Les dejo acá el artículo semanal del historiador Simón Alberto Consalvi que publica todos los domingo en El Nacional. Tomado de la página Venezolanos en lìnea.
Los conflictos internacionales precedieron la caída de Castro
Reclamos extranjeros obligaron al caudillo liberal a ser intransigente. En 1908, Venezuela había roto con Colombia, Francia, Países Bajos y Estados Unidos. A partir del bloqueo de Venezuela por Alemania y Gran Bretaña, en 1902, la política exterior de Cipriano Castro se convirtió en el gran campo de batalla. En 1908, el caudillo andino tenía rotas las relaciones con Colombia. Francia, los Países Bajos y Estados Unidos. Sus enemigos formaron una "Santa Alianza" para proteger a Juan Vicente Gómez.
El general Cipriano Castro fue elegido en 1902 como Presidente de la República hasta 1907.
En 1904, al ver que se acercaba el fin de su periodo, y dado que aspiraba a presidir las celebraciones del centenario de la Independencia, reformó la Constitución, y en 1905 fue reelegido para el periodo 1905-1911. Tenía la obsesión de medirse con Bolívar, y siempre hablaba de las dos grandes revoluciones, la del Libertador y la suya, la Restauración Liberal.
Don Cipriano perdió el año 1906 en la comedia de la Aclamación y los desvaríos de la Conjura contra el vicepresidente de la República, su compadre Juan Vicente Gómez. En 1907 cayó gravemente enfermo, fue operado sin resultados, y su último año en el poder, 1908, lo sorprendió en medio de una situación internacional tan conflictiva que contribuyó fundamentalmente a su caída. En efecto, las implicaciones de aquellos conflictos lo persiguieron durante todos los años de su destierro, hasta que murió en Puerto Rico, solitario y arruinado, el 5 de diciembre de 1924.
Basta darle una rápida ojeada a aquel panorama: Venezuela tenía rotas las relaciones con Colombia, con Francia y con los Países Bajos-Antillas Neerlandesas, y a mediados de ese año de 1908, el presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, instruyó al secretario de Estado, Elihu Root, cerrar la misión en Caracas. Washington tomó la decisión el 13 de junio y el 20 se consumó la ruptura, con lo que se retiró del país el encargado de Negocios, Jacob Sleeper, quien confió al ministro de Brasil, Luiz de Lorena Ferreira, los asuntos norteamericanos.
Las relaciones con Colombia no tuvieron fortuna durante el régimen de don Cipriano porque venían o iban invasiones, y los caudillos (como lo había hecho en los 90 el propio jefe tachirense), tomaban como base de sus conspiraciones el territorio colombiano. En 1906 Castro cerró los ríos venezolanos a la navegación para preservarse de los venezolanos que andaban siempre en son de guerras.
Las relaciones con Francia se rompieron en enero de 1906.
Castro prohibió a los barcos franceses tocar puertos nacionales. Otra controversia se originó por los reclamos contra la Compañía del Cable Francés y su alegado incumplimiento de contrato, la participación del Gobierno en las tarifas por cada cable enviado o recibido.
Las negociaciones fracasaron, y luego las Cortes venezolanas decidieron en contra de la CCF por su complicidad en la Revolución Libertadora. Cuando el ministro francés, Oliver Taigny, subió a visitar un barco francés anclado en La Guaira, la policía le informó que "no podía volver a tierra". En un momento se especuló en ciertos círculos del exterior sobre un probable ataque de Francia. De modo que las relaciones venezolano-francesas eran particularmente tensas en 1908, cuando justamente don Cipriano tuvo que llegar a ese país, en su camino hacia Alemania a someterse a la intervención quirúrgica que le salvó la vida.
A esta crisis se añadió la ruptura de Venezuela con el Reino de los Países Bajos; las relaciones venían complicándose desde los días de la Revolución Libertadora, cuando allá permitieron que el Ban Right, con el general Matos a bordo, tocara en Willemstad. La aparición de la peste, añadió tensiones con las Antillas porque los barcos venezolanos fueron sometidos a cuarentena. Castro respondió con medidas de retaliación. Poco después suspendió todo comercio con las Antillas. El ministro de Reus fue declarado "persona non grata" en la escalada.
Reclamos.
Mientras, en 1907, Castro le hacía ver a los venezolanos que "la armonía reinaba con todo el mundo", el secretario de Estado Elihu Root le solicitaba a su gobierno que sometieran al arbitraje de la Corte Internacional de La Haya las cinco reclamaciones que no podían ser objeto de negociación bilateral. Veamos las reclamaciones: La primera de ellas tenía que ver con el periodista Albert Félix Jaurett, un aventurero francés que se habría hecho estadounidense de manera fraudulenta, dirigía en Caracas el periódico The Venezuelan Herald, (1896-1904) y se involucró con el banquero y general Manuel Antonio Matos en la Revolución Libertadora.
La segunda reclamación involucraba a tres compañías: Manoa Company, Orinoco Corporation y Orinoco Company, que alegaban haber sufrido fuertes pérdidas por acciones del Gobierno. Disfrutaban de 10.000 millas en Guayana para la más diversa explotación, otorgadas a los estadounidenses como una manera de proteger el territorio de las avanzadas de los ingleses, sin condiciones favorables para Venezuela.
La tercera se refería a la Orinoco Steamship Company, cuyos barcos eran utilizados alternativamente por los revolucionarios que se alzaban o por el propio gobierno para la movilización de sus tropas. En cuarto lugar figuraba la concesión otorgada en 1883 por el presidente Antonio Guzmán Blanco al norteamericano Cyrenious Fitzgerald, quien la transfirió en 1884 a la Manoa Company, La quinta reclamación era la más complicada porque involucraba mayores capitales: la explotación del asfalto en el lago de Guanoco, según otra concesión otorgada por Guzmán Blanco a Horatio R. Hamilton en 1883. Adquirida la concesión por la New York & Bermúdez Company, sus accionistas participaron abiertamente en la Revolución Libertadora, financiaron al general Matos, e incumplieron el contrato más inverosímil de que se tenga noticia. La explotación del asfalto de Guanoco se convirtió en un laberinto legal que se prolongó hasta después de la muerte del general Juan Vicente Gómez.
Según los estrategas de Washington, con Venezuela se llegaba a un punto muerto. Luego de que la insistencia del secretario de Estado, Elihu Root, en 1907, de someter los cinco asuntos a la Corte Internacional de Arbitraje de La Haya, no encontraba sino silencio por respuesta del caudillo andino, el presidente Roosevelt, (escribe William Sullivan) le envió una nota a Root donde le confiaba: "Sería bueno enviar a Venezuela varios barcos, sobre la marcha, y hacer los preparativos para despachar un transporte con marinos. Pienso también que el Comando Unificado debe preparar un plan de acción en caso tengamos necesidad de hacerlo..." Castro acusó a Roosevelt de pretender "provocar un incidente diplomático para hacerse reelegir". Iban y venían recriminaciones, mientras la gran prensa retrataba a don Cipriano "como un ladrón de ganado". La ruptura de relaciones decidida por la naciente potencia, causó alarma en Venezuela porque todo el mundo temía la "política del gran garrote". Dificultades. 1908 fue un año de adversidades para Castro y para Venezuela. El deterioro de las relaciones con el mundo, la situación crítica de la economía, la peste, y la salud declinante del general. Cuando, obligado por su enfermedad, viajó a Europa en noviembre, dejó en manos de Juan Vicente Gómez cartas que el sucesor jugó con astucia, prometiéndole a los poderes extranjeros resolver armoniosamente todos los conflictos. Así reinó 27 años, protegido por la "Santa Alianza" de los enemigos de don Cipriano. Los reclamos extranjeros (no pocas veces arbitrarios) obligaron al caudillo andino a dar respuestas intransigentes. Antes de Castro, los derechos de propiedad nunca fueron cuestionados, ni en su esencia ni en su variedad, y no había discriminación entre venezolanos o foráneos. Castro cambió por primera vez las reglas del juego, como lo escribió el historiador John Lombardi. Observó, además: "Allí han ido aventureros, y grandes empresas han obtenido valiosas concesiones con la promesa del desarrollo del país. Algunas eran principados por su extensión territorial y su abundancia de recursos". Lombardi añadió que se organizaban compañías en Europa y Estados Unidos para explotar las concesiones. Generalmente captaban capitales, "pero poco de ellos eran invertid o s e n Venezuela".
"El general tenía la obsesión de medirse con Bolívar, y siempre hablaba de las dos grandes revoluciones, la del Libertador y la suya, la Restauración Liberal"
Relaciones exteriores en riesgo
Un siglo después regresa la tensión
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Un siglo después de don Cipriano, en este 2008, las relaciones exteriores de Venezuela retornan a aquellos climas. Durante cien años, las relaciones con Estados Unidos trascurrieron con normalidad, hasta la expulsión esta semana del embajador Patrick Duddy, a quien el jefe de Estado "dio 72 horas para abandonar el país". Estas crisis se sabe donde comienzan, pero no dónde terminan. Por lo pronto, la decisión contra el embajador ocurrió en muy mal momento, pues la reacción de los candidatos Obama y McCain fue extremadamente dura contra el Presidente de Venezuela. Se cancelan así, irreflexivamente, las expectativas de mejoramiento de las relaciones con el nuevo gobierno de aquella nación que anunció el mismo señor Chávez. A los conflictos bilaterales, Venezuela le ha añadido otros elementos que tienen a los norteamericanos mucho más alarmados, como la presencia en nuestro suelo de bombarderos rusos, y el anuncio de maniobras navales conjuntas en el Caribe. De persistir el Gobierno venezolano en esta política, no cabe duda de que el conflicto esté llamado a escalar. No obstante, el primer ministro de Rusia, Vladimir Putin, ha advertido con claridad que "no se propone revivir la Guerra Fría con Estados Unidos, ni existen razones para ello". Declarar persona non grata a un embajador, por solidaridad con el presidente de un tercer país, es algo verdaderamente inconcebible. En Chile habrá esta semana una reunión urgente de Unasur y del Consejo Suramericano de Defensa. Tendrán su primer test. Se supone que allí analizarán con responsabilidad sucesos que afectan a toda la región. Ojalá que los jefes de Estado no se refugien en la prudencia, ni invoquen conveniencias económicas para guardar silencio.
sconsalvi@el-nacional.com
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