domingo, julio 13, 2008

Historiador venezolano (Manuel Caballero) opina sobre la ideologìa chavista según Alí Rodríguez Araque

Artículos de opinión de los historiadores venezolanos

Les dejo acá el artículo semanal del historiador Manuel Caballero que publica todos los domingos en El Universal.

El socialismo de Alí
Lo dice Alí Rodríguez: Stalin ha renacido en Venezuela

A su regreso a Venezuela luego de sus vacaciones cubanas (¡qué envidia, haber podido bañarse en el mar de la felicidad!) Alí Rodríguez Araque fue recibido por sus adversarios con una inusitada cordialidad. Se le consideró la más brillante estrella en el firmamento chavista. Lo cual, debe decirse también, no le significó un esfuerzo como para estrangularle una hernia a nadie en el país de los ciegos...

De todas formas, apenas llegado, Alí habló claro y acaso también "raspao" (ya que es posible que esa declaración le guste más al hombre del túnel del San Carlos que al Héroe del Museo Militar; porque, envuelto en un pretendido elogio, el comandante Fausto dejó en pelotas al "proceso"). Casi al bajarse del avión de Cubana de Aviación, Alí dijo algo que no puede tomarse como un simple comentario volandero de viajero fatigado, sino propiamente como una declaración de principios.
Sin el ripio clásico

No recordamos si empleó el gastadísimo ripio clásico del Ave Fénix, pero en todo caso le hubiese quedado como anillo al dedo. El antiguo comandante en jefe de Pdvsa le dio categoría universal al "proceso" diciendo que cuando todo el mundo lo creía cadáver (se supone que con la muerte de la URSS y el viraje chino hacia el capitalismo salvaje), el socialismo había resucitado con la revolución chavista.

Metámosle la lupa a esta declaración. La palabra socialismo sirve de marchamo a diversos productos políticos, desde el Jemer Rojo de Pol Pot en el Extremo Oriente hasta el socialismo portugués de Mario Soares en el Extremo Occidente. Sin embargo, nadie pretende que la socialdemocracia haya sido enterrada porque esté "por ahora" fuera del poder en Alemania y en Francia. Decir lo cual ubica el socialismo de Alí Rodríguez Araque en un lugar muy preciso: se estaba refiriendo al socialismo estaliniano por quien doblan las campanas a partir del 9 de noviembre de 1989, fecha exacta de la caída del Muro de Berlín. La Santísima Trinidad
Más aún: como según sus exégetas la "Revolución Bolivariana" nació con el golpe del cuatro de febrero, esto es, unos tres años después de aquella muerte, esta resurrección se produjo bajo el signo del número tres, como el tercer día de la resurrección de Jesús, y la trinidad de la nueva religión: Bolívar, Zamora y Simón Rodríguez.

Vamos ahora a la segunda parte.
Aquel socialismo cuya resurrección encarna el nuevo Mesías de Sabaneta es conocido hoy sobre todo por sus fracasos, por las frustraciones tan hondas como elevadas habían sido las esperanzas que suscitó entre los millones que no podían dejar de ver con buenos ojos la extinción definitiva del zarismo en Rusia y del dominio imperial foráneo en China.
Ese socialismo evoca hoy sobre todo sus aspectos más negativos, que terminaron cubriendo la gloria real o presunta de los primeros días: el Gulag, las sangrientas purgas de Stalin, los millones de muertos de la llamada Gran Revolución Cultural Proletaria, la deificación del presidente Mao.
La mano sobre el Comintern

Como sea, es ese el modelo de socialismo que reconoce como tal el antiguo "comandante Fausto": el mismo que pese a haber advertido que era apto "para un solo país" intentó universalizar el camarada Stalin una vez que pudo poner la Tercera Internacional (el Comintern) a su servicio personal e intransferible.
De modo pues, que así como no hay nada nuevo bajo el sol, tampoco lo hay, en estos años iniciales del siglo XXI, sobre el socialismo. Ya ni siquiera el más claro (si no el más lúcido) de sus portavoces lo niega: lo suyo es estalinismo puro, el mismo que el Alcalde Mayor de Chávez con todas sus cuatro letras (su ilustración no llega más lejos), amenazó meter a los opositores por allí donde la espalda cambia de nombre.

Ya sabemos, pues: lo que puede esperarnos si por acción (como el 2 de diciembre del 2007) o por omisión (la morosidad en presentar candidaturas unitarias), dejamos que se continúe tratando de imponer lo que ya nuestro pueblo ha rechazado con los pies (manifestando) y con las manos (votando).
La bestia eventrada

Al decir "puede esperarnos" estamos, cierto, hablando de algo que se nos viene encima. Pero no somos ni pretendemos ser arúspices, esos adivinos que veían el futuro en las entrañas de un animal eventrado. Es cierto que todavía no tenemos nuestro paredón (abolido en 1864) ni una Siberia que acaso no tengamos nunca (al menos con toda esa nieve) ni tampoco las hambrunas y el genocidio; pero no es menos cierto que, como dice el perogrullesco dicho, "el que va a salir se asoma".

Y hay dos características (acaso las más salientes de ese socialismo del siglo veinte que Alí Rodríguez Araque ve resucitar en el veintiuno al conjuro de Chávez) que ya tenemos plenamente instaladas en este país que Colón, sin saber qué venía, llamó "tierra de gracia".

Ellas son el personalismo y el militarismo. La revolución rusa idolatró en vida al camarada Stalin, la china al presidente Mao, la cubana al comandante Fidel. Los cuales pretendieron que sus respectivos países se transformaran tomando como modelo el cuartel, emulsionando el Partido militarizado y el Ejército partidizado para hacerlos una y misma cosa.

De modo que aquí nadie trata de imponer ningún socialismo "del siglo XXI", porque, lo acaba de decir el hijo dilecto del compañero Fidel, de lo que deberíamos sentirnos orgullosos los venezolanos es de que el camarada Stalin, muerto, cremado y enterrado en el siglo pasado, haya renacido de sus cenizas en Venezuela al alba del nuevo milenio.

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