Carlos
Balladares Castillo
Publicado en El Nacional
Mañana
primero de agosto se cumplen doscientos años del nacimiento del gran escritor
estadounidense Herman Melville (1819-1891). Grande porque creó una novela
llamada “total” y “representante del cosmos” humano respectivamente por el
Nobel Mario Vargas Llosa (1936) y Jorge Luis Borges (1899-1986), y por ello
equiparables con Don Quijote o La guerra y la paz. Pero para los
amantes de la literatura náutica Melville resulta un escritor mucho más
importante, por su perfecta descripción de la navegación a vela durante su edad
de oro: de finales del siglo XVIII a la primera mitad del XIX. Y a través de
sus letras mostrarnos las pasiones y virtudes humanas en las situaciones extremas
de ese micromundo que es un barco, y el cual puede trasladarse a cualquier
colectividad humana.
Por
dar el mejor ejemplo de sus historias piensen en la siguiente: un jefe con
poderes excepcionales convence al grupo que dirige de haber descubierto la
causa de todos sus males, y que deben centrar todos sus esfuerzos en destruir
dicha causa; de esa forma poco a poco se obsesionan y enloquecen generando su
propia destrucción ¿este relato les suena parecido a todos los venezolanos?
Pues, esta es la principal idea de su más famosa novela: Moby Dick (1851), aunque Melville escribió mucho más historias y
por ella y todos sus textos lo recordamos y celebramos. Nosotros acabamos de
leer Benito Cereno (1855), no solo por el bicentenario, sino
porque desde hace un tiempo nos propusimos leer una obra suya al año.
Moby Dick o la ballena
blanca es parte fundamental de los mitos populares y
no solo lo es por las grandes verdades que transmite esta ficción marítima,
sino especialmente por la difusión que ha logrado gracias al cine y la
televisión. Una revisión de la Internet Movie Data Base (www.imdb.com)
en lo que se refiere a este nombre enumera más de 150, y es porque cada tantos
años se hace una nueva versión cinematográfica de la historia de la ballena
blanca desde que se hizo la primera en 1926 dirigida por Millard Webb y llamada:
The Sea Beast. En nuestra niñez
quedamos impresionados por la imagen del capitán Ahab (personificado por
Gregory Peck) atrapado en el costado de la ballena por todos los cabos
(cuerdas) de los arpones que le habían lanzado a la misma. Nos referimos a la
película dirigida por John Huston en 1956 y con guión adaptado del escritor de
Ciencia Ficción: Ray Bradbury. Es una joya a pesar de que sus efectos sean ya
anticuados. Pero no la leeremos hasta que cumplimos poco más de 20 años y con el
resultado de hacernos seguidores tanto de sus obras como del género donde es el
rey: la literatura náutica.
En
el relato de la ballena blanca muchos han querido reducirlo a la irracionalidad
de la venganza del capitán Ahab porque ésta le ha arrancado la pierna, de allí
la referencia a su fantasmal caminar por la cubierta en las noches con su “toc
toc toc”. No creemos que así sea, más bien consideramos que es la perfecta
referencia a la obsesión humana de querer acabar con todo mal y cuando cae en
esta mentira termina por asumir la condición de lo que odia. Es decir, la lucha
contra el mal puede hacerte parte de él. Esto fue tan evidente en las utopías
de reforma social como el marxismo durante el siglo XX. El anhelo de eliminar
todo vestigio de maldad termina por ser la peor perversión, y es por ello que
Ahab termina enloqueciendo al ver la ballena blanca como el demonio. Es una
novela de un enorme simbolismo, siguiendo a Borges, y de esa forma todo en ella
hace referencia a otros aspectos que preocupan al hombre del mundo moderno: la
demagogia y el protopopulismo en la democracia, la excesiva confianza en la
tecnología y el irrespeto a la naturaleza, entre otros.
Otra
de sus obras es Benito Cereno, la
cual trata de un capitán español que
en 1799 “gobierna” un barco en extrañas circunstancias debido a que el mismo es
un caos y necesita urgentemente aprovisionarse de agua dulce y alimentos. Un
barco mercante estadounidense lo asiste pero cuando el capitán del mismo
(Amansa Delano) sube a bordo, observa que hay una gran población de esclavos
africanos pero que no están siendo controlados por los españoles. Desde este
momento toda la historia es relatada desde la perspectiva del capitán el cual
está lleno de prejuicios raciales a diferencia relativamente del capitán
español. Al parecer esta novela corta era la preferida de Jorge Luis Borges en
relación a las obras de Melville, muy seguramente por el hecho de ser “un texto
deliberadamente inexplicable que es un símbolo cabal de este mundo, también
inexplicable.” Y en nuestro caso creemos ver en ella uno de los más importantes
aprendizajes que obtuvo Melville en sus viajes, que es el convertirse en un
ciudadano del mundo: “patriots to heaven” en sus palabras.
Es
imposible hablar en la brevedad de un artículo de opinión del resto de los
escritos de Melville, pero no podíamos por ello dejar de hacerle un pequeño
homenaje. Y mostrar otra razón por la cual lo admiramos, y es el hecho no haber
sido reconocido en vida y no por esto abandonar su pasión escritural. A pesar de tener que realizar lo que Vargas
Llosa llama “trabajos alimenticios”, que es compartir el oficio de escritor con
empleos que le alejaban de su verdadera pasión, nunca cesó de demostrar -
parafraseando al mismo Melville - que “necesitaba plumas de cóndores para
escribir siendo su tintero el cráter del Vesubio".
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