El plan para lograr
la UNIDAD
Carlos Balladares
Castillo
Publicado en El Nacional.
No
poner todo el alma y esfuerzo en la tarea de lograr la UNIDAD entre los
demócratas es tan perverso como no ayudar al pobre y desvalido, y mucho más si
se vive en medio de la emergencia humanitaria que padecemos en Venezuela. Ante
el MAL no se puede ser indiferente, y mucho menos incapaz de ofrecer todos los
medios para luchar en su contra. Nuestra condición de supuestos convencidos
republicanos y amantes de las libertades, se pone en duda ante la división de
fines y acciones. La realización de un acuerdo nacional que incluya a todos los
opositores es una necesidad que ya posee características vitales. En ello se
nos va la vida, porque es una realidad que cada día que pasa el régimen apunta
a nuestra extinción o como mínimo al servilismo o esclavitud. ¿Cuál es la
fórmula para lograr la tan anhelada UNIDAD? Muchas personas en la actualidad
han propuesto algunas ideas al respecto y la historia está plagada de ejemplos
que nos pueden inspirar. Sirva este breve artículo para insistir en las que
consideramos más importantes y que hemos planteado en anteriores entregas.
En
el párrafo introductorio anterior habíamos establecido un tema a desarrollar,
pero no contábamos que ese principio que habíamos descrito: el régimen apunta a
nuestra extinción, nos daría un nuevo y doloroso ejemplo: la muerte del
concejal de mi municipio (Libertador, Caracas) del partido Primero Justicia:
Fernando Albán (1965-2018), quien estaba bajo custodia de la policía política. No podíamos
enviar nuestro artículo de todos los miércoles para El Nacional, sin ofrecer unas palabras a su memoria junto al pésame
a sus familiares y amigos, y más aún por el hecho que su martirio por la
democracia debe interpelarnos y mover nuestros corazones para lograr la UNIDAD.
Su sacrificio no los exige. No puedo dejar de recordar cómo en la anterior
dictadura (la del general Marcos Pérez Jiménez (1950-58)) los sufrimientos
compartidos por los opositores llevaron a abandonar las diferencias; y
especialmente el fallecimiento – aunque en circunstancias muy distintas – de un
dirigente de Acción Democrática en el exilio: el poeta Andrés Eloy Blanco, permitió
finalmente que las diferencias entre el partido socialcristiano COPEI y el
socialdemócrata AD fueran dejadas de lado y se iniciara el tan anhelado acuerdo
de fines y acciones que permitiría la transición.
¿Qué
hay que hacer para lograr la tan anhelada transición a la democracia? No hay
una fórmula exacta y perfecta, pero – como dijimos - son muchos los que vienen
ofreciendo ideas. Por solo citar uno de ellos está el director del Centro de
Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB): Benigno
Alarcón (28-VIII y 18-IX-2018, “¿Cómo producir una transición democrática en
Venezuela? (I y II)”); quien ha señalado que se requiere la movilización de la
población con estrategias y objetivos claramente definidos. Y esto no se puede
lograr sin la UNIDAD, porque las movilizaciones más exitosas – agrega el autor
- son las no violentas organizadas y ejecutadas bajo un solo liderazgo y plan
sistemático; coordinadas con la presión internacional; sin propuestas de
venganza sobre los actuales gobernantes de modo que no vean la transición como
su muerte y por ello estén abiertos a la negociación; con un plan de
gobernabilidad durante la transición que establezca las reformas
institucionales necesarias para ello; y que se prepararen para una elección presidencial.
En su segunda entrega propone la realización de una elección de los líderes de
la UNIDAD.
Al
estar en sintonía con las propuestas del profesor Alarcón, nosotros planteamos
la firma de un pacto que establezca fines (programa mínimo común de transición)
y medios entre toda la oposición, la cual no solo establezca un programa de
transición sino que cree los métodos para tomar decisiones y designe los
líderes para la misma. Dicho pacto debe ser refrendado en comicios por la
población, y sus métodos deben establecer las formas de consulta más rápidos
posibles, de forma que se pueda combinar democracia y eficiencia en la lucha.
Si el régimen ha eliminado las elecciones limpias ¿por qué no hacerlas nosotros
para lograr dicha alianza, decidir ante grandes dilemas (votar o no, negociar,
etc.) y desarrollar sufragios internos en los partidos para renovar su
dirigencia? No podemos seguir en este estado de paralización y desesperanza.
Hay que renovar la confianza de las mayorías con los partidos democráticos. Entre
los medios de acción debe crearse un organismo que permita el permanente
contacto con la comunidad internacional, con las potencias que no han
demostrado su disposición a lograr la transición. No se puede actuar aisladamente.
En lo que respecta al liderazgo podríamos plantear la famosa fórmula del
“gabinete en la sombra” (en lo que cabe) con lo que tendríamos un dirigente
especializado en cada área y que le haga un permanente seguimiento y feroz
oposición a toda acción del régimen, con claras propuestas de solución
sustentada en el referido pacto.
Muchos
pensarán que no tenemos tiempo para ello, que la elaboración de un pacto de
este tipo junto a las respectivas elecciones que tanto refrenden éste acuerdo
como elijan a nuestros líderes, es algo engorroso y lento. ¡¿Cuánto tiempo
llevamos sin hacer nada?! Todo el tiempo que depositemos en esta noble tarea no
será en vano. Si no estamos haciendo nada y sigue pasando el tiempo generando
la destrucción del país, ocupar los días en ello es lo mejor que se puede
hacer. No estaremos paralizados. Será sin duda el mejor homenaje que se le
pueda hacer a todas las víctimas de la oligarquía chavista, y en especial a
Fernando Albán.
Nota de duelo: sentido pésame muy especialmente a sus familiares y a nuestro amigo común: Mario Guillermo Massone.
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