Artículos de opinión de los historiadores venezolanos
Les dejo acá el artículo semanal del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábados en El Universal. Y el video de una parte del discurso conmemorativo de la Independencia de Evo Morales (gobernardor de Bolivia, perdón Presidente) en la Asamblea Nacional; y el discurso entero lo pueden leer acà y comprobaràn que no se refiere salvo unas poquìsimas lìneas a la Independencia de Venezuela (Què verguenza!!!. No de Evo que es un pobre sometido por el Imperio; sino del Imperio...).
La patria estúpida
La independencia fue otra cosa, más moderada y menos temeraria
Ahora, cuando escribo la columna habitual de los sábados, todavía no ha hablado el presidente Evo Morales ante sus anfitriones de la Asamblea Nacional. Por consiguiente, carezco de elementos para criticar unas palabras que aún no ha pronunciado. Sin embargo, puedo apostar a que no dirá nada apropiado. No sólo por su ignorancia sobre el tema, demasiado evidente como para que no se anticipe en la víspera, sino especialmente porque quizá no pase de los lugares comunes a los cuales nos tiene habituados su colega de Caracas.
Debió venir don Evo a repetir el libreto de don Hugo, o a sazonarlo con los estereotipos de redención y revolución manejados por quien se ha metido a historiador para referirnos una crónica cuyo propósito consiste en convertirse en heredero de lo que sucedió a partir de la declaratoria de Independencia, el 5 de julio de 1811, entendido en forma caprichosa. Inspirado en la ocasión de un discurso que apenas se puede adivinar, pero especialmente en las interpretaciones del comandante sobre la guerra contra España, de seguidas se tratará de ofrecer unas precisiones sobre lo que sucedió entonces. Probablemente el patriotismo de moda se resentirá, no en balde es superficial e inconsistente como su promotor de la actualidad, pero se trata precisamente de provocar a sus voceros para que desnuden más la indigencia de conocimientos y el poco favor que le hacen a la sociedad trillando sandeces.
Una primera precisión quiere cuestionar los objetivos de libertad y democracia que los charlatanes de nuestros días atribuyen a los fenómenos de entonces. La insurgencia de 1811 sólo procuró la destrucción de un debilitado vínculo colonial, sin meterse en honduras. La libertad de orientación liberal que ya sonaba en las fuentes de la época se concibió en Venezuela como el reemplazo de los funcionarios peninsulares por un elenco de blancos criollos y por los capitanes de origen humilde que lograron ascender hasta la cúpula, sin que aspectos esenciales como la expresión del pensamiento sin ataduras, la creación de partidos políticos con la animación del pueblo y la fundación de instituciones en cuyo seno se viera por los intereses del común cupiesen en la médula del proyecto. Unos congresos integrados en términos abrumadores por elementos del criollaje y una literatura escrita por letrados que tenían mucho que perder, no podían extralimitarse en la concesión de derechos que ponían en riesgo una dominación que sólo era republicana en la superficie. Aún la idea de una independencia cabal puede someterse a debate, si se entiende como la inauguración de una ruta autónoma, debido a que los líderes de entonces y especialmente su mayor artífice, se contentaban con cambiar de imperio, es decir, con salir de Fernando VII para convertirse en socios menores de Inglaterra.
Sobre el pueblo como protagonista de la epopeya también conviene un rebatimiento. Cuando concluyen las guerras, después de Carabobo, una parte fundamental de la población ya se ha sumado a la causa insurgente, pero después de gran oposición y de una tonelada de dudas. La independencia es vista al principio con horror por las clases populares, que salen a matarse por el rey y a pelear bajo las órdenes de Monteverde y Boves. A los miembros de las clases inferiores la república no les dice nada, o les anuncia un capítulo de frustraciones bajo la dirección de sus antiguos amos. Regiones fundamentales para la puesta en marcha de un proyecto arrollador, como Guayana, Maracaibo y Coro, mantienen hacia la Corona una fidelidad sin reticencias que se basa en fundadas sospechas sobre la "revolución caraqueña" y sobre lo que pretenden sus corifeos. La vacilación popular no deja de tener fundamento, pues los escritos de los próceres descalifican su aptitud para el ejercicio del republicanismo; y en la conducta de las comarcas renuentes se ventila la manifestación de una peculiaridad que ha sido descalificada con pasión y miopía.
¿Dijo algo de esto Evo Morales, pese a que fue invitado expresamente para pontificar al respecto? Quizá, como Chávez, encontró en la independencia la raíz del socialismo y la inauguración del protagonismo popular que por fin se adueña de la historia en Bolivia y en Venezuela "revolucionarias". Tal vez viera a la CIA conspirando con Morillo y con los desesperados virreyes. Como su mentor y patrocinador, tal vez se haya proclamado como continuador de una gesta que sólo existe en el mundo de las fantasías, de tan bragada como han querido pintarla. La independencia fue otra cosa, más moderada y menos temeraria porque entonces sólo se podían traspasar ciertos límites. Los aliños no sólo constituyen la carga de un escandaloso anacronismo, sino también la continuación de una lectura de majaderos para atención de la ingenuidad.
eliaspinoitu@hotmail.com
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2 comentarios:
Hola, cómo haz estado profe? Yo un poco como tu, ya sabes, saliendo ya de algunos compromisos pastorales y académicos. Veo el video y me da no sé qué... En fin, sigamos adelante, un abrazo fraternal.
Con mucho trabajo ya estoy terminando gracias!!
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