Actores: Joanna
Kulig, Tomasz Kot, Borys Szyc.
Puntuación: 8/10.
Koreeda es uno de mis
directores japoneses favoritos del presente. Digno heredero de los grandes
clásicos del cine del Japón, en especial de Yasujiro Ozu por sus temas
relativos a la familia y sus encuadres de plano general y entero con gran
preferencia por lo cotidiano. En este caso nos pone a pensar sobre ese hecho
que muchas veces pensamos con cierto temor: ¿no se puede elegir a nuestra
familia o sí? De cómo los vínculos familiares se forjan en los afectos más que
en la consanguinidad, en las rutinas diarias más que en algún momento cumbre.
Pero lo que más me fascina de Koreeda es su trato de temas, diálogos y escenas
que tienen una gran posibilidad de caer en lo cursi pero nunca lo hace
manteniendo cierta poesía basada en la simplicidad, en lo natural, en la aspiración
de vivir plenamente en los elementos más sencillos. El film relata la historia
de una familia muy pobre (debido al subempleo) que comienza a cuidar a una niña
que se consiguen abandonada y que da muestras de ser maltratada o muy poco
querida, y cuando se descubre que está perdida no quieren devolverla y la
propia niña está de acuerdo tácitamente con este hecho. Otro aspecto que
resalta es la dificultad que tiene la sociedad japonesa para demostrar afecto. Esta
película le valió su séptima Palma de Oro y la nominación al Óscar como film de
lengua no inglesa.
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