Carlos Balladares Castillo
Publicado en El Nacional
Todos los
años deberíamos comenzar de cero con la experiencia de no comenzar de cero. Es
decir, con toda esa pasión y coraje que significa todo comienzo. Sin la
frustración de los fracasos que nos hacen pensar que es imposible lograr lo que
nos proponemos. Pero con la experiencia que nos permite no cometer los errores
del pasado o reducir sus ocurrencias. Abandonar toda angustia por viejas caídas
y el permanente pensar que perdemos nuestro tiempo porque no es lo nuestro o
porque no tenemos las capacidades. Y también comenzar de cero es no pensar en
que ya estamos viejos para volverlo a intentar. Recuerden a tantos que lograron
lo que se proponían después de un largo camino, y sin duda no olviden a Constantino
Cavafis (1863-1933) en su famoso poema “Ítaca”.
“Las metas
del año nuevo” fue mi artículo del 27 de diciembre de 2017 en el cual
identifico mis propósitos para el 2018, allí dedico un párrafo a la costumbre
de soñar con mejorar en el nuevo año que comienza y cuándo empecé a vivirlo.
Después señalo 3 grupos de objetivos que todos deberíamos plantearnos: la mejora
del carácter (junto a cuestiones relativas a la vocación artística y/o “profesional”),
la ayuda y mayor cercanía y cariño con los familiares y amigos, y lo relativo a
la prosperidad de la comunidad nacional. Al revisarlo no he cambiado mucho en
las metas para el 2019 salvo algunos pequeños detalles, y al ver los
resultados: lo que llamo “las estadísticas del año”, no he salido tan mal. He
incrementado mis lecturas y el número de palabras diarias escritas. Bajé el
número de películas vistas pero estaba viendo muchas. Lo más importante ha sido
sobrevivir a uno de los años más difíciles, pero en ello debo agradecer a Dios,
a mi familia: por su paciencia y apoyo, y a generosos amigos. Quiero que sepan
que no los olvidaré jamás, esperando algún día poder saldar deudas aunque
ustedes digan que no son tales.
En la meta
relativa al carácter sigo con la lucha de siempre: más caridad, disciplina y
autocontrol; muy especialmente ante la gran tragedia que padecemos los
venezolanos: la dictadura de la oligarquía chavista. Hacer realidad lo que
defendí en mi artículo de hace una semana el cual trata de la vida sencilla. En
lo que respecta a mi familia, repito igual: tener tiempo para ella: conversar,
abrazar, compartir, ayudar, ser pacientes, etc. Ellos son lo primero y por eso
debo luchar por más fortaleza y laboriosidad de mi parte. En lo que respecta a
la gran familia venezolana, repito: en nuestras manos están los destinos de la
Nación y debemos rescatarla del mal que hoy padece. Para ello no podemos
encerrarnos en nuestro mundo (salvo algunos pocos momentos para relajarnos) y
por esto hay que participar en todo aquello que permita la reconstrucción de la
democracia, en lo que facilite el sobrellevar el hambre y tanta carencia.
Siempre se puede ayudar aunque incluso nosotros seamos pobres. Abandonemos toda
actitud de desconfianza permanente, de antipolítica, de desesperanza. Si esas
ideas pasan por nuestra mente mejor hacer silencio. Y presionemos para que los
que aman la libertad se unan en un gran movimiento de reconstrucción nacional,
para ello hay que animar a todas las organizaciones para realizar una gran
elección de nuestros líderes y no descansar hasta lograr la transición.
En lo que
respecta a nuestro trabajo (entiendo éste como una vocación) debemos todos los
días perfeccionarnos en dicha tarea, para ello la formación debe estar
presente. Por ser profesor, todos los años me propongo seguir leyendo,
escribiendo, investigando. Esta vez cambié la meta que mantengo desde hace tres
años: leer dos libros a la vez: uno de historia (área de estudio en el que me
desempeño) y ficción (clásicos de la literatura), y alternar historia de
Venezuela con la universal y en la ficción la literatura venezolana y la
extranjera. Ahora me he propuesto leer los cuatro sin alternarlos, si algo
alternaría sería la lectura de un clásico con una obra de los últimos años. De
igual forma seguiré con la lectura de mis maestros con los temas y autores que
desarrollo en mis investigaciones. Volveré con los relativos a la escritura:
Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y George Orwell;
y en la producción historiográfica: Marc Bloch, Jacques Le Goff, John Keegan y C.
Parra Pérez, Germán Carrera Damas, Elías Pino Iturrieta, Manuel Caballero,
Diego Bautista Urbaneja, entre otros. En la escritura debo insistir con las
1000 palabras diarias, que fue lo que me propuse éste año pero solo llegué a
las 700 ¡El 2019 debe ser el de las 1000 a pesar de los obstáculos! ¡Y más
artículos científicos! Sin nunca abandonar los de opinión en especial la
presente columna que aparece en el gran baluarte de la prensa libre venezolana:
El Nacional, al cual le agradezco la confianza que me han tenido, muy
especialmente a la prestigiosa comunicadora Patricia Molina por su paciencia
con mis entregas y a mi maestro Elías Pino Iturrieta.
En el
inicio del 2019 no podemos olvidar a todos los que sufren cárcel por anhelar
que Venezuela sea una próspera democracia, a los enfermos en peligro de muerte por
tanta ineficiencia que ya es maldad premeditada y a los que en general
necesiten de nuestro apoyo. Comencemos con ánimo a pesar de las grandes
dificultades que hemos vivido, vivimos y se nos vienen encima. Ser buenos,
nuestra familia, una sociedad y un Estado libre, bien valen el esfuerzo. ¡No
nos rindamos jamás! ¡Feliz año!
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