Thursday, September 29, 2011

99 años de la Aviación en Venezuela

Desde aquel humilde gesto de hombres y máquinas para desafiar el cielo venezolano, hemos recorrido ya un largo trecho. Este mismo día hace 99 años, fructificó una iniciativa privada del otrora poderoso general Román Delgado Chalbaud formó un comité de aviación para promover un acto aéreo sobre la ciudad de Caracas. La suerte quiso que fuese un valiente aviador norteamericano de Rahway, New Jersey, llamado Frank Boland, quien junto a sus dos hermanos, aceptó volar en aquel país lejano llamado Venezuela. Los hermanos Boland eran unos emprendedores que iban abriéndose paso en un medio donde todo estaba por hacer. Emocionados por la aventura los hermanos Boland se embarcaron en Nueva York , junto a otro piloto llamado Charles Hoeflich, tres mecánicos y los aviones. En total fueron tres aeroplanos: el primero era original biplano tipo canard que la gente apodaría el “Sin Cola”, un biplano más convencional parecido a los que estaban de moda en aquel entonces que fabricaba Glenn Curtiss y un hidroplano del cual no se tienen más detalles.

Al llegar a La Guaira a finales de septiembre, el entusiasmo por la noticia corrió como pólvora. Los periódicos dieron la noticia, la gente estaba muy emocionada, por fin verían un aeroplano volar en Venezuela, claro siempre y cuando el general Juan Vicente Gómez lo permitiese. Mientras tanto desde que los periódicos anunciaron el evento, los boletos de 5 Bs, en las tribunas y de Bs. 2 en el propio campo, se vendían en el Hotel Klindt, la tienda Liverpool, la tipografía Cosmos y la Agencia Spinetti como si fuese pan caliente.
El caraqueño sin recursos, que era la inmensa mayoría, se las arregló para encontrar un lugar apropiado donde ver el aeroplano, desde sitios elevados como El Calvario hasta las ramas de los árboles cercanos al hipódromos cuyas ramas estaban llenas de gente que intentaba ver la máquina voladora.
Los periódicos venían anunciando con tiempo que el primer vuelo sería el día 29 de septiembre de 1912 en el llamado “Mitin de Aviación”. Una vez armado el primer avión, el “Sin Cola”, Caracas se volvió un caos, todos querían ver el aeroplano, nadie quería perderse el espectáculo. Mientras tanto los terrenos del hipódromo Nacional en El Paraíso estaban repletos, una guardia de húsares vestidos con uniformes prusianos, cadetes de la Escuela Militar y un cuerpo de infantería cuidaban que la gente no se acercara a las carpas donde sin pausa trabajaba el equipo de Boland, asistidos por el joven Edgar Anzola, quien servía de intérprete y ayudaba con sus conocimientos de mecánica. Fue el primer venezolano que trabajó directamente en aviación.

Eran casi las 4:00 de la tarde, cuando la banda musical de pronto dejó de tocar. Todos esperaban ese momento. El motor de la máquina quebró en mil pedazos el silencio reinante. El aviador se aseguró que todo estaba en orden y saludando comenzó a carretear por la pista del hipódromo, acelerando al máximo los 60 HP del motor. La gente aguantaba la respiración hasta que sin más, grácilmente el frágil aeroplano de madera y cuerdas comenzó a elevarse empujado por los aplausos del público que estalló en una felicidad pocas veces vista.

Boland se elevó hasta los 5.000 pies. El biplano, hábilmente manejado recorrió el verdor de aquel Valle de Caracas hasta La Vega . A medida que el avión iba pasando la gente abajo convertía los sitios en una fiesta que duró 27 minutos, cuando regresó al punto de partida aterrizando frente a la tribuna presidencial, donde el general Gómez, parco y zamarro, se mostraba más bien alegre y sonriente al punto de acercarse para estrecharle la mano al valiente aviador. Frank Boland, se bajó del aeroplano empapado en vítores y aplausos de unas personas agradecidas por el espectáculo.

Ese día quedó grabado en la memoria de todos. Aprendimos que estar pegados a la tierra ya no era necesario, que la libertad así como el milagro del vuelo no eran un sueño. Quede este relato como homenaje a todos aquellos que se atrevieron, no solo a volar, sino a trabajar para que quienes volasen lo hicieran con éxito, pues ese éxito fue y continúa siendo una responsabilidad de todos.

Fabián Capecchi

3 comments:

andres said...

muy buena historia, es curioso como se arman las organizaciones, sobretodo en los paises latinoamericanos, siempre hay que aprender algo de historia.

plot said...

me encantan los aviones, es increible como el ingenio humano, alcanza y supera los limites, yo creo que no hay nada mejor que volar.

Profeballa said...

La pasión es mutuo. Reciba un gran saludo y gracias por sus visitas y comentarios.

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