Friday, August 16, 2013

Richard Gluzki (1925-2004): un aviador polaco-venezolano en la Segunda Guerra Mundial (VII)



Autor: Clemente Balladares


Dos años después escribió junto con sus paisanos el libro Destiny can´t wait (El destino no puede esperar) donde algunos polacos narran sus historias en la guerra. Pero su gran desilusión fue la pérdida de su país, ante lo que consideraba era un nuevo gobierno autoritario. Decidió emigrar a Latinoamérica y se informó sobre Venezuela al recordar a su amigo que le había hecho comentarios sobre este país. Habló con el cónsul Jorge Luciani, y a pesar de que le llamaba la atención Argentina, el cónsul venezolano le explicó que su nación era una democracia al contrario de la gran república del sur. Además le añadió que el famoso escritor Rómulo Gallegos era el presidente y de canciller estaba un poeta, Andrés Eloy Blanco. Esto bastó para convencer a Richard, quien solicitó la visa que se le concedió junto a su hermano Jan.

Los hermanos Gluski partieron de Liverpool el 15 de abril de 1948, en el muelle lo despidió todo el cuerpo de pilotos de su unidad. Uno a uno los abrazó, y desde la cubierta del barco saludó militarmente. Comenzó a estudiar el español durante el viaje. Primero llegó a Barbados, luego a Trinidad donde estuvo una semana hasta arribar finalmente a Venezuela. De La Guaira iría a Valencia, pero en una excursión en taxi a Caracas se enamoró de la ciudad y de su montaña, El Ávila. Se residenció en la capital venezolana y entre sus nuevos amigos encontró a un medico que le curó una irritación en la frente que desde la guerra lo aquejaba. Además también disfrutaba de los ritmos latinos, y como cuando aprendió las danzas escocesas, igualmente dominó las locales. Lo más resaltante para él era su nuevo pasaporte, en el cual castellanizaron su nombre como Ricardo. Él se llamaba así mismo "venezolano reencauchado".

Su primer trabajo lo encontró en un café de Sabana Grande, cuando dos norteamericanos le sugirieron trabajar en la aerolínea local. Con sus primeras ganancias trajo a su madre y a su sobrino. Vivió alquilado en Altamira donde jugaba tenis. Allí conoció a Virginia Weilert que se convertiría en su esposa el 9 de septiembre de 1950 y le daría dos hijos: Anita y Andrés. A pesar de la dictadura de esa década en Venezuela, Gluski prosperó con el negocio turístico. Amplio sus distracciones con los viajes y el golf, en este último conoció a otro británico veterano de la guerra, Charles Neville.

(Concluye mañana)
 

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