Transcribo su post completo, leer seguidamente.
He tomado conocimiento de un comentario poco elegante, y todavía mucho menos fundamentado, que el historiador Luis Felipe Pellicer ha hecho en el blog Venezuela y su historia de Profeballa. Como quiera que el susodicho comentario me atañe directamente, he considerado que debo responder a lo escrito por él y, además, insistir en lo que ha originado las biliosas palabras del profesor Pellicer: que el traspaso de los Papeles de Bolívar y Miranda desde la Academia Nacional de la Historia, donde se hallaban correctamente depositados, al Archivo General de la Nación obedece únicamente a criterios proselitistas de un proyecto político. Si se hubiese justificado dicho traslado por cuestiones técnicas e incluso de rescate o conservación, habríamos sido los primeros en defenderlo. Más aún, creo que es en el AGN donde debieron estar siempre y desde un principio.
Pero desde que se conoció que la documentación sería trasladada obedeciendo a argumentos, clara y fehacientemente expuestos por los responsables, para ponerla al servicio del proyecto político bolivariano del presidente Chávez, este ha perdido todo sentido y razón de ser.
Decía (afirmaba, en realidad) en el post que originó todo esto, que el Pellicer carecía de todo merecimiento académico para opinar sobre el traslado en cuestión habida cuenta que, sostenía yo, no exhibía méritos suficientes para opinar sobre el tratamiento de documentación histórica de gran valor y sobre el trabajo del historiador ya que no había podido encontrar una trayectoria académica que avalara su incontenible perorata sobre cómo escribir historia o la “historia insurgente” que los nuevos y jóvenes historiadores (bolivarianos) pretenden escribir o reescribir. Y es aquí donde no solo debo rectificarme, sino además explicar mi apresurada afirmación. Porque el profesor Pellicer sí tiene los conocimientos y la trayectoria académica suficiente para hablar de lo que habla, lo cual hace aún más sorprendente sus declaraciones.
Me equivoqué y lo reconozco. Mi desconocimiento de la historiografía venezolana no me exime de mi error que solo se explica por el hecho de haber realizado una búsqueda rápida en Google y no haber ahondado en ella. Por lo cual me disculpo de haber ninguneado, sin proponérmelo, una trayectoria académica que yo creía inexistente. Luis Felipe Pellicer es Licenciado en Historia por la Universidad Central de Venezuela. Magister en Historia de Latinoamérica por la Universidad Internacional de Andalucía. Profesor Asistente de la Escuela de Historia de la UCV y Director Ejecutivo del Centro Nacional de Historia del Ministerio del Poder Popular para la Información y Comunicación.
Pero, como he dicho, es esa misma trayectoria lo que hace difícil de creer que Pellicer diga lo que dice.
Antes de escribir este post, he pasado mis buenas horas revisando lo publicado por Pellicer (disponible en Google Books) y puedo afirmar que más útil hubiera sido, y mejor, a la revolución bolivariana investigando y publicando más sobre temas de historia social que ahora en su papel de áulico de Chávez. Su trabajo “Entre el honor y la pasión” es una verdadero aporte al conocimiento de las relaciones matrimoniales en el tránsito de lo colonia a la independencia en Venezuela y realizado con una metodología y un enfoque verdaderamente novedosos me atrevería a afirmar (a pesar de la dificultad que significar leer un estudio histórico en la pantalla de una computadora).
¿Cómo es posible que un hombre inteligente que ha escrito un libro como este, y que demuestra suficiencia en su oficio, pueda suscribir después lo siguiente (el subrayado son nuestros): “… Con el impulso telúrico de la Revolución Bolivariana; con la inspiración que nos brinda el pensamiento y la acción revolucionaria de Bolívar y Miranda; con el orgullo que nos produce que este país y esta revolución la dirija un líder continental como lo es el Comandante Chávez; con la certeza de que este proceso bolivariano socialista y humanista logrará que nuestros hijos y nietos viva en una sociedad de equidad y justicia social: Vamos a reescribir la historia y vamos a transformar la historiografía para el pueblo y con el pueblo”.
La razón es una sola. Ha supeditado el discurso histórico a su discurso político, lo ha condicionado y sometido por completo. Porque no se trata, como él afirma, de revindicar su posición política, a lo cual tiene derecho, sino que trate de hacer política a través de su trabajo histórico. Peor aún, que trate de imponer ese discurso a todos como si él, Chávez o la revolución que dice representar fueran dueños de la verdad.
Es una lástima que, en ese sentido, se hayan apropiado (no en sentido jurídico legal, porque al ser jefe del Archivo General de la Nación tiene pleno derecho y deber a hacerlo), de una documentación para hacerla instrumento de un régimen totalitario y sumergido en el culto a la personalidad como lo es el del presidente Chávez.
Y una lástima también que hombres, historiadores como Pellicer se hayan dejado vencer y arrastrar por las mieles del poder y abandonado una prometedora carrera académica para dedicarse a bongocero de un dictador.
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