Siempre que conozco la casa de una persona, busco con la mirada el rincón de los libros. El valor que le da cada familia a los textos, al conocimiento, a la cultura; se descubre con el espacio que le otorga a los libros en su hogar.
Si no están por ninguna parte, la casa me transmite una gran tristeza. Si están arrinconados como unos huéspedes indeseables, despierta en mí la sensación del desprecio por lo más valioso. Una vida sin lectura es una vida sin espíritu, cercana a lo vegetativo o a lo animal. Y quizás menos que eso, porque estos seres vivos cumplen con sus fines al ser pura intuición. En cambio, el ser humano que no lee no está cumpliendo con los fines para los que fue creado. Si no leemos somos menos humanos. Desperdiciamos nuestra naturaleza.
Profeballa
Para una perspectiva contraria a la descrita acá (en cierto modo) leer esto: "Leer sin fundamentalismos librescos" de Juan Domingo Argüelles.
Razón y sentido de las bibliocrónicas son fundamentalmente la redacción de mis experiencias bibliófilas, pero para una explicación más amplia de dicha crónica leer acá.
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