Editorial El Nacional 03/06/2009 Entrega de la Faja del Orinoco
La Faja vendida.
Gobierno entregado.
Según informó la prensa brasileña la semana pasada, el presidente Chávez ofreció como garantía nuestras reservas petroleras para poder obtener un préstamo del Banco Nacional de Desarrollo de Brasil. Esta propuesta, desesperada y antinacionalista, se debe a que no tiene con qué pagar las obras contratadas a empresas privadas brasileñas. Entre ellas destaca la nueva línea del Metro de Caracas que adelanta el consorcio constructor Odebrecht S. A., obra adjudicada a dedo y sin licitación alguna para que, de ningún modo, pudieran competir contra ella las empresas venezolanas.
Ahora cínicamente se contrata con Brasil un préstamo para pagar (además de las millonarias comisiones supuestamente entregadas en su momento a los burócratas bolivarianos) nuevas comisiones a los intermediarios, más los intereses y cualquier plus que presuntamente deba cancelarse por trámites, silencios y complicidades compradas entre tragos y medianoche.
Revisemos la lógica de la operación del préstamo: como el Gobierno de Venezuela no tiene cómo pagar, le pide a Brasil, dueño del Bndes, que sea la institución que pague. A esta institución Venezuela le queda debiendo esos reales, los cuales cancelará a plazo añadiendo, por supuesto, unos altos intereses. Pero el dinero ¡magia de las magias! permanecerá en Brasil, pues pasa directamente del banco brasileño a la constructora. Como quedan dudas sobre si nuestro país es buena paga, se le exigen garantías por si no puede honrar sus compromisos. Y Chávez les promete la faja del Orinoco.
Este tipo de arreglos financieros nos recuerdan dolorosamente el esquema que las grandes potencias impusieron con crueldad a los países pobres. El mecanismo consiste en conceder créditos con la condición de que los recursos prestados se inviertan en comprar productos y servicios a las empresas del país prestamista. Se trata de una práctica que tiene un nombre propio: "préstamos atados". Durante décadas los países subdesarrollados protestaron contra esta forma de dominio y la consideraron como una de las modalidades aberrantes del imperialismo.
Pero ahora la "revolución bolivariana" descubrió que, cuando se está al borde de la bancarrota, esa es una manera revolucionaria de salir del paso. Para no paralizar las obras, cabe la posibilidad de entregarse y aceptar condiciones leoninas. Después de la soberbia bolivariana que ocasionó los altos precios del petróleo y su derroche, ahora se acabó la era de los mangos bajitos: vemos al Presidente de la República y al de Pdvsa recorrer el mundo mendigando real y ofreciendo condiciones indignas.
Pobres líderes.
El hecho de ofrecer en garantía las reservas petroleras bate todo los récords de cinismo: se trata de una propuesta inconstitucional e ilegal, porque enajena el control de Venezuela sobre su principal riqueza y contradice las políticas nacionalistas por las que luchó el país todo el final del siglo XX.
No comments:
Post a Comment