10 obras que marcaron mi vida
20 JULIO 2018,
Publicado en WSImag.
En Facebook están «rodando» varios memes sobre nuestras
películas, libros o grupos de música favoritos, el cual invita a colocar el
póster – por ejemplo - de los 10 filmes (uno por día) que «tuvieron un impacto
en tu vida y todavía están en tu lista de favoritos», y como todo meme debes
finalizar invitando a un amigo a hacer lo mismo. Aunque el texto no te obliga a
explicar por qué tuvieron influencia en tu vida yo he decidido hacerlo, y ahora
les hago seguidamente un pequeño resumen de los libros que han forjado mi
personalidad (y cosmovisión) además de regalarme momentos de diversión y
alegría (los 10 filmes ya los expliqué en una anterior entrega).
En compañía del capitán Nemo
La primera lectura de un libro que no dejé a medias y que
recuerde claramente, fue 20.000 leguas de viaje submarino, de Julio Verne,
y no lo abandoné porque me encantó el relato. Me logró transmitir su pasión y
confianza en el poder de la ciencia, como instrumento para el progreso, pero
también me gustó mucho la personalidad del capitán Nemo, que buscaba no solo el
conocimiento sino también aislarse del mundo. Era una especie de
monje-científico.
Siguiendo las huellas de un ingenio lucrativo
La segunda lectura fue un libro que no recuerdo el autor
pero que me impresionó mucho. Era una biografía de Thomas Alva Edison que me
leí poco a poco en la biblioteca de mi colegio. Nunca olvidaré el método que
usó su madre para que leyera: le pagaba por libro leído; ni el hecho de que
Edison siempre estaba resolviendo problemas, y buscando hacer de ello un
negocio. Aunque lo admirara, creo que no aprendí mucho de él a ser nunca un
capitalista ¡lástima!
Amicus Plato
Después, a mis 13 años aproximadamente, comenzó mi pasión
lectora e Isaac Asimov fue uno de los autores que más leía. Fue de esa forma
que ante mi deseo de conocer mejor la historia, y mi admiración por Grecia en
la antigüedad, llegó a mis manos: Los griegos (1965), de la colección
de Historia Universal Asimov de Alianza Editorial (colección que devoraría más
adelante). No dejé de leerla hasta terminarla en la madrugada, paseándome por
hechos y personajes que desde ese entonces nunca he dejado de querer conocer
aún más.
A hombros de gigantes
Pero la ciencia seguía atrayéndome y Asimov era el mejor
narrando sus avances y las «aventuras» de los científicos, fue de esa manera
que disfruté su obra Momentos estelares de la ciencia (1969), en los
que narra cómo se dieron importantes descubrimientos e invenciones. Y al ver la
serie Cosmos de Carl Sagan buscaría leer el libro que tenía todo el
contenido de la misma (1982, editorial Planeta), y la experiencia fue
maravillosa. Sagan me transmitió su mística científica, su confianza en la
capacidad de los seres humanos para entendernos a través de la búsqueda de la
verdad, y la admiración por el orden y la belleza del universo.
Frente al pelotón de fusilamiento
El sexto libro despertó en mí el gusto por la literatura iberoamericana,
porque en ella me veía reflejado; aunque el primer contacto fue iniciado por la
belleza y el atractivo del relato. En el colegio era lectura obligada pero no
la hice a tiempo, sino que fue en una Semana Santa a mis 13 años que ante la
fama de dicha obra y lo bonito de la edición que tenía comencé a leerlo y no
pude soltarlo. Desde ese entonces su autor sería mi maestro en las artes de la
escritura y la ficción. Me refiero a Cien años de soledad de Gabriel
García Márquez.
A los 15 años; anhelando respuestas ante las injusticias, la
pobreza y el hambre que veía en el mundo; leí El manifiesto del partido
comunista (1848) de Karl Marx y Frederick Engels. Aunque superaría el
«sarampión» marxista a los pocos años, siempre me dejaría una gran sensibilidad
ante las injusticias sociales. Dicha superación fue gracias a la lectura de la
magnífica biografía de Gandhi (1986) de Heimo Rau que publicara Salvat en su
colección de 100 tomos llamada «Grandes biografías». Descubrí que la violencia
no podía ni debía ser «la partera de la historia», y que la resistencia
pacífica era lo más coherente con mis principios cristianos.
Ases de la aviación
Por lo general los adolescentes y los que comienzan en el
hábito de la lectura temen los grandes libros, por grandes me refiero a una
gran cantidad de páginas: más de 800. Pero si hay interés, un tema atrayente y
una narrativa perfecta; todo fluye. Fue de esa forma que mi pasión por la
historia, la Segunda Guerra Mundial y la aviación, me llevaron a leer a Cajus
Bekker en su magnífica obra sobre la historia de la fuerza aérea alemana
durante el Tercer Reich: La Luftwaffe (1968). Es de esos libros que
no puedes dejar de leer. Sus descripciones de los combates aéreos no le
envidian nada a cualquier novela de aventuras y acción. Y todo ello acompañado
de detalles históricos y técnicos. Desde su lectura el tema de la Segunda
Guerra Mundial nunca ha dejado de atraerme, dedicándole la lectura de dos
libros al año como mínimo sobre el tema.
Animales de la polis
El décimo libro fue ya a los 19 años cuando leí el mejor
texto para iniciarse en las ciencias políticas. Me refiero a Idea de la
política (1968) de Don Manuel García-Pelayo. Comenzaba la carrera de
politología, y el autor me permitió ver la política más allá de las ideologías
y sus conflictos a lo largo de la historia. Me hizo soñar con la posibilidad de
fusionar mi pasión por la ciencia con mi vocación humanista, me permitió dar
mis primeros pasos como científico social.
Tal como dije, desde mis 13 años nunca he abandonado la
lectura, siempre ha habido un libro en mis manos, «en la cabecera de mi cama» o
en mi escritorio. Si no leo un día me siento mal. Pero entre tanta bibliofilia
siempre estarán los diez primeros que guiaron todos los demás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario