domingo, julio 20, 2008

Historiador venezolano (Manuel Caballero) opina sobre la descentralizaciòn

Artículos de opinión de los historiadores venezolanos

Les dejo acá el artículo semanal del historiador Manuel Caballero que publica todos los domingos en
El Universal.

Descentralizar es la consigna

La lucha presente es y seguirá siendo ante todo por la descentralización

El derrumbe de los partidos políticos que arrastró consigo el de la república civil fundada en 1958 se debió sobre todo a la ignorancia de la propia historia. Cuando decimos ignorancia no nos referimos a su desconocimiento (aunque también) sino sobre todo al abandono de la crítica y de la reflexión por la rutina. Nos referimos al hecho de haber desencadenado un proceso para oponerse luego a su culminación, asustados del cuero después de haber matado al tigre, creando así un cuello de botella que al final terminó por estrangularlos (no en vano los franceses llaman a eso goulot d'étranglement o sea gollete de estrangulamiento).

Si en adelante usamos como ejemplo a Acción Democrática es por haber sido ese, históricamente (no queremos decir cronológicamente) el primer partido moderno en Venezuela.

El agente, el emblema, el motor

Esa "ignorancia" de que se hablaba más arriba es por haber desdeñado o incomprendido el significado mayor, el más profundo, del nacimiento del partido: haber sido el agente, el emblema, el motor de la descentralización.

Al decir "descentralización" no nos referimos a lo administrativo (que es una parte de aquella), sino a lo político. El Estado venezolano, creación del gomecismo, nació como todos los Estados con una vocación centralizadora, unificadora, unanimista, autoritaria. Si hemos enhebrado todos esos adjetivos es para señalar que no sólo los diferentes matices de una misma realidad, sino para constatar un hecho antes de valorarlo. A partir de su existencia, hay un combate permanente de la sociedad por arrancarle espacios a ese Estado que la domina.

Y el primer agente de esa descentralización, de esa lucha de la Sociedad por arrancar espacios de autoridad al Estado, ha sido el partido político. Por razones históricas, Acción Democrática (y a su vera, quien más quien menos de los otros partidos) nació como un partido de corte leninista.

Un caso único

Para ser más precisos, como un caso único en el mundo: un partido leninista no marxista. Pero el partido leninista siempre lleva en su seno el germen de su propia destrucción, porque se basa en lo que podría considerarse un oxímoron político: el "centralismo democrático" que es como decir aceite vinagrero. O sea que es un organismo que combate contra la centralización autoritaria cuando su propia mitad es autoritaria, centralista.

Todo esto lo hemos desarrollado en varios de nuestros trabajos históricos. Aquí sólo queremos señalar un hecho, para entroncar con lo más arriba dicho: al final, en una sociedad y un partido transformados gracias a sus obras, AD reaccionó como un ente centralizador. Recordemos así las expulsiones "por computadora" de Alfaro Ucero, recordemos el "cogollismo" y todo eso.
Pero no pretendemos con estas notas a un simple ejercicio historiográfico. ¿Hay una posible lección para el momento actual? Hay por lo menos una, la misma cuyo reconocimiento llevó al triunfo al partido político y cuyo desconocimiento lo llevó a su estruendosa derrota presente.

Arrancar pedazos de autoridad

A saber que la lucha sigue siendo, y tal vez nunca deje de serlo, por arrancar pedazos de autoridad al Estado para entregarlos a la Sociedad. Dicho de otra manera, que el combate primero es y debe ser por la descentralización que es la democracia, contra la centralización que es el despotismo.

Por fortuna, tal y como las cosas se presentan en el momento actual, se hace más fácil hacerle comprender a los electores el significado de ese combate: cuando se estaba peleando la Presidencia, ellos podían confundirse pensando o sintiendo que se oponían dos opciones centralizadoras, dos matices de un autoritarismo lejano: mandar desde Caracas.

Unas elecciones regionales facilitan plantear a los electores una opción sencilla, comprensible, casi referendaria: ¿quieren Uds, que los manden desde Caracas, o quieren gobernarse a sí mismos? Y cuando decimos "mandar desde Caracas" no pretendemos que esta ciudad sea ahora privilegiada, bendita entre todas las ciudades.

El último lugar posible

Aunque en ella tengan su asiento unas autoridades nacionales por lo demás centralizadoras hasta el extremo límite, todos sus habitantes pueden constatar a diario como, en manos de los actuales gobernantes, ella ha descendido al último lugar posible en cuanto a calidad y nivel de vida, en cuanto a poder decisorio sobre su propio destino. Con un gobierno que de tal maneras le ha dado la espalda, Caracas debe y puede ser el adalid de esa descentralización de que estamos hablando.
Con su habitual torpeza de elefante en cristalería, y su no menos acostumbrada mescolanza de paranoia y fanfarronería, Chávez ha dejado al descubierto su juego con lo de "¡Vienen por mí!". Dicho de otra manera, muestra la actitud de todos los gobernantes autoritarios cuya mayor preocupación es que sus gobernantes vayan "a él", o sea, que de verdad y no sólo como una consigna demagógica y electorera, tomen en serio lo de su participación y su protagonismo, no los de un mandón que pretenda vitalicia esa condición.

Combatir la inseguridad, la corrupción, el nepotismo, el odio sectario: con todo eso hay un buen paquete de consignas para elaborar el mejor programa para los diversos candidatos de la oposición.

Pero por encima de ellas debe estar la de mayor alcance y significación históricos: la defensa de la descentralización. Administrativa, pero sobre todo política.

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