Hoy tuve que estar pendiente de algunos arreglos que requieren de martillar una pared, y cuyo resultado evidente siempre son escombros y polvo. Y mientras el toc toc de la destrucción retumbaba yo no podía dedicarme a los señores de la guerra, sino que tenía que conformarme con una lectura ligera. Fue así como el Diario de Ana Frank - el cual ya había leído dos veces aunque hace más de diez años – cayó en mis manos, y fue algo increíble lo rápido que me atrapó. Me hizo pensar en el hecho que si Ana Frank escribía así entre los 13 y 15 años, ¡¿cuántas cosas nos habría dado de haber sobrevivido?!. No pensé tanto en el totalitarismo nazi como en la lógica “humana” que lleva a que una persona no le importe la vida de los demás, e incluso busque su muerte. En los malvados que los denunciaron, y muy especialmente en el frenesí que tuvieron los nazis a medida que perdían la guerra. Si vas perdiendo deberías tratar de pactar… no sé, creo que es lo más racional; pero ¡Cómo se le puede pedir racionalidad a los totalitarismos!. Y decir que en Venezuela estamos a varios pasos de seguir los mismos pasos de odio que generaron la muerte de Ana Frank.
Profeballa
Razón y sentido de las bibliocrónicas son fundamentalmente la redacción de mis experiencias bibliófilas, pero para una explicación más amplia de dicha crónica leer acá.
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