Sunday, November 25, 2012

ANÉCDOTAS: Las crueles fiestas de Ribas y Boves en la guerra de Independencia


En la guerra de Independencia en agosto de 1813, entran los republicanos a Caracas bajo el comando de Simón Bolívar. Había trascurrido la “Campaña Admirable”, y José Félix Ribas fue nombrado gobernador militar de Caracas. El médico realista José Domingo Díaz, editor de la Gazeta de Caracas, describirá en su obra Recuerdos sobre la rebelión de Caracas la actuación de Ribas en una peculiar fiesta. Dejemos que Díaz lo relate:

En 18 del mismo agosto fue puesta en prisiones la mayor parte de los españoles y canarios que existían en Caracas, y demás pueblos, y el 20 corrió la primera sangre (…). En aquel día dio el “Sedicioso” Ribas un convite en su casa (…). A las 5 de la tarde el Doctor don Vicente Tejera, uno de ellos, pidió el permiso para un brindis; y concedió, manifestó que era preciso solemnizar aquel acto con brindar cada concurrente por la muerte de uno de los presos que designase. Se recibió con aclamación el pensamiento; se formó la lista correspondiente, y media hora después perecieron 36 personas en la plaza de la Catedral.

Como en una competencia de crueldad, un año después, Boves le ganará en perversión a Ribas. El asturiano realizará una fiesta al tomar Valencia, y después del baile asesinará a todos los invitados; tal como cuenta el coronel norteamericano William Duane (1760-1835) en su libro: "A visit to Colombia", siguiendo los testimonios del republicano Miguel Peña.

La tarde pareció demasiado larga, y la noche harto presurosa, a los grupos de danzantes. La música alegraba los salones, y las calles estaban animadas por aquel festivo evento social. En uno de los salones la juventud de ambos sexos se entregaba a los placeres de la danza, y en otro se brindaba copiosamente sin aprensión alguna. Fue tan general aquel rato de momentánea alegría, que todos los invitados varones -con muy pocas excepciones- se pusieron a libar copiosamente, dejando así solas a las damas en el salón de baile. De pronto, las puertas se abrieron de par en par, y mientras unos soldados armados de sables y bayonetas custodiaban la salida, los demás iniciaron al punto una masacre general entre los hombres, en medio de gritos y alaridos de las mujeres que estaban en la sala contigua, quienes sin temor por sus vidas se precipitaron a aquella escena de muerte, buscando vanamente a sus esposos, padres, hijos y hermanos, a los que encontraron bañados en sangre y en los últimos instantes de la agonía. 

Imagen: tomada de la película "Taita boves". 

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