domingo, junio 07, 2009

Historiador venezolano (Elías Pino Iturrieta) opina sobre el financiamiento a los científicos (PPI)

Artículos de opinión de los historiadores
Les dejo acá el artículo semanal del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábados en
El Universal.

El turno de los “ex científicos”
Como si se tratara del prefecto cesado en la prefectura, o del oficinista que abandona su despacho para vivir de una jubilación, descubrió que los visitantes habían perdido los atributos de la pluma y del ingenio personal para convertirse en figuras de un insólito limbo alejado de los compromisos del pensamiento y de la vocación por la escritura. No explicó cómo un novelista dejaba de serlo pese a que continuaba escribiendo celebrados textos, ni como unos ensayistas desatendían la misión de analizar la realidad circundante a pesar de que seguían publicando su pensamiento sobre ella ante un público masivo. El enigma planteado por el susodicho continúa sin solución, circundado de insondables incógnitas, pero no parece una definición que se deba solamente a él y a su entendimiento de la república de las letras. Por desdicha, la amenaza que se cierne contra el Programa de Promoción del Investigador (PPI), sugiere que su punto de vista, pese a lo gigantescamente disparatado, tiene discípulos en el alto gobierno.
Creado durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez, el PPI ha realizado 19 convocatorias sin solución de continuidad, regidas por reglamentos escrupulosos en manos de jurados autónomos y honrados. Con el propósito de fomentar el trabajo de las Ciencias Físicas y Naturales, pero también de las Ciencias Sociales, se asumió entonces la iniciativa de seleccionar a los representantes más destacados en el campo de las disciplinas aludidas, con el objeto de ayudarlos en sus actividades mediante la concesión de subvenciones económicas. Partiendo de criterios previamente establecidos (títulos académicos, publicaciones en libros y en revistas arbitradas, asistencia a congresos especializados, colaboración en proyectos oficiales o privados de interés general, formación de investigadores principiantes, por ejemplo), el PPI hizo una clasificación de quienes se consideraban calificados para recibir aportes económicos del Estado. Desde entonces ha distribuido sumas de dinero, pagaderas por trimestres, que sirven para facilidades como la compra de equipos de computación, la contratación de asistentes, la posibilidad de efectuar viajes de trabajo y la adquisición de ediciones extranjeras. Gracias a una coordinación inobjetable y a la selección equilibrada de los árbitros, dependientes de Juntas Directivas cuyos miembros se han distinguido por carreras acreditadísimas en sus campos de ocupación, el designio había funcionado sin trabas hasta la actualidad. Durante la administración Chávez no sólo había proseguido, sino que también se había perfeccionado mediante la revisión de los reglamentos, el aumento de los fondos y el crecimiento del número de beneficiarios (6.695 profesionales, con credenciales hartas), gracias a que los directivos, a partir del advenimiento de la “revolución”, se manejaron con criterios profesionales y plurales sobre los cuales no cabe discusión.
Esos directivos han pasado a la categoría de ex, sin aviso ni protesto. De ex funcionarios, debe entenderse ahora. No valieron sus diplomas ni su faena tesonera, pues fueron sorpresivamente echados del proyecto. Pero aquí no se escribe para defenderlos, dotados de sobra están para una batalla campal, si no se los impide una mudez repentina, sino sólo para llamar la atención sobre el peligro que corre un designio vital para la sociedad. Los nuevos directivos no sólo han paralizado la convocatoria correspondiente a 2009, preparada a tiempo por la Coordinación, sino que, además, han dejado de cancelar las subvenciones y no han hecho ningún anuncio sobre el destino del PPI. Debe ser que, siguiendo la curiosa concepción del Ministro de marras, hayan descubierto la existencia de un enjambre de ex físicos, ex matemáticos, ex biólogos, ex químicos, ex sociólogos, ex antropólogos y ex historiadores a quienes se debe desterrar del presupuesto socialista del siglo XXI, enemigo de las élites en todos los terrenos, inclusive en el terreno del saber.
El asalto del PPI ha pasado por debajo de la mesa, en medio de murmuraciones cómplices y ante el mutismo de sus deudos, tal vez esperando que se imponga la lucidez en el Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y la Tecnología; o que tengan los nuevos jefes la decencia de informar sobre lo que sucede de veras; o que, a la chita callando y como si nada hubiera pasado, vuelva la corriente de los aportes trimestrales. Entre tales aportes está el mío, en riesgo de “nacionalícese”, pero lo cambio por la renuencia a no convertirme en ex columnista.

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