrás, curándose las heridas y pasándose las facturas, mientras la crisis se desprende y galopa la carrera.
Desde ya se pueden dar pasos en la construcción de una gran alternativa democrática al actual Gobierno, tomando como referencia, por ejemplo, el útil modelo de la concertación chilena. Hay bastantes puntos que se pueden ir desbrozando, al mismo tiempo que se deciden las candidaturas unitarias para noviembre. Pero son esas elecciones regionales las que constituyen la gran prueba concreta que debe ser superada, el medidor real de la madurez del campo democrático. Dado que no queda mucho tiempo para esos comicios, tomémoslos también como el horno que acelerará la cocción de acuerdos y concertaciones de fondo, que de otro modo a lo mejor hubieran sido demasiado lentas.
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