Me refiero, en comparación a otras profesiones como administrador, etc. Es evidente que si somos escritores, críticos literarios o investigadores; leeremos muchísimos libros. Pero ¿ser docente es una profesión que como las anteriores te permite leer más a diferencia de ser ingeniero, abogado, obrero, mecánico, etc.? Mi experiencia en Venezuela me ha enseñado que no. Yo me hice docente pensando que leería y escribiría muchos textos, porque la docencia me tendría pensando en el conocimiento. El intercambio con los alumnos y colegas sería el ambiente perfecto para vivir en la bibliofilia. Poco a poco fui descubriendo que era todo lo contrario, que la tendencia es que por el cúmulo de horas que debes dar, el tiempo que te queda para leer es muy poco.
La preparación de clases exige muchas lecturas; pero terminan siendo cortas revisiones de textos, que te impiden leer el libro completo y hacerle una reseña. Todo se va convirtiendo en “pastillas” de conocimientos, en repetición de los grandes textos que leímos en pregrado o postgrado. Esta es la tendencia que noto en la mayor parte de los docentes de bachillerato, y en la universidad se está haciendo lo normal. Son pocos los privilegiados que tienen cargos de investigación o administrativos que le facilitan la lectura. Pero a pesar de este triste panorama, existen unos pocos héroes (o especie de monjes) que sacrifican el sueño, la diversión y las relaciones humanas para leer y mantenerse al día. Son lectores empedernidos… aunque el cansancio les va mellando el ánimo.
Profeballa
Razón y sentido de las crónicas docentes son fundamentalmente la redacción de mis experiencias como profesor, pero para una explicación más amplia de dicha crónica leer acá.
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