El concepto de “Caudillo” en Simón Rodríguez a través de su obra: Defensa de Bolívar (1830).
Carlos Balladares
El “gobernante”
La palabra que menos usa Rodríguez para referirse a la autoridad, es la de “gobernante”, e incluso se refiere a sinónimos como “Representantes”, “Presidentes”, “Directores”, “Administradores”, y “Magistrados”; y como vimos anteriormente relaciona constantemente el mando fuerte y enérgico al “jefe”, como si el gobernante fuera sólo el que guía o armoniza los intereses sociales, el que evita los conflictos (“La suerte social de los pueblos está en manos de sus Representantes”[1]); e incluso diferencia “mando” de “gobierno”, al señalar que: “Bonaparte fue un Jeneral afortunado … Bolívar lo es: aquel abolió el Gobierno y asumió el mando … Bolívar no ha hecho tal cosa (…)”[2]. El gobernante pareciera estar hecho para la paz, y por tanto para las instituciones republicanas y las leyes, en cambio el jefe aparece en las dificultades y conflictos (“un buen Jefe lo da la fortuna”[3]).
La función del gobernante, para Rodríguez, es la del que ejerce un oficio, un trabajo; en cambio la de un jefe parece más la de un artista. Es así como afirma:
El que gobierna tiene grandes objetos á la vista y debe disponer de grandes medios: sus funciones, en esta parte, son las de todo Administrador … emplear unas cosas en conseguir otras – invertir ECONMICAMENTE el capital de una compañía en beneficio de los socios[4].
El gobernante debe ser capaz (para administrar y conocer de leyes e instituciones), porque el gobierno no es arbitrario, debe aprender bien el oficio y emplear los medios adecuados, porque “(…) El Pueblo, sus Representantes, y sus Presidentes DEBEN SABER LOS QUE HACEN; que para saberlo lo han de haber aprendido; que para aprender necesitan tiempo (…)”[5]. Dar órdenes ejecutables y saberlas comunicar al pueblo, todo por medio de un método[6]. El ejercicio de gobierno responde a la capacidad de comunicar tanto órdenes como de recibir indicaciones y consejos[7].
Al hablar de “gobernante” se refiere a “gobierno republicano”, donde dicho gobernante es controlado y está al servicio del pueblo por medio de sus Representantes. El gobernante no es el “Jefe” de los pueblos, es más bien el administrador que el pueblo ha dotado de poder para que le sirva en el logro del Bien Común. Es así como señala Rodríguez:
Si un Presidente se apodera del mando, los Representantes del Pueblo tendrán la culpa: y si estos favorecen las miras del Presidente, ó quieren hacen un Congreso de Presidentes, la tendrán los Pueblos – Instrúyanse estos, y sabrán defender sus derechos: si no lo hacen, serán el juguete de sus Representantes, y los Representantes lo serán de sus Presidentes[8]
La Representación no es arbitraria ni prudencial, el Pueblo la comete al que cree capaz de hacer por él, lo que no puede ó no sabe hacer – nó paraque desacredite sus sentimientos con ingratitudes, ni sus intervenciones con injusticias: no da sus poderes paraque, bajo el nombre de VOLUNTAD JENERAL, cada Diputado haga valer sus opiniones ó favorezca sus caprichos. El manual de los Representantes debe componerse de RAZONES nó de PARECERES, ni de arterías políticas; porque el Pueblo los ha elegido, para representarlo en un personaje social, adornado de todas las cualidades que recomienda al hombre de bien[9].
Referencias bibliográficas:
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