Publicado en: Código Venezuela
¡El problema es que no es un demócrata!
En nuestros artículos anteriores hemos estado
evaluando los 14 años de gobierno del actual Presidente de Venezuela, a modo de
contribución ciudadana para la campaña electoral. Aunque señalamos que lo más
grave del candidato oficialista es su estilo autoritario, consideramos que
debemos ahondar en las consecuencias de su gobierno para nuestra democracia.
Antes de pasar, en los siguientes artículos, a su acción política en lo social,
económico y cultural.
La construcción de la modernidad en Venezuela
en lo que respecta a la política ha desarrollado dos grandes aspectos: el
Estado y la democracia. Nuestro siglo XX se caracterizó por la fundación en lo
institucional de ambas realidades, las cuales han estado en conflicto con
nuestra cultura personalista de desapego a las leyes. Poco a poco la sociedad
ha aceptado la democracia como la mejor forma de gobierno, aunque reduciéndola
al ejercicio del voto (condiciones formales de su práctica) y la garantía de
los derechos humanos (en especial la libertad de expresión). La participación
ciudadana no se ha hecho rutina en lo que respecta a las asociaciones (partidos
políticos, sindicatos, clubes, consejos comunales, etc.), pero la inmensa
mayoría no concibe la política sin la libertad para criticar y el ejercicio de
elecciones para los principales cargos de representación estatal. En palabras
de mi querido maestro, el doctor Humberto Njaim: “somos una democracia
respondona”.
¿Qué ha hecho el candidato que busca su
segunda reelección con nuestra democracia? En 14 años ha tenido como gran meta:
cambiar su concepto e institucionalidad para llevarnos a un sistema de elección
indirecta o de grados tutelada por su persona y partido, tal como ocurre en
Cuba; pero se la ha hecho imposible. Las mayorías han rechazado tal pretensión,
lo que le ha obligado a un lento proceso de vaciamiento de la democracia
liberal representativa. En un principio realizó la reforma constitucional de
1999 que generaba un hiperpresidencialismo y hablaba de la sustitución de la
representación por la participación, lo cual en el texto constitucional no era
más que una armonía entre ambos mecanismos: los representantes han estado
conviviendo con las nuevas formas de democracia “directa”. Es por ello que
intenta aprobar un nuevo cambio de Constitución que acelerare su paso al
“socialismo real” pero es rechazado electoralmente (año 2007). Ante esta
derrota aplica dicha reforma por medio de leyes orgánicas, con la complicidad
del resto de los poderes públicos que son dirigidos por fieles exmiembros de su
partido. Al final no se ha atrevido a eliminar las elecciones de
representantes, solo ha centralizado aun más el poder en sus manos; y todo
gobernador y alcalde de oposición que gane elecciones pierde gran parte de sus
competencias y recursos económicos para su funcionamiento. Algo que hará
también con el Poder Legislativo cuando pierda la mayoría calificada, obligando
a sus diputados salientes aprobar una Ley Habilitante que le permitió gobernar
hasta hace poco por medio de decretos-leyes.
El oficialismo siempre ha afirmado que la
mayor prueba de haber construido en estos 14 años una verdadera democracia, es
el hecho que nunca antes se habían realizado tantas elecciones (15 en total).
Es verdad que la frecuencia en los comicios es algo novedoso, pero hay que
examinar si dichas consultas han cumplido con todas las condiciones de una
democracia real. Porque todos sabemos que democracia no se reduce a elecciones
aunque forman parte fundamental de la misma, y que toda elección no siempre es
democrática. El hecho cierto es que ha medida que el Presidente ha ido
perdiendo apoyo electoral ha comenzado a vulnerar las condiciones del sufragio,
condiciones que son: la universalidad e igualdad en el voto, la libertad, el
secreto, la imparcialidad del órgano electoral, la equidad y libertad de acción
de los partidos en las campañas, la limpieza y trasparencia en el conteo, y por último (condición esencial del gobierno
democrático): la posibilidad que el ganador pueda ejercer su cargo sin tutelaje
de ningún actor u órgano político.
Al examinar cada una de las condiciones de
todo sufragio, podemos descubrir hechos precisos que prueban como han sido
vulnerados salvo en el caso de la posibilidad de fraude. En las últimas
elecciones parlamentarias las circunscripciones electorales donde
tradicionalmente gana el oficialismo estos podían elegir un diputado con menos
votos que en las regiones pro-oposición. Los empleados públicos y beneficiarios
de políticas asistencialistas (“misiones”) han sido obligados a inscribirse en
el partido de gobierno y el día de votación son buscados a sus casas para que
vayan a votar con la amenaza de perder empleo y/o becas; claro, sigue
existiendo el secreto del voto, pero el gobierno ha generado el mito de que
esto no es cierto lo cual se intensifica en las elecciones venideras con “la
conexión” entre la captahuella y la máquina de votación. La imparcialidad del
órgano electoral es algo inexistente, todos sus rectores salvo uno han sido
militantes de alguna organización pro gobierno, y cumplen con ese adagio que
dice, cambiando lo cambiable: “Al gobierno: todo, a la oposición: la ley”. En
lo que respecta a la equidad en las campañas es lo que menos se ha respetado:
el partido oficialista cuenta con todos los recursos de un Estado petrolero
(que en ese caso es decir casi todo los recursos de la nación) para realizar
propaganda e incluso obligar a los medios para que las transmitan, y como el
órgano electoral está parcializado no tiene límite alguno. Sobre el fraude ya
señalamos que no tenemos pruebas del mismo, y en lo relativo a la posibilidad
que el ganador gobierne ya dimos ejemplos al respecto.
Todo esto nos lleva a concluir que el
candidato del gobierno no es un demócrata, y que los que si lo somos lo tenemos
difícil en la lucha por un régimen de libertades. Pero existen ejemplos en la
historia nacional y de la humanidad, en los que se prueba que un pueblo
decidido a vencer a los dictadores lo ha logrado incluso por vía electoral. Nosotros
seremos un caso más, porque hay un camino.
Imagen tomada de acá. La última imagen fue tomada de facebook, iniciativa y organización "No te engoriles". El mural mostraba a los pacificistas como Gandhi entre otros, y decía: "No más violencia"; pero el chavismo es una ideología de violencia e intolerancia, por lo que no podían tolerar su existencia. Fue ocultado con propaganda electoral de Chávez.
Imagen tomada de acá. La última imagen fue tomada de facebook, iniciativa y organización "No te engoriles". El mural mostraba a los pacificistas como Gandhi entre otros, y decía: "No más violencia"; pero el chavismo es una ideología de violencia e intolerancia, por lo que no podían tolerar su existencia. Fue ocultado con propaganda electoral de Chávez.
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