El 80 aniversario de la Invasión a Francia (V)
Carlos
Balladares Castillo
Un día
como hoy (4 de junio) finalizaba la “Operación Dinamo” y la Batalla de
Dunkerque en el marco de la Campaña de Francia (10 de mayo al 22 de junio de
1940). Fue la primera épica de los Aliados y aunque como dijo Winston Churchill:
“las guerras no se ganan con evacuaciones”, desde un primer momento la prensa
la exaltó (el Daily Mirror de ese día
con un gran titular afirmaba: “¡Se ha conseguido UN ESTUPENDO MILAGRO!”). Los
soldados fueron recibidos como héroes (escena muy bien representada en Dunkirk, 2017, de Christopher Nolan) y
el Primer Ministro al informar al Parlamento británico sobre los resultados dio
su famoso discurso “We shall fight on the beaches”.
Este discurso
es representado de manera muy emotiva tanto en Dunkirk como en la película Darkest
hour (Joe Wright, 2018) en el cual afirma que a pesar del dominio alemán en
Europa “no vamos a flaquear ni a fracasar sino que seguiremos hasta el final.
Combatiremos en Francia, combatiremos en los mares y los oceános (…) no nos
rendiremos jamás; y por más que esta isla o buena parte de ella quede dominada
y hambrienta, algo que de momento no creo que ocurra, nuestro imperio de
ultramar, armado y protegido por su Flota, continuará la lucha has que, cuando
Dios quiera, el Nuevo Mundo, con todo su poder y su fuerza, dé un paso al
frente para rescatar y liberar al Viejo”. Después de leerlo da pena escribir
algo más, pero debemos decir que todo lo que dijo se cumplió, y fue muy
probablemente por la fuerza y convicción de sus palabras las cuales lograron
unir a todos los que creían en la libertad y aborrecían el totalitarismo nazi.
La prensa
y propaganda de esos días y los siguientes se dedicaron a valorar el sacrificio
del pueblo que con sus pequeños barcos privados salieron al rescate de los
soldados en las playas. En nuestro anterior artículo advertimos que este hecho
es representado en el cine no solo muchas veces sino como un momento heroico, siendo
un buen ejemplo la obra de Nolan. Las fuentes consultadas lo confirman, como
Winston Churchill en su obra La Segunda
Guerra Mundial (1959), al contarnos que a partir del día 29 de mayo comenzó
un crescendo de botes particulares que sumarían más de 400 y que es más del 50
% de todas las naves que cooperaron en la tarea. En total 700 fueron británicas
y el resto de los Aliados. El ser de poco calado fue perfecto porque el puerto
había sido inhabilitado por los bombardeos de los Stuka.
Al
consultar las fuentes alemanas se llega a la misma conclusión, aunque Cajus
Bekker (La Luftwaffe, 1962) coloca
entre comillas la palabra ‘milagro’ que tanto repiten los Aliados. La razón es
que la aviación alemana era incapaz de llevar a cabo la tarea que le fue
asignada por Adolf Hitler a petición de Herman Goering. La mayoría de las Memorias de los generales hablan de ser
una “fanfarronada” del máximo jefe de la Fuerza Aérea; y si a ello sumamos el
detener los tanques por casi 3 días y el deterioro del clima posterior que hizo
imposible la acción de los Stuka y generó el avance lento de los tanques por el
suelo embarrado; se explica en parte que se tuviera el tiempo necesario para la
evacuación. No de 40 mil soldados como creían en un principio ¡sino 338 mil! La
Luftwaffe solo tuvo 2 días y medios
para atacarlos de un total de 10. Otro
factor que siempre se olvida (falta una buena película centrada en ello) y que
estas fuentes reconocen es el sacrificio y valentía de 2 divisiones francesas
defendiendo el perímetro en torno a Dunkerque y la defensa aérea por la Royal
Air Force. En conclusión para Bekker fue “un triunfo notable, con el que nadie
había contado y que sería decisivo para el posterior desarrollo de la guerra”.
Recordemos
que la serie que estamos escribiendo cada vez que se cumplen 80 años de los
hechos más importantes de la Segunda Guerra Mundial, se inicia con un examen de
algunas fuentes primarias de los atacantes (potencias del Eje) para después
revisar las de los Aliados, por lo que la semana que viene comenzaremos con la
perspectiva de los franceses para luego finalizar con el debate historiográfico
y un último artículo donde contaremos el impacto en Venezuela. Con respecto a
esto último, agradeceríamos a nuestros lectores y a cualquier persona que
conozca algún testimonio de los venezolanos de 1940 sobre cómo vivieron esos
hechos desde, por acá lo sabremos valorar con los respectivos créditos. Y si
algo en Venezuela en estos días los hace entristecerse y creer que no hay
ninguna esperanza, como le ocurrió a los demócratas de 1940 en Europa, corran a
leer el discurso del gran Churchill y digamos con él: “¡No nos rendiremos
jamás!” ¡Qué así sea!
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