“Este es un modelo que no tiene futuro”
L a confianza que la historiadora Margarita López Maya depositó en Hugo Chávez se extinguió cuando, desde los inicios de su segundo gobierno, el proyecto político comenzó a salirse de los márgenes de la Constitución. Cuando se le pide una proyección histórica sobre lo que le dejará el período chavista a Venezuela, se atreve a señalar que será un legado escaso, apartado de la oferta original de justicia social.
“Para mí el socialismo del siglo XXI fue una desviación de la democracia participativa hacia un tipo de gobierno autoritario. Creo
que el segundo gobierno del presidente Chávez ha desdibujado la independencia y separación de los poderes públicos y ha incorporado el poder popular como un brazo del Ejecutivo. Lo que yo defendería de este gobierno es la Constitución y lo que ella
tiene de mecanismos de democracia directa y de participación en la gestión pública. Pero eso es democracia participativa, no es
socialismo del siglo XXI”, señala la investigadora del Centros de Estudios del Desarrollo de la UCV.
–En un estudio reciente del Centro Gumilla, 52% de los encuestados dijo que el socialismo es mejor sistema que el capitalismo…
–En efecto, los encuestados se pronunciaron más por el socialismo que por el capitalismo. Sin embargo, cuando les preguntas si están de acuerdo con la propiedad privada, sube a más de 80%. Si creen que las expropiaciones ayudan a mejorar la calidad de vida, te responden que no en una proporción muy alta. También señalan que las expropiaciones son una medida para castigar a los ricos. Tiendo a la conclusión de que las personas están construyendo su propia idea del socialismo, muy aproximada a la idea de la socialdemocracia. El socialismo en Venezuela está muy ligado a un discurso de igualdad, de distribución de la renta petrolera manteniendo la propiedad privada y la conjunción de las iniciativas privadas con las públicas para progresar. Los ciudadanos han venido construyendo su propia idea de socialismo aparte de las orientaciones que les han dando desde el Gobierno, que son muy vagas. El Presidente reconoció que ni siquiera se ha leído El Capital. Chávez tiene en su cabeza también un poco de ideas del socialismo, una mezcla de valoraciones nacionalistas, militaristas, de distribución del ingreso, de la igualdad social. Creo que los encuestados también dieron esas respuestas por un problema de formación. En Venezuela el discurso socialdemócrata ha sido fuerte y, por las investigaciones que he hecho sobre cultura política y protesta, la gente lo que quiere es que el Estado le cumpla en sus aspiraciones sociales de darle acceso a los derechos humanos básicos: salud, educación, vivienda. Que se comporte como un Estado eficaz que promueva la ciudadanía plena.
–¿Por qué es usual que se asocie el socialismo a Chávez cuando en el país hay una larga tradición de líderes y partidos de izquierda?
–Hay un sector intelectual, formado, que puede tener ideas más o menos claras sobre lo que ha sido el socialismo en el siglo XX tanto en términos teóricos como de la experiencia vivida en el socialismo real. Pero, en general, el ciudadano de a pie no se ha estudiado eso, lo que tiene es algunas ideas muy vagas. Además, el socialismo a finales del siglo XX tuvo muy mala prensa por toda la catástrofe y el colapso que significó. Cuando el Presidente lanza esa idea en 2005 dijo que éste no era un socialismo soviético ni cubano, que era un socialismo que había que construir. Él está construyendo su propia idea de socialismo y cae en contradicciones. Mucha gente ha terminado por asumir que lo que Chávez dice es socialismo. Hemos llegado a unos niveles disparatados en los que socialismo es que me regalan la nevera o la construcción de una acera.
–¿El socialismo se ha vendido como una marca?
–En el populismo las palabras tienen una dimensión simbólica. Hay términos que son significantes vacíos. Un líder populista los usa, como Chávez usó en la campaña de 2006 la palabra “socialismo” y eso en realidad nadie sabe qué significa, pero todo el mundo pone su aspiración ahí. Es un significante que todos podemos llenar con lo que se nos ocurra. Para uno puede ser ganarse una beca para irse estudiar a Londres y para otro es que le den una casa. Eso es un significante vacío, todos ponemos cosas ahí y termina siendo lo que cada uno piensa que es. Cuando Chávez gana y saca la Gran Misión Vivienda, dice que socialismo es que te den una casa, un título de propiedad, una maqueta. El desencanto viene cuando tiene que concretar la promesa y no lo hace.
–Si la corriente depende de lo que cada persona piense, ¿es una ventaja o desvirtúa el concepto?
–En Venezuela el socialismo se ha convertido en el resultado de la asesoría que recibe el Presidente de algunos intelectuales, pero sobre todo del Gobierno cubano. En ese sentido se parece al viejo socialismo fracasado del siglo XX. Si revisas las leyes del poder popular, hay un ingrediente que tiene que ver con el Estado cubano: esa mezcla entre Estado, partido y Gobierno, los consejos comunales como aparatos del Estado y no como parte de la sociedad. Esto es un modelo estatista al igual que el modelo socialista cubano o ruso y va a tener el mismo futuro. Este modelo no
tiene futuro, no tiene viabilidad.
–La investigación revela que el concepto de la democracia protagónica ha calado sobre todo en los sectores populares. ¿Cómo evalúa la respuesta de la oposición ante ello?
–Uno de los hechos más contundentes que reflejan las encuestas de Gumilla es cuánto se ha enraizado la idea de que con la participación se pueden solucionar los problemas de la comunidad y se puede pedir inclusión y justicia social. Eso es claramente una ventaja que tiene el Gobierno. Creo que en la oposición el discurso es más débil en ese tema por la heterogeneidad que hay allí. No hay capacidad. Algunos candidatos dicen que se van a mantener las misiones y que tienen que perfeccionarse, despartidizarse. Pero hay diferencias en cuanto a las corrientes más conservadoras de la Mesa de la Unidad, que no creen en la democracia participativa sino en la representación a través de los partidos. En eso son bastantes atrasados porque en Venezuela la democracia participativa llegó para quedarse. La idea de participar en la gestión pública para resolver los problemas sociales es correcta y exitosa y debe mantenerse. El Estado venezolano tiene un siglo tratando de resolver los problemas de las comunidades pobres y no ha podido hacerlo. Con la democracia participativa, con los sectores incorporados en la solución, hay alguna posibilidad de resolverlos.
–¿El socialismo del siglo XXI podría perdurar aunque Chávez no sea presidente?
–No, el socialismo del siglo XXI es un proyecto personal del presidente Chávez. Por lo que creo que hay que luchar es porque se
mantenga la democracia participativa, que es una cosa diferente y que está en la Constitución, fue discutida, debatida y aprobada por el pueblo venezolano. El socialismo del siglo XXI es un invento del segundo gobierno de Chávez como él mismo lo dijo, de su puño y letra y creo que si él no está, lo más seguro es que esa cosa ambigua que se llama socialismo del siglo XXI se siga desdibujando y llegue a ser alguna modalidad de socialdemocracia.
Entrevista realizada por Adriana Rivera para el diario El Nacional.
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